A una década de la "Gran Crisis", diez expertos analizan las lecciones de la histórica debacle financiera
El colapso de los mercados desató una serie de medidas sin precedentes que han logrado devolver la estabilidad a la economía mundial pero que hasta la fecha sigue planteando desafíos y cuyo próximo retiro levanta aún más incógnitas.
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A una década del comienzo de la crisis que llevó a la Gran Recesión global, diez veteranos de la industria financiera comparten con los lectores de Financial Times sus reflexiones sobre las lecciones aprendidas desde entonces:
Steve Eisman, gestor de Neuberger Berman
El mercado hipotecario de EEUU implosionó entre enero y agosto de 2007. Estaba claro para los pocos que estábamos poniendo atención que los estándares para la entrega de créditos hipotecarios no existían. Bastaba con respirar para poder conseguir uno. Era así de sencillo. A principios de 2008 pensé que el sistema colapsaría en cualquier momento.
Antes de la crisis, la posición de los reguladores, compartida por el ex presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, era: confiamos en ustedes, sigan así. Esto ha cambiado. Ahora es más bien: no confiamos en ustedes. Vamos a vigilar todos sus movimientos.
El sistema está muy regulado, algo que creo que es correcto. La introducción de la ley Dodd-Frank dio más poderes a la Fed para regular el sistema. La toma de riesgos se ha reducido y los bancos de EEUU se han desapalancado. La Oficina de Protección Financiera al Consumidor fue otra importante iniciativa.
El mundo es hoy un lugar muy distinto al que era antes de la crisis. La realidad es que el sistema es mucho más seguro y no hay preocupación de riesgo sistémico. Por ejemplo, el ratio de apalancamiento de Citigroup ha caído mucho frente a los niveles de antes de la crisis.
Incluso si hubiera un problema con los préstamos subprime para la compra de vehículos, que algunos citan como una de las cosas que más preocupan hoy en día, no hay suficiente apalancamiento en el sistema para crear una crisis como la de hace una década.
Keith Skeoch, co-director ejecutivo de Standard Life Aberdeen
El impacto de la crisis financiera global fue tectónico y, como en todos los grandes seísmos, cambió el paisaje para siempre.
Sin embargo, todavía se sienten algunas réplicas en la industria de la gestión de activos. Aunque se han introducido medidas para recuperar la confianza, como la directiva Mifid II, y los recientes remedios contemplados en el estudio de mercado de la FCA, el regulador británico, todavía queda mucho por hacer.
De hecho, la recuperación de la confianza dominará la agenda del sector en la próxima década, en parte porque las necesidades de los clientes están cambiando.
Diez años después, los efectos de la crisis todavía se sienten en los retornos. Los tipos de interés en mínimos se han prolongado mucho más tiempo del que se pensaba, porque el crecimiento se mantiene bajo para los estándares históricos y las expectativas de inflación siguen bien ancladas. Además, todavía no hemos visto el impacto de la reversión de la gran expansión de los balances de los bancos centrales.
Esto significa que las rentabilidades estructurales seguirán siendo volátiles. Adaptar las ofertas de inversión y las estrategias para reflejar los rendimientos resultantes es un desafío fundamental para las gestoras de activos. Sin embargo, esto es esencial si queremos recuperar la confianza.
Yves Perrier, director ejecutivo de Amundi Asset Management
La crisis financiera de 2008 se produjo por un exceso de deuda, tanto pública como privada, en los países occidentales.
A esto se sumó una deficiente gestión de la liquidez y una excesiva toma de riesgos en las operaciones del sistema bancario. La nueva regulación ha conseguido abordar este problema, al menos en parte, pero todavía sigue siendo un asunto preocupante.
La crisis ha planteado preguntas sobre lo que antes considerábamos paradigmas. La deuda soberana ha dejado de ser un activo de cero riesgos y la distinción entre economías emergentes y países desarrollados ha perdido por completo su relevancia.
La gestión de riesgos representa un papel fundamental en la gestión de activos, al igual que las limitaciones de los reguladores, sobre todo en relación a los asuntos relacionados con la liquidez y con el crédito. Dicha gestión pretende evaluar si la relación entre el riesgo y la rentabilidad de los activos gestionados es coherente con las promesas que se hacen a los clientes.
Los activos globales bajo gestión han aumentado desde 2008, aunque el crecimiento ha empezado a ralentizarse en los últimos dos años. De hecho, el proceso de desapalancamiento apenas ha comenzado, a pesar de las políticas expansivas de los bancos centrales que han tenido como consecuencia los tipos de interés en mínimos.
En este contexto, las comisiones de gestión están bajando debido a la presión de la competencia. Dadas las características del negocio de la gestión de activos, la tendencia que hemos visto en términos de consolidación en este sector seguramente continuará.
Anne Richards, directora ejecutiva de M&G Investments
El caso de Northern Rock no fue la primera vez en que la combinación de crédito a largo plazo y endeudamiento a corto provocaba el colapso de una entidad financiera.
Hemos visto impagos en sitios inesperados que han afectado seriamente al sector financiero en el pasado. En ese sentido, la mayoría de las lecciones aprendidas de la crisis de 2007 son viejas lecciones que tuvimos que recordar.
Tarde o temprano habrá otros impagos con impacto sistémico, que provocarán volatilidad en los mercados. Lo único que no sabemos es cuándo llegará la próxima crisis. Una lección para las gestoras de inversión a largo plazo es que, aunque no podemos proteger completamente a los inversionistas frente al impacto de una crisis financiera global, podemos intentar explicar mejor los altibajos que se producen en las inversiones a largo plazo.
De esa forma, los inversionistas estarán mejor preparados desde el punto de vista psicológico y financiero para capear el temporal cuando llegue.
Matthieu Duncan, director ejecutivo de Natixis Asset Management
Echando la vista atrás diez años, cuando empezó la crisis financiera, los dos mayores impactos en la industria de la gestión de activos han sido la caía a mínimos históricos de los tipos de interés y la reacción de los reguladores.
Con respecto a lo primero, se podría decir que cuanto mayor es la fiesta, mayor es la resaca. En la fiesta que precedió a la crisis hubo muchísimos excesos. Es probable que todos subestimáramos los efectos de la resaca que seguiría a la crisis; en este caso en concreto, el largo periodo de represión financiera que se necesitó para resucitar la economía global y que ha supuesto un cambio radical para los mercados.
Las consecuencias para el sector de la gestión de activos han sido enormes y siguen estando entre los retos a los que se enfrenta la industria hoy en día. Respecto a la reacción regulatoria, estamos preocupados por las potenciales consecuencias no buscadas de que el péndulo regulatorio quizás haya retrocedido demasiado.
Dos de estas son el potencial para crisis de liquidez exacerbada en ciertas partes de los mercados de bonos y el potencial de reducción de la competencia y la innovación en la industria. Esto se debe a la creciente consolidación resultante de las mayores barreras de entrada, el enorme incremento en los costos relacionados con la regulación y la presión en las comisiones generada por las tasas de interés ultra bajas.
Solo ahora vamos a comenzar a ver las consecuencias en términos de la industria de gestión de activos.
Sandy Rattray, directora de investigación en Man Group
La crisis de 2008 nos enseñó muchas cosas, pero éstas son las tres lecciones que yo destacaría. En primer lugar, los riesgos que se presentan a priori en la cartera de valores suelen complicarse aún más una vez que se ponen en práctica las estrategias.
Los riesgos de contraparte pueden ser sutiles y evolucionar de forma inesperada en los periodos de tensión de los mercados. Durante la crisis, este fenómeno se vinculó con el corretaje de acciones e instrumentos de crédito, los instrumentos extrabursátiles e, incluso, las liquidaciones futuras. Claramente, el riesgo financiero cambió de forma impredecible y fueron muchos los inversionistas que fallaron a la hora de anticipar los cambios de liquidez que se estaban sucediendo.
En segundo lugar, los inversionistas deberían haberse preocupado por la saturación de estrategias. Créditos, hipotecas y estrategias cuantitativas de acciones apalancados fueron lo más destacado de 2008 y actualmente hay una larga lista de estrategias de inversión que parecen excesivamente populares.
En tercer lugar, el apalancamiento de capital es una herramienta eficaz cuando se utiliza con moderación en la gestión de carteras de valores. Pero, tras un periodo de baja inestabilidad, es inevitable que algunos de los inversionistas pueda aumentar la cantidad de apalancamiento que utiliza. Y esto puede suponer un problema cuando no se aplica la suficiente elasticidad en las carteras y en la diversificación real.
Rob Goldstein, jefe de Operaciones de BlackRock
Cuando los tiempos son buenos, con demasiada frecuencia ocurre que la gestión de riesgo se convierte en un tema secundario.
Diez años después de la crisis, la visión ha empezado a evolucionar desde "sería bueno tenerla" a "debemos tener la absoluta mejor". Incluso cuando la economía es fuerte y los mercados permanecen estables.
Así como los médicos combinan un mayor acceso a la información con los mejores informes médicos para hacer un diagnóstico, los inversionistas pueden combinar un mayor acceso a la información con el criterio humano para ayudar a evitar la expansión de futuras dificultades económicas.
Aunque la gestión de riesgos no sea la respuesta a todos los problemas financieros, es una herramienta esencial para analizar la información y tomar decisiones de inversión. Pero no podemos detenernos aquí. La tecnología de gestión de riesgos de 2007 no es adecuada para 2017, de la misma forma que la de 2017 no lo será para 2027.
Por tanto, debemos retarnos a nosotros mismos para evaluar cada factor, cada línea de código y cada elemento de información, financiero o de otro tipo. El mundo está cambiando y debemos instaurar la costumbre de preguntarnos acerca de nuestras suposiciones de manera que podamos mejorar.
Martin Flanagan, director ejecutivo de Invesco
Como fiduciarios, siempre tenemos en cuenta los intereses de los clientes. También reconocemos que los ciclos naturales del mercado pueden crear desafíos para clientes y empresas. La crisis financiera confirmó tres elementos clave que los clientes esperan de nosotros en esos momentos.
Los clientes quieren hacer negocios con una empresa que conoce sus necesidades; quieren estabilidad y una empresa con solidez financiera y que garantice que sus activos están seguros. La crisis también ha demostrado la importancia de tener un negocio donde reine la disciplinada.
Al retarnos constantemente a liberar recursos que nos permitieran reinvertir en el negocio, estábamos en una muy buena posición para mantener nuestro foco donde debía estar: en ayudar a nuestros clientes a navegar los mercados en un momento de extrema volatilidad.
La crisis puso de manifiesto el valor de adoptar una visión a largo plazo, que benefició no solo a nuestros clientes, sino también a nuestro negocio. Los mercados recompensaron a las empresas con recursos y fortaleza suficiente para permitir a los profesionales de la inversión hacer lo que mejor saben; buscar oportunidades para los clientes.
Adrian Grey, director de Inversiones de Insight
Hace diez años, las deficiencias en la regulación del sector financiero facilitaron un exceso de préstamos. Diez años más tarde, los mercados han aprendido por las malas que deben mantener las reglas básicas para ofrecer préstamos seguros.
Factores como una documentación objetiva y un estudio adecuado de la liquidez de los prestatarios y de la cobertura de la seguridad social, son esenciales para dirigir un mercado crediticio sostenible y responsable. Las crisis financieras que se han sucedido a lo largo de la historia deberían haber enseñado que el endeudamiento excesivo lleva, inevitablemente, al fracaso.
Pero, una década más tarde, parece que no hemos aprendido lo suficiente. Las condiciones económicas han fallado a la hora de revertir la situación a niveles normales. Especialmente en países desarrollados, cuyas economías todavía dependen de la liquidez y el endeudamiento, más que del aumento de la productividad cuando se trata de fomentar el crecimiento.
Y esta liquidez procede, en su mayor parte, de los bancos centrales en vez del sistema bancario privado.
Mary Callahan Erdoes, directora ejecutiva de JPMorgan Asset Wealth Management
Mucho se ha escrito sobre lo que realmente sucedió durante la crisis financiera, y claramente cuando algo ocurre por primera no existen precedentes. Por esto, en parte, es que pueden producirse reacciones tan frenéticas. Los mercados erráticos se permiten a sí mismos tomar decisiones irracionales. Hay tres lecciones importantes que tener presentes para una nueva crisis.
Primero, tener la Fortaleza para mantener la dirección. Las inversiones de largo plazo diversificadas tendrán éxito.
Segundo, hay que ser prudentes con el apalancamiento. Tener un socio de préstamos, no una facilidad de préstamos. Y tercero, un rápido y con frecuencia intense análisis de alocación de activos es el único remedio probado y verdadero.
No hay que dejar que los vientos del mercado nos saquen de nuestro curso. La próxima crisis sin precedentes nos golpeará sin advertirnos, así que hay que estar preparados.