Eduardo Levy Yeyati y el primer año de Milei: “No sé si exitoso, pero ha sido más efectivo de lo que imaginábamos”
Uno de los economistas argentinos más influyentes advierte que el ajuste no ofrece por sí solo una vía para que el país escape de su maldición de crisis recurrentes.
Cuando Javier Milei se dirija a Argentina el próximo 10 de diciembre tendrá un balance exitoso que mostrar para su primer año de Gobierno, al menos, en lo que se refiere al control de la inflación.
A su llegada a la Casa Rosada, Milei heredó una inflación mensual del 25,5% y hoy se ubica en torno a 2,6%.
La caída del IPC ha sido el resultado de una obsesión por reducir el déficit fiscal a través del recorte de gasto público. Sus medidas han convertido a Milei en el “rock star” que soñó ser en su adolescencia (de ahí la chaqueta de cuero y la melena), al menos entre las filas ortodoxas y libertarias en EEUU y Europa.
"Para el éxito haría falta no sólo una inflación anual de un dígito permanente, de la que todavía estamos lejos, sino un aumento de la inversión en capital físico y humano que siente las bases para este crecimiento. No hay que ser prematuros ni impacientes".
¿Fue el primer año del Gobierno de Milei tan exitoso como se presenta?
Es la primera pregunta a Eduardo Levy Yeyati, uno de los economistas de referencia en Argentina.
Levy es profesor plenario de la Universidad Torcuato Di Tella y Chief Economic Advisor de AdCap Grupo Financiero. Fue también economista jefe del banco central argentino, asesor del Banco Mundial, y estratega e investigador jefe de Barclays para la región.
“El ajuste del déficit primario es real y sorprendió por su profundidad (4,5 puntos porcentuales). Es el resultado del alza de impuestos (por ejemplo, a las importaciones), que compensó el impacto de la recesión en la recaudación, y sobre todo de una reducción importante del gasto del gobierno central (en casi 30%, o 4,5% del PBI). Dos tercios de esta reducción se explican por el recorte de las jubilaciones y de las transferencias a las provincias y por la suspensión de la inversión pública nueva", dijo.
Y agregó: "No sé si lo llamaría exitoso, pero al menos ha sido más efectivo de lo que imaginábamos, aunque no sin costo”.
El costo fue la contracción de la economía y el aumento de la pobreza. Tras la aplicación de las primeras medidas, la economía argentina se contrajo 5,1% anual; y la pobreza aumentó de 45,2% a 54,8%, según la medición del Observatorio de la Deuda Social que elabora la Universidad Católica de Argentina (UCA).
Pero ya hacia el fin del año, los indicadores están mejorando. En octubre, el índice de pobreza de la UCA se ubica en 44,6%, el mismo nivel que registraba al momento de asumir Milei. Mientras, JPMorgan asegura que la economía argentina habría crecido 8,5% en el tercer trimestre.
A pesar de la aparente mejoría, los investigadores de la UCA enfatizan que la reducción de la pobreza es el reflejo de la baja de la inflación, pero que no hay una recuperación en el poder adquisitivo de los hogares, acusando un aumento de la inseguridad alimentaria y la informalidad laboral por la destrucción del empleo asalariado.
Escépticos y críticos de Milei anticiparon que su terapia de shock de recorte de gastos provocaría manifestaciones masivas, anticipando una corta luna de miel. Las protestas han sido menores.
Para Levy Yeyati, se subestimó la tolerancia de la población a medidas drásticas e impopulares, en parte por el “rechazo social a los intermediarios tradicionales: sindicatos, organizaciones sociales, partidos políticos, y en parte la convicción de muchos de que este es el costo a pagar para superar errores del pasado”.
El sacrificio se ha visto justificado por la caída de la inflación, pero -agrega el economista- “con el tiempo demandará otros resultados económicos”.
- ¿Qué faltaría para que el plan de Milei se pueda considerar exitoso?
- La Argentina ya estabilizó la inflación en 1985, en 1991 y en 2002, pero no logró un crecimiento no inflacionario sostenido. Los planes de estabilización suelen confundirse con planes económicos, pero la estabilización lo que hace es crear un espacio político para las medidas y reformas necesarias para el desarrollo.
Para el éxito haría falta no sólo una inflación anual de un dígito permanente, de la que todavía estamos lejos, sino un aumento de la inversión en capital físico y humano que siente las bases para este crecimiento. No hay que ser prematuros ni impacientes.
- ¿Qué le ha sorprendido más en este último año respecto a la capacidad de Milei de gobernar y sacar adelante su plan?
- Posiblemente, el cambio cultural de un electorado peleado con la política y con las políticas públicas, que hasta ahora aceptó las penurias del ajuste como condición necesaria de un mundo mejor.
En la medida en que el Gobierno no pierda apoyo, una oposición vieja y sin refuerzas deja al desnudo su falta de argumentos (…) Milei juega solo, y a la vez exhibe una real convicción por el ajuste fiscal como fuente de todos los problemas argentinos, lo que genera credibilidad.
Los controles y prioridades
En su faceta de académico, Levy Yeyati ha dedicado gran parte de su carrera a estudiar los regímenes cambiarios y la dolarización financiera en Latinoamérica. Uno de sus coautores más frecuentes en este tema a inicios de siglo fue Federico Sturzenegger, hoy ministro de Desregulación y Transformación del Estado.
Para muchos, al inicio del Gobierno de Milei, la cercanía con Sturzenegger se interpretaba como una confirmación de sus planes para avanzar hacia la dolarización.
Sin embargo, y contrario a su discurso, Milei llega al cierre de su primer año de gestión con el peso argentino como la moneda que más se ha apreciado frente al dólar en 2024, con un avance de 40% en términos reales, según la consultora GMA.
- ¿Ha demorado el Gobierno en levantar los controles cambiarios?
-Mi impresión es que avanzará con la unificación cambiaria después de las elecciones (legislativas de octubre 2025). Podría hacerlo ahora, pero entiendo que prefiera consolidar las expectativas a la baja de la inflación y ganar fuerza en el Congreso, a expensas de seguir apreciando el peso.
Por otro lado, el cepo -en términos técnicos, la represión financiera- le permitió licuar parte de la deuda en pesos y le sigue permitiendo financiarse con pesos a una tasa subsidiada. Hoy están en condiciones de levantar el cepo y pagar una tasa de mercado, pero la tentación de seguir explotando los beneficios fiscales de las restricciones debe incidir de algún modo.
- ¿Si controlar la inflación fue el mantra del primer año de gobierno?¿Cuál debería ser el del segundo?
- El segundo, me imagino, es ganar las elecciones y dejar de depender de alianzas incómodas con el PRO (partido de Mauricio Macri). De este modo, blindaría legislativamente sus decretos o reformas y avanzaría con su polarización con el kirchnerismo, que creo es su estrategia para 2027. En términos económicos, el “mantra” sería llegar sin sobresaltos.
Levy Yeyati hace aquí un alto para dejar de hablar de política y mirar al largo plazo. Apunta que Milei heredó lo que denomina “el eterno trilema argentino”.
Éste consiste en la necesidad de bajar la inflación de manera permanente; dejar de abusar del dólar como ancla nominal, algo que genera una persistente expectativa de devaluación e inhibe la inversión mientras refuerza la dolarización y la escasez de divisas; y, finalmente, volver a crecer. El economista recuerda que el PIB per cápita de Argentina oscila alrededor de una tendencia declinante desde hace más de una década.
“El Gobierno puso el esfuerzo en el primer vértice del trilema, a expensas de los otros dos: un peso apreciado y una recesión con inversión en descenso. El mantra, entonces, sería el retorno de la convertibilidad del peso y varios años seguidos de crecimiento”.
- Milei cree firmemente que el crecimiento debe venir exclusivamente del sector privado. ¿Se están creando las condiciones? ¿No hay una fe excesiva al comportamiento de los privados?
- Milei es un minimalista del Estado: si en los 80's y 90's el neoliberalismo planteaba que el rol del Estado era cortar el césped y regar la cancha para que jueguen los privados, el minarquismo libertario lleva esto al límite. Yo considero este enfoque un poco naif: no hay evidencia de una prescindencia del Estado tan extrema. Pero trato de observar el experimento con la mente abierta. Dicho esto, no me sorprendería que, como le paso a Cambiemos en 2016, la ausencia de respuesta privada y el costo político de un estancamiento prolongado lleven al Gobierno a un giro menos pragmático, menos ortodoxo. Ya pasó con la dolarización y con la relación con el kirchnerismo.
- Milei ha insistido recientemente en avanzar hacia la dolarización endógena. ¿No abre altos riesgos para una economía emergente como Argentina?
- Siempre creí que, más allá de las convicciones del presidente, lo de la dolarización fue apenas un buen eslogan de campaña. Por lo pronto, el programa económico se ha movido en dirección contraria, tratando de fortalecer el peso. Así que para mí sigue siendo un debate académico. Dicho esto, y asumiendo que se tienen las reservas necesarias para dolarizar (hoy las reservas netas son negativas), la dolarización una vez que se controla el déficit y la inflación, no agrega mucho más que un corsé innecesario a la economía real. No tardó en descubrirlo El Salvador, sin reducir la indisciplina fiscal, como ilustran Ecuador o la Argentina de la conversión de los 90s.
- ¿Cuáles son los riesgos que ve en el plan de Milei hacia la mitad de su período?
- Riesgos inmediatos, pocos. La combinación de Donald Trump y China, es decir, de un dólar fuerte y una demanda débil del Asia emergente, afecta al país en su costado más débil: la integración y competitividad comercial. Una devaluación no arregla ese problema, es apenas un analgésico, pero la continua apreciación lo agrava, sobre todo porque envía una señal negativa y anti exportadora a la inversión.
El otro riesgo es político: la decisión de antagonizar con el kirchnerismo no le salió bien a Cambiemos; esta vez el kirchnerismo cuenta con menos apoyo, por lo que, si se fortaleciera en las encuestas, pondría en alerta a muchos inversionistas que volvieron a acercarse al país.
Pero el verdadero riesgo, apunta Levy Yeyati, está en la capacidad del propio Gobierno. Recuerda que un error de la gestión de Macri fue también creer que la estabilización y la reducción del gasto serían suficientes para incentivar la inversión de los privados. En el largo plazo, asegura, ninguna propuesta de gobierno será sostenible, si no se logra reactivar el crecimiento y salir de la trampa del ingreso medio.
En el corto plazo, el escenario favorece a Milei: “Se beneficiará con una inflación no derrotada, pero contenida, y un rebote que no es crecimiento, pero será visible”.
El 2026 -en palabras de Levy Yeyati- es un enigma.