Por James Politi
, Washington
Funcionarios de EEUU y la Unión Europea (UE) han dado los primeros pasos en las negociaciones para un acuerdo comercial transatlántico. La ronda inicial se centra en reducir las barreras comerciales y armonizar las normativas.
La negociación, que comenzó ayer en Washington, es apoyada por muchos grupos empresariales, que creen que el tratado tiene gran potencial para impulsar el crecimiento de ambas partes.
Sin embargo, las negociaciones son vistas con escepticismo por defensores de los consumidores, que temen que debiliten estándares en áreas como seguridad agrícola y alimentaria, privacidad de datos, productos financieros y medio ambiente.
“Estamos convencidos de que este acuerdo comercial creará más empleos y más crecimiento y nos ayudará a salir de la crisis económica”, dijo ayer en Ginebra el comisionado de Comercio de la UE, Karel De Gucht.
Según funcionario de la UE, esta ronda abarcará “acceso de mercado para bienes, servicios, inversión, compras públicas, temas regulatorios y barreras no arancelarias en áreas como aduana, propiedad intelectual, energía y materias primas, y medio ambiente”.
Esta amplia agenda fue fijada con la expectativa de que los negociadores primero abordarán áreas de mayor acuerdo antes de centrarse en puntos más delicados.
Entre las fuentes de mayor fricción están los estándares para la exportación de ciertos productos agrícolas de EEUU, tales como semillas modificadas genéticamente, carne con hormonas y cerdo alimentado con un aditivo conocido como ractopamina.
Sin embargo, en vista de las revelaciones de los programas de vigilancia de la Agencia Nacional de Seguridad de EEUU, se espera que las demandas de Washington para que la UE flexibilice su protección de datos también sean un punto de disputa.
Un mayor acceso a compras de EEUU, especialmente a nivel estatal, podría ser un gran tema, tal como el establecimiento de un marco para armonizar la regulación financiera, que Washington ha resistido hasta ahora.
A pesar de los desafíos, los líderes empresariales de EEUU saludaron la posibilidad de un acuerdo e impulsaron a los negociadores a conseguir un acuerdo lo más acabado posible.
En cambio, una coalición de grupos de consumidores de EEUU y la UE dudan que “un acuerdo centrado en una ‘armonización’ regulatoriasirva a los intereses de los consumidores, los derechos laborales, el medio ambiente y otras áreas de interés público”, y temen que conduzca “a menores estándares y límites regulatorios”.