La administración Trump dirigió a China una serie de medidas relacionadas con la inversión, el comercio y otros asuntos que aumentan el riesgo de que las relaciones entre EEUU y su principal rival económico empeoren pronto.
En los últimos días, el presidente Donald Trump presentó un memorando en el que pide a un comité gubernamental clave que frene el gasto chino en tecnología, energía y otros sectores estratégicos estadounidenses.
La administración también pidió a las autoridades mexicanas que impongan sus propios aranceles a las importaciones chinas, una medida que se produce después de que algunas empresas de la nación asiática trasladaran su producción al vecino de EEUU para evitar los aranceles que el republicano promulgó en su primer mandato.
EEUU también propuso tasas sobre el uso de buques comerciales fabricados en China para contrarrestar el dominio de la nación en la producción de buques. Las acciones navieras chinas cayeron el lunes, mientras que el índice de referencia CSI 300 bajó un 0,2%. El yuan onshore subió un 0,1% hasta 7,2480 frente al dólar a las 4:21 p.m. en Shanghái.
En conjunto, las medidas equivalen a las acciones más radicales y contundentes dirigidas a Beijing en el incipiente segundo mandato de Trump y podrían complicar un acuerdo para reducir el superávit comercial de China con EEUU que el presidente ha indicado que quiere forjar.
El memorando que contiene la orden al Comité de Inversiones Extranjeras en EEUU —un panel secreto que examina las propuestas de entidades extranjeras para comprar empresas o propiedades estadounidenses— parece ser la más impactante de la serie de medidas.
Al referirse a Beijing como un “adversario extranjero”, dice que los cambios son necesarios para proteger “las joyas de la corona de la tecnología, los suministros alimentarios, las tierras de cultivo, los minerales, los recursos naturales, los puertos y las terminales marítimas de EEUU”.
“Esto probablemente sea una decepción para Beijing, que esperaba ofrecer inversiones a gran escala en EEUU como concesión en una negociación”, dijo Martin Chorzempa, miembro del Peterson Institute for International Economics en Washington. “Esto pone en duda si EEUU estaría abierto a ese tipo de inversión”.
El gasto de China en Norteamérica cayó a finales del año pasado por debajo de los niveles observados durante lo peor de la pandemia —una baja que probablemente se debe a que los posibles inversionistas estaban esperando a ver si Trump ganaba las elecciones en noviembre— y las restricciones suponen un nuevo obstáculo para cualquier recuperación de esa cifra.
Después de que se publicara el memorándum, Beijing instó a Washington a dejar de utilizar las cuestiones económicas y comerciales como arma. El impulso del gobierno estadounidense para reforzar las revisiones de los lazos comerciales por motivos de seguridad socavaría gravemente la confianza de las empresas chinas que invierten en EEUU, dijo el Ministerio de Comercio.