Kamala Harris sale a la conquista de la clase media
Un discurso contra las grandes empresas y la promesa de ampliar los beneficios a los consumidores son los ejes económicos de la campaña de la candidata demócrata.
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A tiempo para la convención en que aceptará su nominación como candidata presidencial, el equipo de Kamala Harris ha dado forma al eje central de su campaña. La vicepresidenta y candidata demócrata deja a un lado el discurso centrado en la política internacional que marcó la precandidatura del presidente Joe Biden; y en su lugar ha adoptado un mensaje que apunta a la prioridad en la lista de temas de los electores estadounidenses: la inflación.
Si bien el ritmo del alza de precios se ha desacelerado en los últimos cuatro meses, durante la administración de Joe Biden (desde 2021 a julio de 2024), del cual Harris es vicepresidenta, la inflación acumula un alza de 21,35%.
“Los precios de productos cotidianos son todavía muy altos. Ustedes lo saben y yo lo sé. Cuando fui fiscal general (de California) fui tras esquemas de fijación de precios; y cuando sea Presidenta continuaré el trabajo de bajar los precios”, prometió Harris la semana pasada en un mitin en Las Vegas.
La convención nacional del Partido Demócrata comenzará este lunes, y Harris llegará con un claro plan para su campaña: acusar a las grandes empresas por la inflación.
“Será una prioridad desde el primer día el luchar para bajar los precios. Me enfrentaré a las grandes empresas que fijan precios abusivos. Me enfrentaré a los propietarios que suben injustamente los alquileres. Me enfrentaré a las grandes farmacéuticas y limitaré el costo de los medicamentos”, prometió Harris en otro reciente mitin.
El discurso de Harris se alinea así con el ala más progresista del Partido Demócrata, que acusa al sector privado por la era inflacionaria desde el fin de la pandemia; a pesar de que varios economistas, incluyendo el expresidente de la Fed Ben Bernanke y el ex economista jefe del FMI Olivier Blanchard, han publicado reportes explicando que la inflación (y no sólo en EEUU) fue el resultado de una fuerte demanda agregada debido a las medidas de estímulo fiscal y monetario y el exceso de ahorro, sumados a las disrupción de las cadenas de suministro.
En medio de la caída de sus niveles de aprobación, en marzo pasado el presidente Joe Biden anunció la creación de una “Fuerza Operativa contra los precios injustos e ilegales”, integrada por la Comisión Federal por la Libre Competencia (FTC) y el Departamento de Justicia. La instancia tuvo su primera reunión a inicios de este mes.
El equipo de Harris lleva la idea más allá al plantear la que sería la primera “prohibición federal contra la especulación o alza excesiva de precios”. En un comunicado, la campaña de Harris especificó que el foco estará en el precio de los alimentos y se implementaría dentro de los primeros 100 días. La propuesta incluye dar más poderes a la FTC para que aplique multas a empresas que superen los nuevos límites en alzas de precios.
La medida estaría acompañada de un mayor esfuerzo regulatorio contra las fusiones de grandes supermercados y productores de alimentos. El anuncio se puede interpretar como un respaldo a la labor realizada hasta ahora por la FTC bajo el mandato de la también progresista Lina Khan. La publicación especializada MLex reporta que durante el actual Gobierno la FTC ha bloqueado al menos 37 fusiones de empresas. (Actualmente, la FTC intenta bloquear la fusión de las cadenas de supermercados Kroger’s y Albertsons valorada en casi US$ 25.000 millones.)
Una prohibición federal contra la “especulación” o “alza excesiva de precios” es la política más específica que ha presentado hasta ahora el equipo de Harris y muestra cómo su plan de Gobierno se enmarcaría en principios ya delineados por Biden, pero llevándolos “un paso más allá”.
Por ejemplo, Harris apoya la idea de financiar su programa a través del alza de impuestos, pero ha prometido apoyar la propuesta de Biden de evitar alzas de impuestos para quienes ganen menos de US$ 400.000. Idea a la que Harris ahora suma una propuesta inicialmente presentada por Trump, que es la exención a los ingresos recibidos por concepto de propinas.
Esta última idea ha generado alerta entre economistas laborales, que advierten se generarían incentivos para que más empleadores en la industria de servicios transfieran a los trabajadores a remuneraciones por propina.
Otro ejemplo es la propuesta de entregar ayudas por US$ 25.000 para la compra de la primera vivienda, más que duplicando los US$ 10.000 que había ofrecido Biden al inicio de su campaña. Según The Wall Street Journal, el plan de Harris también contempla duplicar la oferta de incentivos fiscales de Biden para la construcción de viviendas sociales a US$ 40.000 millones.
Los obstáculos
Al igual que para Trump, los planes de campaña de Harris se enfrentarán al desafío de la conformación del Congreso. Desde 2011, EEUU ha tenido Gobiernos sin mayoría parlamentaria, a excepción del voto dirimente a favor de los demócratas en el Senado entre 2021-2023.
La falta de control del Congreso ha impedido a los gobiernos de turno pasar sus medidas más ambiciosas. Varias de las propuestas de Biden, incluyendo beneficios tributarios y alzas de impuestos no lograron pasar por el legislativo.
En el caso de los planes de Harris, ideas como el aumento de impuestos a las personas de mayores ingresos, se han visto frenadas antes también por el rechazo de legisladores demócratas.
La batalla por los impuestos será la más significativa que enfrentará el próximo ocupante de la Casa Blanca. En 2025 vencen las exenciones y medidas tributarias aprobadas en 2017, durante la gestión de Donald Trump.
De no aprobarse una extensión o una nueva reforma tributaria, la tasa de impuestos a las empresas retomará su nivel de 35% desde el 21% actual, y la tasa máxima para las personas volverá a 40% desde el 37%, a lo que se sumaría un recorte de hasta 50% en créditos y exenciones tributarias.
El otro obstáculo más inmediato es un cambio de escenario económico. Goldman Sachs y JPMorgan ven que el mercado está preciando entre 35%-40% de probabilidad de que la economía de EEUU entre en recesión antes de fin de año. Mientras, el FMI y la Fed proyectan que la inflación en EEUU cierre el año en torno a 2,3%, cerca ya del techo del rango meta de 2%. Parte importante de la moderación se ha registrado precisamente en el precio de los alimentos, cuya variación a 12 meses se ha mantenido en torno a 2,1%-2,2% desde febrero pasado.
“Parece que ese repunte de la inflación ha quedado atrás… y la gente está empezando a sentir que está saliendo adelante. Si yo fuera un candidato que ha basado su campaña sobre la mala gestión económica y que esperaba que el miedo a la inflación me sostendría hasta noviembre, me daría cuenta de que esa historia está bastante agotada y la gente va a empezar a ver que estamos de nuevo en un entorno de baja inflación”, advirtió en CNN Justin Wolfers, economista de la U. de Michigan, tras conocer los datos de inflación de julio.
Su declaración cuestionaba la campaña de Trump, pero podrían aplicarse a la decisión de Harris de hacer de la inflación tema central de su campaña. Mientras, la economía entra a un período de desaceleración.