La Comisión Europea (CE) mostró hoy su
satisfacción por el éxito de la ampliación de la Unión Europea hacia el Este,
pues ha impulsado el crecimiento tanto de los nuevos como los
antiguos socios, pero reconoció que la crisis está dejando patente la
debilidad de algunas de sus economías.
El Ejecutivo comunitario considera que la rápida integración de
los países del Este en la UE ha impulsado de forma clara su
crecimiento, pero también ha generado "vulnerabilidades" en algunos
de ellos que se están agravando con la crisis.
Estas conclusiones están incluidas en el último informe elaborado
por Bruselas sobre los efectos económicos de la ampliación de la UE,
que hoy presentaron los comisarios europeos de Asuntos Económicos y
Monetarios, Joaquín Almunia, y Ampliación, Olli Rehn.
Situación complicada
El informe aparece en un momento en que las economías de varios
de los nuevos Estados miembros están en una situación crítica, con
problemas para financiar su elevado desequilibrio exterior, viendo
cómo se deprecian sus monedas y el sector financiero -muy vinculado
a los antiguos Estados miembros- amenazado de derrumbe.
Ante las cada vez más frecuentes apelaciones para que la UE acuda
al rescate de estos países e incluso de los que no pertenecen
siquiera a la UE, Almunia dejó claro que la Unión está ofreciendo un
cuantioso apoyo financiero a los nuevos socios para sortear la
crisis.
El comisario subrayó que la UE está actuando "con las
herramientas que tiene a su disposición" y reclamó la implicación
del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial.
Bruselas es consciente de que el aumento de la inversión
extranjera hacia los nuevos Estados miembros impulsó la
reestructuración económica, el crecimiento y la creación de empleo,
pero también aceleró el crédito, hasta superar los niveles
razonables.
Esto ha generado el recalentamiento de la economía y
desequilibrios insostenibles en la balanza de pagos, fuertes
aumentos de los costes laborales e incrementos muy acusados de los
precios inmobiliarios, explica.
Además, en muchos casos los créditos, incluidos los hipotecarios,
se contrataron en monedas extranjeras, lo que ha colocado a las
empresas y familias en una posición de especial debilidad ante
posibles depreciaciones de la moneda nacional.
A ello se une la gran dependencia del sector bancario de los
grupos extranjeros, en su mayoría procedentes de Europa occidental.
Todo ello se ha complicado con la llegada de la crisis
financiera, por los problemas de financiación que ha traído, lo que
aboca a varios de esos países, según Bruselas, a severos ajustes.
Resultados de la ampliación
A pesar de este difícil panorama, el documento de la Comisión
trata de demostrar con una batería de cifras el éxito de la
ampliación y, así, destaca que la renta per cápita de los nuevos
Estados miembros ha pasado de una media de 40% en relación a la de
los quince antiguos socios en 1999 a 52% el año pasado.
También subraya que su PIB ha pasado de crecer 3,5% anual de
media entre 1999 y 2003 a 5,5% de 2004 a 2008.
Hace hincapié en que no sólo los nuevos países se beneficiaron
del impulso y calcula el avance adicional de la economía de los
Quince en torno a 0,5% anual, con mayor impacto en
aquellos países que aumentaron sus flujos comerciales y de inversión
hacia los nuevos socios.
En este punto, Almunia recalcó que la ampliación no se ha saldado
con traslados masivos de empresas hacia los nuevos Estados miembros
y subrayó que, excepto "algunos casos particulares", no hay
argumentos para culpar a la ampliación de pérdidas de empleo en los
socios más antiguos.
El informe también niega que se haya producido una avalancha de
inmigrantes y cifra el flujo de trabajadores llegados de los nuevos
a los antiguos países socios desde 2004 en 3,6 millones (de ellos,
el 18% tuvo como destino España).
Los comisarios insistieron en que toda Europa se ha beneficiado
de la ampliación y reseñaron que la UE es ya el área económica
integrada más grande del mundo, con 30% del PIB global, lo que
eleva su capacidad de influencia.
Rehn destacó, por su parte, que la Unión es un "polo de
estabilidad, democracia y fomento de la paz", para los Estados
miembros, los candidatos e incluso los países vecinos.