Desconfiar de los buenos resultados y hacer preguntas incómodas: los ejes para avanzar en integridad en las empresas
El directorio de Generación Empresarial plantea que es crucial que las empresas se atrevan a cuestionar los buenos desempeños y mirar con ojo crítico los incentivos a sus ejecutivos.
Por: Carolina León | Publicado: Sábado 18 de enero de 2025 a las 04:00 hrs.
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El polémico Caso Audios, protagonizado por el abogado Luis Hermosilla, el empresario Daniel Sauer y la también abogada Leonarda Villalobos, dejó al descubierto un posible delito de tráfico de influencias que salpicó a instituciones públicas y privadas y, con el paso del tiempo, abrió nuevas aristas involucrando a diversos ejecutivos, dando inicio a otros focos de investigación.
Un caso que dejó en evidencia que la integridad y la transparencia siguen siendo un desafío al interior de las organizaciones en Chile.
Pese a esto, hay empresas que continúan haciendo esfuerzos para hacer las cosas bien. Esa es al menos la lectura que existe al interior de la Fundación Generación Empresarial (FGE), entidad que desde 1995 se ha dedicado a promover la importancia de la integridad en las organizaciones del país.
Para ello la entidad, liderada por Janet Awad, ha desarrollado diversas herramientas, como el Barómetro de Valores e Integridad Organizacional, plataformas de líneas de denuncia y declaraciones de conflictos de interés, capacitación en regulaciones y compliance, entre otros. Esfuerzos que buscan acompañar a las compañías en la implementación de una cultura organizacional íntegra.
Con todo, en la FGE son conscientes de que esto no es suficiente, y que para avanzar en integridad y, con ello, combatir efectivamente la corrupción, es necesario impulsar un cambio cultural. Es decir, combatir prácticas amparadas en que “tengo un contacto que nos puede ayudar” o la filosofía de “saltarse la fila”.
Así quedó de manifiesto en un conversatorio organizado por FGE y parte de su directorio -Jorge Tagle, Carmen Román, Macarena Letelier y Tadashi Takaoka- y Diario Financiero.
“Si retrocedes en el tiempo, esto primero era como un tema que le pasaba al mundo empresarial solamente, y después, con los últimos eventos, es algo que también ocurre en el mundo de las organizaciones sin fines de lucro, algunas empresas del Estado y bueno, hoy día ya abarca todo”, planteó Janet Awad, quien agregó que esto pone en evidencia que el problema es más profundo y que debe abordarse de otra manera.
Para Awad, el “dolor de la integridad” es un dolor de la sociedad y no se trata de algo que se pueda únicamente circunscribir a un grupo de personas, “es algo que parte en la educación, en el seno familiar”. agregó Awad, quien reiteró que se debe tomar consciencia de que “es un problema social, es un problema de país y creo que por eso es importante que lo abordemos en niveles integrados. Esto no se va a solucionar solamente con organizaciones que se dediquen a estos temas y que pongan a disposición herramientas, protocolos. Se requiere de políticas públicas relacionadas con el tema educacional, una prioridad social”, agregó.
Un diagnóstico en el que coincidió la directora de la FGE, Carmen Román, quien agregó que muchas veces el déficit o atraso que muestran las organizaciones en este tema es porque no saben cómo abordarlo eficientemente.
“Hay una serie de instituciones intermedias y empresas que más allá de querer hacer las cosas, no saben cómo hacerlo. No tienen idea de qué manera se baja esto. Parece que son aspectos muy etéreos, muy difusos y que no tienen forma práctica de abordarse”, agregó la directora.
Los desafíos
¿Cómo se detectan las falencias en integridad y de qué forma se debe comenzar a elaborar el diagnóstico? Para el directorio de FGE la respuesta está en el talón de Aquiles en este tema: la dificultad que existe al interior de las organizaciones, y las propias personas, de asumir que se puede ser poco íntegro.
“Uno puede reconocer que es poco productivo, miras las métricas y eso te puede ayudar a detectar falencias. Pero la única forma de darse cuenta que estás siendo poco íntegro en general, es decir, ‘oye, nos pusieron una demanda’ o ‘el gerente general está en juicio’. Cuestionar eso, y no es un ejercicio sencillo”, dijo Tadashi Takaoka, director de la fundación.
Para él, además, en este tema también existe “una capa de miedo”, ya que se asume que al reconocer un error o una falencia ello implicará inmediatamente una sanción.
Para Carmen Román, si existe voluntad de posicionar el tema de la integridad como un pilar central en el funcionamiento de las organizaciones y empresas, es crucial que éstas se cuestionen la forma en que están actuando.
¿A qué apunta esto? A monitorear y mirar con ojo crítico temas como, por ejemplo, los incentivos a los ejecutivos y trabajadores.
“El tema de los incentivos de los ejecutivos es un temazo, porque en la medida que tú los aprietas para que hagan cosas y quieres más y mejores resultados... bueno, a veces se desvían los propósitos”, dijo, y agregó que por ello es crucial “cuestionar los buenos resultados y no solamente los malos. ¿Por qué está pasando esto? ¿Por qué esto nos dio tan buenos resultados? Algo podría estar pasando”, dijo.
No es lo único: otro aspecto crucial en este tema es la falta de mediciones y datos al respecto.
“No estamos midiendo hoy día cómo las empresas resuelven sus conflictos. ¿Cómo me relaciono con todos mis stakeholders? ¿Cuál es la política de los directorios para enfrentar conflictos?”, cuestionó Macarena Letelier, integrante del directorio de Generación Empresarial.
El rol de los directorios
Otro aspecto en el que hubo consenso entre los directores de FGE es que para instaurar la integridad como un pilar prioritario, y no solamente como algo decorativo en las empresas, es de especial relevancia involucrar a los directorios. Un tema que ya estaría tomando fuerza en las compañías locales.
“Cuando uno gobierna bien en esos directorios ejerce liderazgo, y ese liderazgo incentiva a las buenas prácticas y de alguna manera te mueve, porque se da el ejemplo. Creo que ese es un gran cambio que hoy día se ve, en cómo se relaciona el directorio con la organización. Antes se daba que, cuando sesionaba el directorio, como que se respiraba distinto. Y hoy día hay una interacción que creo que es más sana y que genera confianza”, planteó Letelier.
Sus palabras generaron eco en Jorge Tagle, director de la FGE, quien agregó que la única forma de combatir las malas prácticas es “la cultura. La única forma es que a través del directorio esto vaya permeando hacia abajo. Se deben comunicar constantemente cuáles son intransables. Lo que no se puede hacer y lo que la compañía no permite, y actuar en concordancia con eso. Si sabes cuál es tu intransable, nunca se va a correr la vara”.
Para Takaoka, un ejemplo que grafica que con comunicación y reiteración se puede posicionar el tema, es lo que ocurrió cuando se comenzó a implementar la obligatoriedad del uso del cinturón de seguridad en los vehículos.
“No es lo mismo, pero cuando se comenzó a exigir usar el cinturón de seguridad, se transmitió que se sancionaría el no usarlo, y funcionó. Ahora se usa. En la medida que la integridad se vuelva un intransable y se transmita así, se avanza”, agregó.
Otro aspecto relevante, y que fue destacado por Letelier, es que la mayor preocupación que han mostrado los directorios ha ido de la mano de un mayor involucramiento por parte de los gremios en el combate a la corrupción.
“Hoy tienen comités de ética, hay capacitación. Cuando aparecen estos casos se llama a los involucrados y se les pregunta qué pasó. También hay cartas de conducta empresarial. Yo te diría que desde los gremios, así como desde la fundación, hay todo un trabajo por fomentar la capacitación y la prevención y el acompañamiento frente a estas situaciones complejas”.
Con todo, y a modo de cierre, al interior de FGE ven con más optimismo el posicionamiento de la integridad como un tema relevante para la sociedad en su conjunto, ya que -a juicio del directorio- algo que graficaría esto es que actualmente se recrimina a quienes se han visto involucrados en casos de corrupción.