Economía

El despegue europeo en cámara lenta

Las economías europeas están repuntando gracias a la fuerte depreciación de la moneda común. Sin embargo, el panorama registra grandes diferencias de país en país y el repunte es vulnerable a un deterioro del frente externo.

Por: Diario Financiero | Publicado: Lunes 9 de noviembre de 2015 a las 04:00 hrs.
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Las economías de la Unión Europa están repuntando gracias a que la fuerte depreciación del euro ha contribuido en parte a devolverles la competitividad. Sin embargo, la velocidad de las mejoras es muy diferente en cada país.

Las 19 economías que comparten la moneda única se expandieron a una tasa promedio de 1,5% en el segundo trimestre. Incluso Grecia, que recién comienza a dejar atrás la amenaza de un default, registró un sólido avance de 1,7%.

Francia, en cambio, la segunda economía del bloque, creció 1,1%, mientras que Italia, la tercera economía de la UE, remontó 0,7%.

La recuperación, además, es vulnerable a factores externos, como la posibilidad de que la Reserva Federal de Estados Unidos comience a subir pronto las tasas de interés arrastrando los flujos de inversión y poniendo presión al alza al euro, además del impacto global de una posible crisis en China.

El Banco Central Europeo está apoyando la reactivación de la demanda y la inversión en la región a través de una política llamada alivio cuantitativo (QE, su sigla en inglés) que considera comprar bonos por 60 mil millones de euros todos los meses. Pese a que ha tenido cierto éxito en reactivar el crédito, todavía no hay señales claras de que esté impulsando los precios, un factor vital en el bloque, amenazado por la deflación.

Aunque el rol de los bancos centrales tradicionalmente ha sido combatir las escaladas de los precios, la deflación puede ser incluso más dañina, porque, tal como ha ocurrido en Japón, puede provocar un círculo vicioso de caídas de precios, estancamiento de salarios y baja de la demanda.

La meta de inflación del BCE es "cercana, pero inferior a 2%", objetivo que ahora no espera lograr hasta 2018. Para este año el BCE proyecta una inflación de apenas 0,1%.

La tarea del BCE afronta varios obstáculos. Por una parte, la caída de los precios de las materias primas, en especial el petróleo, crean fuerte presión a la baja y el elevado nivel de desempleo que persiste en la región es otro factor desinflacionario.

La autoridad monetaria afronta ahora el dilema de si debe extender aún más el masivo programa de estímulo y en su última reunión sugirió que podría hacer un anuncio en diciembre.

Tensa espera en Grecia

Aunque la amenaza más inminente de un default y salida de la zona euro quedó atrás, la situación de Grecia es todavía de una tensa calma. La crisis escaló en julio luego de que los electores rechazaran en un referéndum las condiciones del rescate financiero del FMI y del BCE.

En una jugada maestra, el primer ministro Alexis Tsipras convocó a elecciones anticipadas y consolidó su mandato, dejando fuera a los elementos más radicales de su partido.

Después de eso, aceptó la ayuda externa bajo las mismas condiciones que él mismo había recomendado antes a los electores rechazar en las urnas.

El financiamiento ha vuelto a fluir, pero los ministros de Finanzas de Europa han recalcado que no están dispuestos a entregar en noviembre los 15 mil millones de euros que Grecia espera para recapitalizar sus bancos si Atenas no supera los temas de manejo económico que tiene pendientes.

La eurozona está presionando a Atenas para que implemente 48 medidas económicas para asegurar que la llave del financiamiento no se cierre. Estas medidas consisten básicamente en mejorar la gobernanza del sector financiero y reformar su sistema de pensiones. Se espera que el país complete a tiempo estas medidas de modo que los ministros europeos den el visto bueno a los recursos que el país necesita en su reunión del 9 de noviembre.

Por su parte, el gobierno de Tsipras se propone extender los créditos del rescate y bajar las tasas de interés durante las negociaciones de la deuda. A más largo plazo, aspira a restaurar la liquidez y el acceso a los mercados durante los próximos 20 meses. En el país se mantiene todavía un "corralito" en la banca para evitar la fuga masiva de capitales y los ahorristas pueden retirar sólo 60 euros diarios desde sus cuentas.

Sin embargo, los llamados a dejar el euro han perdido fuerza. Los parlamentarios que pretendían a volver a la dracma, la antigua moneda griega, obtuvieron apenas 2,8% de los votos en las elecciones de septiembre, lo que no les permitió elegir representantes y mostró de paso que los griegos pueden rechazar la austeridad, pero sí quieren al euro.

El reelecto gobierno de Tsipras, en cambio, acaba de recibir el voto de confianza del Congreso.
Por otra parte, la eurozona también se vería perjudicada si Grecia abandonara el grupo, por lo que algún tipo de concesión es esperable.

Las duras condiciones del rescate, en todo caso, siguen pesando en el actual debate económico, y muchos, como los economistas Paul Krugman y Thomas Piketty, señalan que fueron ellas las que llevaron a Grecia a la recesión y al 25% de desempleo, dificultando más que facilitando el pago de sus compromisos. Quienes son enemigos de las actuales condiciones de pago piden la condonación de parte de la deuda.

Se espera que el gobierno griego anuncie las medidas para recapitalizar a los cuatro principales bancos griegos (Piraeus Bank, National Bank of Greece, Alpha Bank y Eurobank) con los 15 mil millones provenientes del tercer rescate.

Referéndum en Inglaterra

Aunque aún no tiene una fecha precisa, todos los ingleses saben cuál será la pregunta a responder en el referéndum anunciado por el primer ministro británico David Cameron para antes de que termine 2017. "¿Debe Reino Unido abandonar la Unión Europea?"

Saber cómo votarán los ingleses es mucho más difícil, como también lo es el cómo influirá la actual crisis de inmigrantes en su decisión. Esto, porque un tema polémico en Inglaterra es la libre circulación de los ciudadanos que está consagrado en el bloque. Luego de que, en 2004, la UE incorporó a diez nuevos países miembros, esto derivó en una oleada de inmigrantes que llegaron desde Polonia, Lituania, Letonia y Eslovaquia, entre otros Estados centroeuropeos, en busca de trabajo al Reino Unido. De este modo, mientras los partidarios de la Unión apuntan a los beneficios económicos que representa pertenecer al bloque, su detractores destacan la pérdida de identidad que puede acarrear el que más extranjeros lleguen a asentarse en Inglaterra. Nigel Farage, líder del Partido por la Independencia del Reino Unido (UKIP), representa este sentimiento al decir que mucha gente preferiría que el PIB fuera levemente inferior, pero que el país cambiara menos.

Para Cameron, quien prometió el referéndum en mayo, no ha sido fácil debatir con los líderes europeos los términos de la permanencia inglesa. Existe poca receptividad a las demandas de Londres porque para muchos eso significaría convertirse en un miembro "a la carta", privilegio que rápidamente impulsaría a otros países a buscar también un tratamiento "diferenciado". Sin embargo, si Reino Unido llegara a dejar el pacto podría estimular a otros países a seguir sus pasos, en especial si al hacerlo Cameron consigue un buen trato con la UE y no sufre mayores consecuencias económicas tras su salida.

Crisis migratoria

El debate sobre los inmigrantes no se limita sólo a la opinión pública y a la clase política inglesa. En los últimos diez años, los inmigrantes representaron el 70% del aumento de la fuerza de trabajo en Europa, frente al 47% en Estados Unidos. Pero la tendencia se ha acelerado en los últimos meses debido a la crisis humanitaria provocada por la guerra civil en Siria.

La oleada es resistida por algunos Estados que resienten que los miles de extranjeros que ingresan a través de países como Hungría se trasladen luego dentro del bloque en busca de trabajo. De esta forma, el acuerdo de Schengen, que establece la libre circulación de los ciudadanos dentro del área y es uno de los principales fundamentos del proyecto europeo, está ahora bajo cuestionamiento.

La masiva llegada de refugiados está poniendo presión sobre las debilitadas finanzas de la región en momentos en que el repunte todavía es vacilante. Alemania, la mayor economía del bloque, destinará 6.700 millones de euros para proporcionar alojamiento, comida y políticas de asimilación a los recién llegados. El aumento del gasto público es uno de los argumentos con que el canciller de Bavaria, Horst Seehofer, ha cuestionado la política migratoria de su aliada, la canciller Angela Merkel. Y la opinión pública alemana parece respaldarlo. Desde que Seehofer calificó la estrategia de Berlín como un error su apoyo ha subido en las encuestas, mientras el de Merkel retrocede.

La Unión Social Cristiana de Baviera propuso crear zonas fronterizas donde los refugiados puedan ser recibidos antes de que arriben a Alemania. Actualmente estas "aduanas" se encuentran dentro del territorio alemán.

Impacto económico

Los roces entre ambos socios reflejan las diferencias entre dos visiones políticas de fondo. Mientras que Merkel da la bienvenida a los refugiados como una manera de renovar a una envejecida Alemania, Seehofer, como la mayoría de los alemanes conservadores, desconfía de que la economía germana esté en condiciones de absorber a tantas personas. Pero Alemania al menos está mejor preparado para acoger a estos miles de refugiados que naciones como El Líbano o Turquía, donde la mayor parte de quienes huyen de Siria parecen inclinados a permanecer.

El mercado laboral alemán tiene un severo problema de escasez de mano de obra calificada, que sólo seguirá empeorando en la próxima década, a medida que la generación que nació después de la Segunda Guerra Mundial comience a jubilar. Hoy, el promedio de edad en Alemania es de 46 años, sólo superado por el de Japón. Se espera que esto golpee fuertemente al mercado del trabajo y los expertos advierten que ya es demasiado tarde para impulsar políticas que estimulen los nacimientos. Algunos aseguran por eso que la economía germana podría beneficiarse por la llegada de un millón de inmigrantes este año. Se trata en su mayoría de hombres de entre 18 y 34 años, quienes podrían inyectar juventud al mercado laboral.

Adicionalmente, los nuevos consumidores aumentarían la demanda interna, uno de los puntos débiles de la potencia europea, que tradicionalmente ha crecido enfocada en las exportaciones. Se calcula que la migración extra de este año podría inyectar medio punto al crecimiento del PIB alemán. Gracias a la mayor juventud de los inmigrantes, además, aumentarían el porcentaje de la población que trabaja en relación al de jubilados, aliviando así la presión sobre los desfinanciados sistemas de pensiones.

Sin embargo, no todos son optimistas. Qué tan rápido se traslade este aumento en la fuerza laboral al PIB dependerá de la velocidad con que los nuevos ciudadanos sean capaces de integrarse al mercado del trabajo. Aunque se estima que la barrera del idioma será un desafío inicial para los inmigrantes, la baja tasa de desempleo existente en Alemania, ayudará a que muchos encuentren pronto ocupación.

Aún así, según algunas estimaciones, se necesitarían varios millones de inmigrantes más que los actuales para poder mantener esa inyección de juventud en el mediano plazo. Por lo mismo, los nuevos trabajadores no serían la solución al problema del envejecimiento poblacional. Sin embargo, aunque no resolverán los problemas, sin duda ayudarán a atenuarlos.

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Stephen Jen: "Europa envejece y afronta hoy lo que Japón hace quince años atrás"

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- ¿Tomará fuerza el repunte en Europa?

- No. La parte de la economía sobreendeudada es el sector público. Las políticas oficiales están aliviando las presiones sobre los gobiernos, pero la medicina no aborda los temas de fondo.

- ¿Qué más se puede hacer?

- En el corto plazo, nada. Los países del sur se van a beneficiar más por el euro débil. La caída del petróleo ayudó, al igual que las tasas bajas. Si el Banco Central Europeo hace bajar aún más al euro sería útil, pero no se puede hacer mucho más porque el Pacto de Estabilidad impide que los gobiernos implementen repuntes óptimos.

- ¿Y la demanda interna?

- Europa es una sociedad que envejece y enfrenta hoy lo que Japón experimentó hace quince años. Son países extremadamente ricos, con un consumo muy alto, pero el crecimiento se quedó atrás. Eso es lo que realmente necesitamos.

- ¿Los inmigrantes ayudarán?

- En teoría, pero en la práctica no lo veo pronto. Nadie espera que puedan incorporarse luego a las fábricas. Al principio afectarán negativamente por la ayuda estatal.

- ¿Por qué el repunte es tan diferente en cada país?

- Es un misterio. Italia está luchando tanto como España con las reformas, pero no logra despegar. Quizás necesita más tiempo.

- Parte del repunte es por la baja base de comparación...

- Sí. Los países que muestran mejores indicadores son los que fueron más golpeados en 2008. Una de las mayores preocupaciones en Europa es la baja tasa potencial de crecimiento, muy por debajo de EEUU. Los países europeos necesitan reformas.

- ¿El alivio cuantitativo reduce el riesgo deflacionario?

- Toda la discusión deflacionaria es muy decepcionante. La deflación no es necesariamente mala. Mucha de la presión por menores precios viene de avances tecnológicos y la competencia de los mercados emergentes. Los sueldos están subiendo en China, pero aún son bajos. El envejecimiento de la población también afecta la trayectoria de la inflación. No deberíamos actuar antes de saber si es una desinflación buena o mala.

- ¿Inglaterra podría abandonar la UE?

- Es un punto clave. La regionalización de la UE no siempre es consistente con la globalización. Reino Unido enfrenta ese dilema. Quiere la seguridad de la demanda europea y quiere apostar por China y la globalización, por eso se frustra por las restricciones que vienen con la membresía. Con el tiempo otros países se harán la misma pregunta porque comenzarán a beneficiarse más de la globalización que de la regionalización.

 

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