El plan del presidente de EE.UU.,
Barack Obama, para ayudar a los propietarios de casas más morosos
con US$ 75.000 millones ha suscitado resquemores en ciertos sectores, dando cabida a críticas de los más conservadores.
"El gobierno promueve la mala conducta", proclamó el comentarista
de la cadena financiera CNBC, Rick Santelli, quien levantó aplausos
y ovaciones entre los agentes en la Bolsa de Chicago cuando sugirió
un referendo nacional sobre el plan de Obama.
"Hay mucha gente que ha hecho sacrificios para pagar puntualmente
su hipoteca, hay muchos propietarios que no se lanzaron a la compra
de casas más grandes que las que podían pagar y hay mucha gente que
se ha quedado pagando alquiler porque no podía comprar una casa",
añadió Santelli.
"¿Por qué ahora todos tenemos que subsidiar a los perdedores, los
que no pueden pagar las hipotecas muy altas en las que se
metieron?", se preguntó el periodista.
La propia Sheila Bair, presidenta de la Corporación Federal de
Seguros de Depósito, la agencia del Gobierno que garantiza los
depósitos bancarios hasta US$ 250.000, reconoció el enojo de
buena parte de la ciudadanía.
"Como persona que hace los pagos puntuales de su hipoteca, yo
entiendo el resentimiento de los compradores de casas que sienten
que a otros se les recompensa por su conducta arriesgada", dijo Bair
hoy en el programa "Good Morning America" de la cadena de televisión
ABC.
Los informes del Gobierno y del negocio inmobiliario muestran que
en enero disminuyó, por séptimo mes consecutivo, el inicio de
construcción de viviendas, mientras que la bajada ha sido del 56,2% en un año.
"En última instancia, todos pagamos por esta crisis de las
hipotecas", dijo Obama cuando anunció su plan ayer en Arizona.
"Todos vamos a pagar un precio mayor si permitimos que esta
crisis se ahonde", argumentó.
La "crisis hipotecaria" castiga, a grandes rasgos, a dos sectores
diferentes.
Uno es el de unos tres millones de compradores que no pueden
pagar, están atrasados en su cuota mensual y asumieron préstamos
excesivos. Muchos han perdido sus empleos y, si no reciben ayuda,
perderán también sus casas.
Hay otros 10 millones de compradores que sí pueden pagar la cuota
mensual, pero sus propiedades valen menos que sus hipotecas, por lo
que muchos prefieren venderlas o deshacerse de una inversión que
nunca les dará ganancia.
Los precios de las casas cayeron casi un 15% en 2008 y
muchos analistas creen que podrían tumbarse otro 20% este
año.
El argumento principal del Gobierno de Obama ante quienes
critican la intervención es que la multiplicación de ejecuciones de
hipotecas erosiona el precio de todas las casas en los alrededores y
la depreciación perjudica aun a los buenos pagadores.
"¿Es justo para todos que intervengamos? Quizá no. Pero,
francamente, ya estamos más allá de esa discusión", dijo Bair.
El secretario de Vivienda, Shaun Donovan, comentó por su lado hoy
en el programa "Today" de la cadena NBC que la crisis de las
hipotecas se ha convertido en una crisis del empleo.
El Gobierno "ha incluido en este plan mecanismos suficientes como
para que los bancos -que deben ponerse a la altura de la situación-
empiecen la refinanciación de hipotecas", añadió.
El plan, de hecho, ofrece ayuda a los compradores que están "con
el agua al cuello" o ya "sumergidos", es decir aquellos cuyas casas
tienen ahora en el mercado un valor muy inferior al préstamo por el
cual tomaron la hipoteca.
No obstante, el plan excluye a los compradores que tomaron
"préstamos jumbo", aquellos que exceden los parámetros de las
empresas hipotecarias paraestatales Fannie Mae y Freddie Mac.