París despertó el lunes envuelta nuevamente en smog. La contaminación generada por unas emisiones por encima del umbral legal es un vergonzoso recordatorio para el presidente francés, François Hollande, de que el deseado acuerdo sobre el clima requerirá algo más que simple parloteo diplomático.
La capital francesa recibirá el 30 de noviembre a los líderes mundiales para la vigésimo primera conferencia de Naciones Unidas sobre el cambio climático, conocida como COP21, evento dirigido a producir un plan conjunto para contrarrestar el calentamiento global.
Hollande, que pretende que Francia sea un ejemplo para las 195 naciones que participan en el encuentro, se reunió a principios de semana con su homólogo chino, Xi Jinping, para presionarle a comprometerse con las políticas necesarias para alcanzar un amplio acuerdo.
“Como una de las mayores economías, China es uno de los principales emisores pero también es líder en tecnologías verdes”, afirmó Hollande.
De la reunión de ambos mandatarios salió una declaración de 21 puntos firmada por ambos países que subraya la meta de un calentamiento global de 2 grados centígrados, frente a los compromisos anunciados por el momento por los países, que no lograrían bajarlo de 2,7 grados, según los cálculos más optimistas.
Críticos en Francia
Pero los problemas domésticos también acompañaron al gobierno francés a China. La ministra de Energía y Medio Ambiente francesa, Ségolène Royal, afrontó desde allí las acusaciones de que no están tomando las acciones necesarias para prevenir la elevada contaminación en París.
“Si la contaminación continúa y las autoridades locales solicitan limitaciones de tráfico, serán garantizadas”, dijo la ministra en una entrevista en RTL Radio. La alcaldesa de París, Anne Hidalgo, había hecho un llamado previo para la implementación de medidas extraordinarias que reviertan la emisión de partículas contaminantes.
Francia ha propuesto que las 28 naciones de la Unión Europea recorten la emisión de gases de efecto invernadero en 40% para 2030 y aspira a convencer a los participantes de la cita de París a aprobar el primer acuerdo vinculante desde el protocolo de Kyoto en 1997.
Aún así, los más críticos subrayan que las políticas domésticas no están cumpliendo con la promesa de convertir al país en un referente de “excelencia medioambiental”. Desde el domingo, Airparif, agencia financiada por el gobierno, advierte que los niveles de partículas finas están en niveles poco saludables en la región de París.
La postura del gobierno francés sobre las emisiones ha generado controversia. Ciudades como París han acusado al gobierno de no desalentar el uso de diésel, considerado parcialmente responsable del smog. Royal afirmó en octubre que el gobierno retirará las exenciones fiscales sobre el combustible después de 20 años de incentivos.