La guerra de los servicios de reparto de alimentos está recién comenzando
Las presiones sobre algunas de las aplicaciones más débiles están comenzando a hacerse visibles, lo cual ha provocado los primeros indicios de fusiones.
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Si pensabas que el muy popular negocio de entrega de alimentos estaba entrando en su fase de consolidación, piénsalo de nuevo.
Las presiones sobre algunas de las aplicaciones más débiles están comenzando a hacerse visibles, lo cual ha provocado los primeros indicios de fusiones. Pero esto parece ser apenas el comienzo de una larga y costosa batalla para satisfacer el apetito del mundo, y habrá muchas pérdidas en el camino.
Los servicios europeos de pedidos y entrega en línea Just Eat y Takeaway.com confirmaron planes para combinar sus negocios. La semana pasada, ambas compañías revelaron una disminución de las ganancias a causa del aumento de la competencia, pues los rivales están recurriendo a los subsidios para ganar clientes.
Carrera por clientes
La estadounidense Grubhub -que, al igual que Just Eat, comenzó como un servicio de pedidos de alimentos en línea antes de desarrollar su propia operación de repartos en respuesta a una oleada de nuevos competidores- se ha debilitado tras sufrir presiones similares. Sus acciones subieron 7% el lunes debido a esperanzas de fusión, pero perdieron casi 15% posteriormente, luego de que la compañía advirtió de una caída en sus ganancias.
Estos problemas reflejan la entrada de competidores acaudalados a lo que es aún un mercado altamente fragmentado. Siguiendo el modelo de Uber, por ejemplo, DoorDash, en EEUU, ha estado recaudando fondos, logrando hasta ahora casi US$ 2 mil millones desde principios del año pasado. La teoría es brutalmente simple: recaudar y recibir más subvenciones que los rivales con menos capital para ganar clientes y convertirse en la plataforma de repartos dominante. DoorDash ya ha superado a Grubhub y se ha convertido en líder en EEUU.
Ahora podría vencer a Uber en su propio juego. Con poco crecimiento en su negocio de transporte privado, Uber todavía depende mucho del negocio de Uber Eats para demostrar que puede ser una compañía de crecimiento. Pero su decepcionante Oferta Pública Inicial ha cambiado la ecuación, y ha enviado un claro mensaje de que la tolerancia de Wall Street a las pérdidas no es infinita.
Algunos de los mayores inversionistas han estado haciendo fila para inyectar dinero en las aplicaciones de entrega, incluyendo Temasek, el fondo soberano de Singapur, y Naspers, el grupo de inversión sudafricano, que encabezó una ronda de US$ 1 mil millones para Swiggy en India y US$ 500 millones para iFood en Brasil. Y SoftBank, como de costumbre, parece feliz de disparar para todos lados a la vez: su Vision Fund ha apoyado tanto a Uber como a DoorDash, además de una inversión de US$ 1.000 millones en la compañía latinoamericana de entregas Rappi este año.
Otros incluyen a Amazon, que cerró un fallido servicio de entrega en EEUU y ahora, según se informa, está intentando incursionar en India, mientras espera la aprobación regulatoria para una gran inversión en Deliveroo.
Entrega de alimentos en alza
Los entusiastas afirman que el mercado de entrega de alimentos igualará o incluso superará en magnitud al servicio de transporte privado. Según un gran inversionista del sector, los márgenes también parecen mejores, particularmente en sitios alejados de las grandes ciudades, en los suburbios y en los pueblos, donde una mayor proporción de familias significa mayores pedidos.
Por supuesto, los márgenes dependen de lo que los clientes estén dispuestos a pagar, ya sean restaurantes (para los que las aplicaciones de entrega representan una valiosa fuente de clientes adicionales para ayudar a cubrir los costos fijos) o consumidores (que pagan por la comodidad de no tener que salir).
Los restaurantes tendrán que luchar para mantener la ventaja y evitar convertirse en víctimas de los nuevos agregadores digitales, como lo fueron las empresas discográficas, los minoristas o los periódicos antes que ellos.
Las cadenas más grandes comenzaron firmando acuerdos exclusivos con las compañías de entrega, pero parecen estar reconsiderando esa estrategia. Al igual que con todas las tiendas digitales, probablemente los restaurantes más pequeños y con menos reconocimiento de marca sean los más perjudicados.
El poder de negociación para los agregadores se deriva de su tamaño. Eso garantiza que se gastará muchísimo dinero en las entregas subsidiadas -y los consumidores felices podrán disfrutar de muchos más alimentos subsidiados- antes de que se estabilicen las cosas.