La intervención militar de Rusia en Siria está sirviendo como un anuncio todavía más evidente de la renovada determinación de Moscú de mantener un papel dominante en el Medio Oriente.
Pero más allá del resultado inmediato de la guerra civil que se está librando en esta área, los jefes militares de la OTAN ahora consideran que es una mayor jugada estratégica por parte de Vladimir Putin para desafiar al Occidente en un lugar 'más cerca de casa'. Según un alto funcionario civil de la OTAN, el Mediterráneo "es de nuevo un espacio disputado".
"Tenemos que estar preparados para que Rusia continúe siendo un factor en Siria durante mucho tiempo", declaró Alexander Vershbow, subsecretario general de la OTAN, a Financial Times el lunes, desde la sede de las mayores maniobras de juego de guerra de la OTAN desde 2002. Durante las próximas dos semanas, 'Trident Juncture' se llevará a cabo en el Mediterráneo occidental.
El despliegue de Rusia para luchar contra las fuerzas rebeldes anti-Assad representa un reto inmediato para el Occidente. Pero la presencia permanente y disruptiva de Moscú en el sur del Bósforo representa un reto a largo plazo. Vershbow aseguró que existen "mayores consecuencias resultantes de esta acumulación en el Mediterráneo oriental y de la capacidad de estas bases aéreas".
Rusia no ha tenido una presencia importante en el Mediterráneo desde el fin de la guerra fría. Y la falta de inversión, hasta hace poco, en su deteriorada flota del Mar Negro, con sede en Crimea, llevó a un sinnúmero de planificadores militares estratégicos a ignorar el área como una posible fuente de preocupación en relación con Moscú.
La renovada presencia de Rusia podría ser extremadamente disruptiva: abre toda la frontera sur de la OTAN a la provocación de Rusia, mientras que amenaza con restringir la "libertad de navegación" que le permite a la OTAN desplegar fuerzas militares rápida y fácilmente.
En el caso de EEUU, por ejemplo, podría complicar su capacidad para fácilmente desplegar algún contingente naval en el Golfo. Esta situación hubiera hecho que una decisión de la OTAN para intervenir en el conflicto de Libia en 2011 fuera mucho más difícil de planificar.
Existen además otras repercusiones: el regreso de Rusia al Mediterráneo repentinamente coloca a todo el continente europeo al alcance del creciente arsenal de misiles cruceros y balísticos rusos lanzados desde sus buques.
Con una flota aumentada ubicada tan al sur, el acuerdo recientemente firmado entre Rusia y Chipre — dando derecho a la marina rusa a usar sus puertos — también presenta nuevos desafíos.
La vigilancia y los dispositivos de guerra electrónicos de Rusia actualmente tienen el potencial de acercarse legal y regularmente a la base de la Real Fuerza Aérea británica en Akrotiri, base de una de las estaciones de escucha más importantes de la OTAN.
"Esto realmente representa un cambio fundamental en la postura de Rusia que será de larga duración", declaró Jonathan Eyal, director internacional del Royal United Services Institute en Londres.
Rusia no sólo ha comenzado un amplio conjunto de mejoras en sus instalaciones en Latakia y Tartus, sino que también ha reconstruido — por primera vez desde la guerra fría — su flota mediterránea.
Los funcionarios de la OTAN admiten que no existe una "estrategia sureña" que esté a la par de los recientes esfuerzos de la alianza en el este de Europa, en donde ha desarrollado una gama de respuestas con el propósito de contrarrestar la beligerancia de Rusia tras su intromisión en el este de Ucrania.
En el período previo a la reunión cumbre bianual de la alianza, la cual se celebrará en Varsovia en julio, tales asuntos dominarán las discusiones.
"Desde lo ocurrido con Crimea hemos trabajado en asegurar a nuestros aliados y ahora tenemos que ver cómo esa seguridad se convierte en disuasión", declaró a los periodistas el general Philip Breedlove, comandante supremo aliado de la OTAN, en Trapani, Sicilia, durante la ceremonia inaugural de los ejercicios militares.
'Trident Juncture' contará con 36.000 soldados que participarán, hasta principios de noviembre, en ejercicios que involucran 140 aviones, 60 buques y 30 naciones. No es casualidad — a pesar de lo que la OTAN ha cuidadosamente declarado en público — que las maniobras se lleven a cabo en el Mediterráneo.
"Hemos tomado en consideración muchas de estas nuevas amenazas", aseguró el general Denis Mercier, ex jefe de la fuerza aérea francesa y actual comandante supremo de transformación de la OTAN, en cuyo papel él es responsable de ayudar a las tropas de la OTAN a entrenarse y adaptarse.
El desafío más serio que Rusia ha representado para la OTAN ha influenciado los ejercicios. La estrategia de Moscú depende de forjar "burbujas" de protección, declaró un alto funcionario de la OTAN.
"Consideramos esto como parte de la totalidad de su doctrina. En Kaliningrado, en la ocupada Crimea — la cual los rusos están convirtiendo en una fortaleza — y ahora en Siria, vemos concentraciones similares de fuerzas destinadas a detener la libertad de acción y de navegación de la OTAN".
La flota mediterránea de Rusia, por ejemplo, está repleta de sus más poderosos misiles antiaéreos, los sistemas S-300, los cuales han sido instalados en todos sus buques, con excepción de en los barcos más pequeños. Para la OTAN esto crea lo que los estrategas militares llaman un problema de anti-acceso y negación de área — una zona de exclusión aérea — pero contra el Occidente.
Por esta razón, la OTAN está teniendo que, por vez primera, llevar a cabo sus prácticas sin suponer que tendrá el control total del espacio aéreo.
"Es algo totalmente nuevo", expresó el general Mercier. "Ahora tenemos una situación en la que estamos llevando a cabo ejercicios en un escenario en donde la OTAN no necesariamente tiene la ventaja del poder militar".