Eduardo Duhalde, antiguo militante del Partido Justicialista (peronismo) de Argentina, ha sido actor clave de algunos de los momentos más relevantes de la historia de su país. En 2002, en medio del caos que dejaba la renuncia de Fernando de la Rúa, saltó desde la gobernación de Buenos Aires a la presidencia, donde luchó por recuperar la estabilidad. El fin de su gobierno marcó el ascenso de Néstor Kirchner al poder y de la corriente política que ha dominado durante los últimos doce años.
Ahora, asegura que el ciclo del kirchnerismo terminó definitivamente y que desaparecerá sin dejar huella. "Cuando una sociedad está agotada del enfrentamiento permanente, de las divisiones, busca cambiar. Y este gobierno lo ha dividido todo", asegura. Ese cambio, dice Duhalde, estará marcado por una nueva etapa de apertura para el país, que necesita poner fin a su aislamiento para afrontar el difícil panorama económico.
- ¿Cómo interpretó el resultado sorpresivamente estrecho en la primera vuelta de las elecciones presidenciales del domingo?
- La sociedad argentina está agotada de un gobierno que ha hecho de la confrontación su sello propio y que la ampliado inclusive a nivel internacional.
- ¿En dónde estuvo la clave del resultado?
- En la presidenta Cristina Fernández, que impuso a los candidatos, desde el vicepresidente hasta los gobernadores, lo que no está de acuerdo con un gobierno federal como el nuestro, donde los partidos eligen sus listas electoralmente. La presidenta eligió a gente que no estaba bien considerada por la gente y el resultado ha sido este.
- ¿Qué fue lo que pesó más en la mente de los votantes?
- La alternancia. La idea de cambiar. Cuando una sociedad está agotada del enfrentamiento permanente, de las divisiones, busca cambiar. Y este gobierno lo ha dividido todo, al sector gremial, al sector político. Los gobiernos autoritarios creen que pueden hacer cualquier cosa pero no es así. A través de los medios masivos de comunicación, que el gobierno quiso controlar, pero no pudo, la gente ha visto que permanentemente se agrede al que piensa distinto. Y también influyeron las permanentes denuncias de corrupción, con un gobierno que intenta manejar la justicia a su antojo.
- ¿Quién perdió más el domingo?
- Sin duda que el propio kirchnerismo. Se culmina de esta manera una etapa que no va quedar bien calificada en la historia argentina. El kirchnerismo no tiene ninguna posibilidad ahora de mantenerse como una corriente política. Han querido suplantar la historia, inventar una historia nueva, y en realidad es el fin de una historia. Nunca más podrán participar en la vida política argentina desde esa corriente.
- ¿Existe una ideología de fondo en esta corriente?
- No, son cambiantes. Creyeron que el momento de Sudamérica era de las izquierdas y se plantearon como un gobierno de izquierda pero de izquierda no tiene nada. El gobierno de Néstor Kirchner fue el primero de la historia de Argentina que después de asumir descubre que tiene una vocación empresarial. Normalmente cuando un empresario asume la presidencia deja sus negocios. Eso es lo ético. Aquí fue al revés. Cuando llegaron al gobierno utilizaron todos los mecanismos del poder para ampliar sus fortunas personales.
- ¿La presidenta queda expuesta a investigaciones sobre su patriminio cuando deje la Casa Rosada?
- Supongo que sí. Sería lo lógico.
- ¿Cambió el escenario para la segunda vuelta?
- El ambiente de cambio que se vive en Argentina no favorece (al candidato oficialista, Daniel) Scioli, que si bien es un dirigente ponderado, ha quedado encerrado por el gobierno y es muy difícil que la gente lo apoye ahora. No es porque él no lo merezca, pero ha quedado aprisionado por todos los dirigentes que le ha puesto la presidenta a su lado.
- ¿Cómo se vienen las estrategias de cara al balotaje?
- Se tenía que haber dado antes una coalición, como ocurre en Chile. No lo han logrado. Fue un error, pero ahora debería haber un acercamiento con Sergio Massa, porque si Mauricio Macri gana, tiene minorías muy notorias en el parlamento que le van a dificultar gobernar, pero todavía están a tiempo.
- ¿Se abre un nuevo escenario ahora para Argentina?
- Sí. Sobre todo abrirse al mundo. Argentina se ha cerrado. Estamos enojados con todos. Tenemos dificultades con Brasil, Uruguay, y ni decir con las grandes potencias. Acá se creyó que ofreciendo pelea a Estados Unidos eso iba a dar popularidad interna y posiblemente puede haber sido así en algún sector pero en realidad nos perjudicó mucho y nos sigue perjudicando. Nuestros sectores productivos no pueden importar, nuestra industria viene decreciendo hace años.
Tenemos que amigarnos con el mundo. En medio de un proceso de globalización no sirve estar aislados. Argentina necesita una apertura razonable. Abrirse al mundo porque estamos en dificultades serias. Durante doce años hubo viento de cola pero ahora el viento es de frente y requiere arreglar nuestros problemas internacionales que son serios.