El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, dijo hoy que pedirá a los
líderes que asistan a la próxima cumbre del Grupo de los Veinte (G-20) en Londres
un estímulo de US$ 1 trillón (un millón de millones) para las economías más pobres y vulnerables
del planeta.
Ban aseguró, durante una conferencia de prensa conjunta con
el primer ministro británico, Gordon Brown, que el mundo no puede permitirse
que la crisis financiera se lleve por delante el progreso logrado en la última
década en la lucha contra la pobreza extrema.
Ambos dignatarios se encontraron hoy con los medios de
comunicación tras reunirse durante media hora para conversar sobre la cumbre
del G-20 del 2 de abril en la capital británica, así como de la situación en
Darfur, Sri Lanka, Afganistán y Birmania (Myanmar).
"La crisis financiera sigue profundizándose y amenaza
con transformarse en una crisis de inestabilidad política y agitación social en
muchas partes del mundo", aseguró Ban a la salida de su entrevista con el
primer ministro británico.
El máximo responsable de la ONU dijo que acudirá a la cita en la capital
británica con una agenda de cuatro puntos, que incluye el rechazo al
proteccionismo, el desarrollo de una economía ecológica, la reforma de las
reglas financieras globales y la adopción de un paquete de estímulo para el
mundo en desarrollo.
"Este plan de estímulo debe ser de un tamaño
considerable, en proporción al problema, y debe incluir ayuda a los países más
pobres, créditos de los bancos multilaterales y aportaciones de liquidez",
apuntó.
Ban no precisó una cifra exacta, pero en una carta a los
líderes de las 20 principales economías del mundo que se distribuyó minutos
después, indica que la cifra de US$ 1 trillón es el monto que los países en
desarrollo necesitan para superar la crisis en 2009 y 2010.
En el documento, el secretario general considera que un
cuarto del billón de dólares se necesita para proteger a los países más pobres
y a las personas más vulnerables de las consecuencias de la crisis.
Las instituciones financieras multilaterales deberían
aportar otros US$ 250.000 millones en créditos a largo plazo para inversiones
en infraestructuras, proyectos de adaptación al cambio climático y programas
vinculados a los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), señala la misiva.
Los US$ 500.000 millones restantes servirían para asegurar
la liquidez de las economías más pobres, que como consecuencia de la crisis se
han quedado sin acceso a los mercados de capital o que solamente pueden recibir
créditos bajo condiciones muy onerosas.