Puede que la Navidad no llegue a Planalto, pero las festividades pueden ofrecer un respiro a Lula y el real.
Por: Marcela Vélez-Plickert | Publicado: Viernes 20 de diciembre de 2024 a las 09:11 hrs.
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Foto: Reuters
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Hemos estado tan concentrados en la Reserva Federal y Donald Trump, sazonado con algo de crisis europea, que los problemas de Brasil se han ido cocinando a fuego lento, hasta que rebosaron y llamaron la atención la semana pasada.
No es para menos. A pesar de más de US$ 12.000 millones en intervenciones cambiarias sucesivas y un alza de tasas de interés por encima de lo esperado, el banco central brasileño no fue capaz de detener la depreciación del real. La moneda incluso supera en su caída frente al dólar al peso mexicano, considerado inicialmente como la primera víctima de la amenaza de Trump de elevar las tarifas.
El real acumula una caída de casi 26% frente al dólar en 2024. En una señal de que gran parte de la debilidad se debe a problemas internos, la depreciación de la moneda brasileña se aceleró desde que el ministro de Finanzas, Fernando Haddad, presentó su plan de ajuste fiscal. No sólo el plan fue retrasado tres veces, además llegó acompañado de un aumento de las exenciones tributarias al impuesto a la renta que hizo al mercado dudar del apoyo con el que cuenta Haddad en su tarea por mejorar la balanza fiscal. En palabras simples: el mercado cree que Haddad se está quedando solo, y que el presidente Luiz Inácio “Lula” da Silva no apoya el ajuste.
En un seminario reciente, el director del FMI para el Hemisferio Occidental, Rodrigo Valdés explicó que desde el organismo ven con preocupación el retraso del ajuste fiscal en la región y sobre todo que varios gobiernos, con capacidad de hacerlo, parecen no estar convencidos de los beneficios de mejorar el balance fiscal. ¿Se refería a Lula?
El mercado creyó que sí. Al menos así lo percibió después de que Lula declarara que el verdadero problema de Brasil no es el déficit fiscal -que ronda el 7% del PIB- sino las altas tasas de interés.
Sí, la tasa de interés de Brasil ha vuelto a superar el 12%, tras la decisión del Copom de un alza de 100 puntos base en su última reunión. Ya adelantó además que está listo para realizar ajustes similares en sus dos próximas reuniones. Eso llevaría la tasa de referencia a 14,25% en marzo próximo.
Pero, contrario a como sostiene Lula, la acción de Copom brasileño es lo único que está evitando una crisis mayor. El alza de tasas de interés, también contrario a lo que sostiene Lula, es el resultado de una economía que se está sobrecalentando en parte por la expansión fiscal. Después de un intento por reducir el gasto público tras la pandemia de Covid-19, el fisco brasileño retomó el ritmo de expansión hasta marcar un 46,2% del PIB proyectado para este año, superando incluso el nivel de gasto registrado en 2020. También se registra un aumento del endeudamiento. Si bien la mayoría está en moneda local, la deuda pública roza el 78% del PIB y, de no haber cambios, crecería otros dos puntos porcentuales el próximo año.
La situación de Brasil llamó la atención de Wall Street la semana pasada en cuanto contribuyó a que el dólar retome su tendencia al alza. Analistas citan la falta de opciones en monedas emergentes, entre las que usualmente México y Brasil suelen ser las favoritas.
A modo de regalo para Planalto, el Copom publicará el 23 de diciembre las nuevas proyecciones del mercado. La publicación se realiza cada mes y serán las primeras tras la acción del emisor brasileña y tras el aceleramiento de la caída del real.
Luego, inversionistas tendrán la mirada puesta en las nuevas señales de inflación. El 27 de diciembre se publica el Índice General de Precios, que se usa comúnmente para reajustar contratos, como alquileres y servicios; y la medición quincenal del Índice de Precios al Consumidor. Alzas en los índices de precios por encima de lo previsto aumentarían aún más la presión sobre el emisor brasileño, que además tendrá una prueba a su independencia.
A partir de enero, el Copom quedará bajo el liderazgo de Gabriel Galípolo, designado por Lula para el cargo y considerado hombre cercano al Partido de los Trabajadores. Sin embargo, Galípolo se verá presionado a adoptar una postura más ortodoxa que la esperada seguramente por el mandatario brasileño, quien ha criticado más de una vez públicamente al central y su saliente presidente Roberto Campos Neto por las alzas de tasas. El mercado quiere ver un cambio de actitud de Lula para recuperar algo de confianza en el real y el futuro de la economía brasileña. Navidad es un tiempo de reflexión. Lo debería ser en Planalto.