CEO Viña Casa Marín: “En China se nos abrió un espacio bastante más grande"
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Tenía unos doce años cuando su padre compró en un remate “ciego” un terreno en Lo Abarca, comuna de Cartagena. Era colchonero de oficio, boxeador y bombero y con esa decisión selló el destino de María Luz Marín, quien años más tarde, después de haber estudiado agronomía y especializada en enología, miró con otros ojos esas tierras cerca del océano en las que pasó parte de su infancia.
Había trabajado en la Viña San Pedro y otras empresas del sector, cuando decidió montar un viñedo en la zona. Cuenta que cuando empezó a contar que compraría terrenos para montar una viña, todos le preguntaban por qué no simplemente invertía la plata en terrenos más tradicionales para un viñedo. “Tú estás locas, me decían cómo vas a plantar en un lugar tan inhóspito, tan extremo”, recuerda.
Pero no. Insistió y a fines de los noventa empezó exportando vinos a granel masivamente al extranjero y luego se fue especializando en los más exclusivos, bajo la Viña Casa Marín.
-Vemos hoy vinos en la Araucanía, en Chiloé, cómo sigue la exploración…
“Nuestro país es una maravilla en diversidad geográfica y climática. Por lo tanto, hay muchos lugares para seguir inspeccionando. Y creo que lo que Chile está viviendo hoy día es maravilloso. Con toda la diversidad de vinos y de uva que están saliendo, yo creo que todavía hay mucho espacio más como para seguir innovando y seguir plantando, ya sea de norte a sur, o de cordillera a mar, a más altura o al lado del mar, como estamos nosotros.
El vino, como todo el mundo sabe, es el embajador número uno nuestro, pero a nosotros nos falta un poco de identidad como país”, dice.
Con respecto a la exploración de mercado, María Luz Marín reconoce el impulso asiático pero pone una advertencia sobre la mesa: “Es cierto que China está hoy día acaparando prácticamente el 70% de las exportaciones de Chile. Es un consumidor que no se llena nunca y, por la situación que China tiene con Australia, se nos abrió un espacio bastante más grande. Pero hay que tener mucho cuidado con eso, porque bueno, sabemos que China, este gigante asiático, también nos puede dar la espalda y no hay que poner todos los huevos en una misma canasta”.
¿Dónde poner las fichas? “Sin duda que Brasil es otro gigante y Estados Unidos, aunque hemos tenido algunos problemas al entrar como vino chileno. Hemos tenido mucha dificultad estos últimos años, pero se está abriendo. El Reino Unido, obviamente Inglaterra es un mercado en que hay que estar y hay que seguir con presencia, porque es de los grandes. Y dentro de Asia también. Corea viene muy fuerte… esos son lo más importantes”.
Además del desafío externo, hay temas internos que preocupan a los viñateros, como la escasez de mano de obra que se ha hecho creciente. Partieron trabajando con las personas que vivían en las localidades cercanas, para luego tener que ir al Valle de San Antonio a contratar. La llegada de Maersk a la región implicó un desafío para encontrar gente para las vendimias, por lo que la contratación de extranjeros fue la alternativa. Este año, prácticamente la totalidad fueron mujeres haitianas. La mecanización que están llevando a cabo las viñas grandes, para Casa Marín está fuera de la mesa, por las complejidades de un terreno escarpado.
Además, dice que la escasez de agua es “dramática”: “A partir del 2011 empezó el tema de escasear el agua. En estos últimos tres años estamos en un punto de preguntarnos qué sectores regamos. La única manera es regar mejor, ser más eficientes, es con, por ejemplo, más sensores de humedad y abrirse a alternativas que hoy parecen lejanas, como la desalinización o el tratamiento de aguas grises, que podrían ser un camino en el futuro”.
A nivel de ambiente local, Marín destaca la presión de los puertos en su actividad y el cambio que está generando en el sector.