Un momento especial vivió Enrique Marshall al despedirse el jueves -entre aplausos de sus colegas, como dicta la tradición- de su rol como consejero del Banco Central durante 10 años. Significativo, pero no único, pues su historia en el edificio de Agustinas 1180 también está marcada por otros hitos. De hecho, desde la gerencia general de la entidad -ya autónoma- lideró a comienzos de los '90 una "dura" reestructuración, que implicó reducir la plantilla de 1.200 a 600 personas para ajustarla a los nuevos tiempos. En 1993, privilegió la prudencia y dejó su puesto cuando su hermano Jorge llegó al consejo. Ahí vino su paso por la banca privada y como superintendente del área.
Su sello de banquero tendrá ahora otra etapa desde la vicepresidencia de BancoEstado. "Puedo ser un aporte interesante", se limita a decir. Los temas contingentes los posterga, hoy es tiempo de balance, uno al que definitivamente le da un sesgo positivo. Sus palabras reflejan el orgullo de haber sido parte del instituto emisor y quizás, por lo mismo, no extraña el llamado que hace este ignaciano, egresado de la Universidad de Chile y doctor en Economía de la U. de Notre Dame a "cuidar el lenguaje" en el contexto de la renovación de los consejeros. También no ceja en defender la importancia de mantener la inflación baja y estable.
- ¿La forma en que se eligen los consejeros es la que mejor dialoga con la autonomía del banco?
-Si uno hace un balance desde 1990, necesariamente debe concluir que el sistema ha funcionado relativamente bien. Hay dos elementos que aparecen con mucha claridad: la idoneidad de los presidentes, que han sido personas de excelencia, competentes, con trayectoria. Eso ha ayudado mucho. Y el otro es esta búsqueda de un cierto equilibrio de sensibilidades, de visión del país, de enfoque en materia de políticas públicas.
De pronto ha habido ciertas fricciones porque en la bajada de eso a veces no hay completa coincidencia, pero en general ha funcionado bien. Prueba de ello es que los últimos nombramientos han sido por unanimidad. Eso, de alguna manera, reconoce que se ha buscado acertadamente una visión equilibrada.
- Algunos critican eso...
- Sí, en el sentido de que una cosa es decir busquemos equilibrio y otra comenzar a hablar de cupos, de cuotas. Yo creo que el criterio es buscar equilibrio, no quiere decir que las sillas en el directorio estén reservadas a un partido.
-¿No se ha caído en esto de los cupos partidarios?
- De pronto se usa ese lenguaje, pero hay que ser cuidadoso con el lenguaje en el sentido de que no se haga referencia a cupos partidarios. El criterio es búsqueda de equilibrio. Además, una vez que los consejeros se integran al banco, pasan a representar el interés colectivo. No podríamos entender que representan a un sector de la sociedad.
- Pero cuando hablamos de distintas sensibilidades, algunas veces están ligadas con el mundo político. ¿Es un espacio que hay que cuidar?
- Sí. ¿Cómo se hace? Conservando la idoneidad, las competencias, evitando que aparezca que estos nombramientos están manejados por ciertos intereses.
Esto de las sensibilidades tiene una importancia, contribuye a darle legitimidad.Hay que pensar cuál era la situación antes del año 90, cuando se echó a andar la Ley Orgánica. Había dudas, aprensiones, y en buena medida eso se logró superar justamente porque apareció esta fórmula del equilibrio.
- Ahora se va a incorporar un consejero como Mario Marcel, con credenciales para ser presidente. Se va producir una disyuntiva con Rodrigo Vergara. ¿Esto puede jugar en contra?
- No. Creo que el banco ha alcanzado un grado de madurez institucional que le permite enfrentar este tipo de situaciones. La misma sucesión que se anticipó por dos o tres meses se ha dado en términos perfectamente normales. Por ejemplo, yo me resté de las últimas reuniones.
Además, desde hace algún tiempo hemos experimentado una situación nueva y es que el presidente del Banco Central ha tenido que interactuar con un presidente de la República que no necesariamente lo designó (...) Lo tuvimos con el presidente De Gregorio, y ahora con el presidente Vergara. Han interactuado con gobiernos que no necesariamente los nominaron y eso ha funcionado bien, lo cual da cuenta de que el banco tiene un grado de madurez. La cooperación no se ve comprometida para nada.
"Hemos definido una meta que es 3% y hay que perseverar en eso"
- ¿Los objetivos del banco -control de la inflación y el normal funcionamiento de los pagos- deben seguir siendo los mismos?
- Yo no innovaría en esa materia. No hay que perder de vista que los bancos centrales tenemos instrumentos limitados, no puede agregarle objetivos si al final las herramientas con las que podemos operar son las mismas de siempre. Objetivos y herramientas tienen que guardar relación.
- Ustedes cuentan con la tasa de interés como herramienta...
- Suena un poco simple. Es la tasa de interés, pero evidentemente pueden agregarse otros instrumentos.
- O sea cuando surgen estas ideas de que el banco ayude al crecimiento y al empleo, ustedes dicen "ya hacemos nuestro aporte".
- Lo que está detrás de esos planteamientos es decir mire no importa que la inflación se escape un poco. Pero nuestra experiencia indica que en estas cosas hay que ser muy sistemático, perseverar, atenerse a reglas, la discreción no es buena consejera en muchas de estas materias.
Nosotros también recogemos nuestra propia experiencia, no hay que olvidarse que este país fue campeón mundial en materia de inflación durante bastante tiempo, eso se olvida, pero lo fuimos.
Nosotros hemos definido una meta que es 3% y hay que perseverar en eso. Hoy la inflación se ha ido para arriba, pero el banco ha dado explicaciones de por qué ocurre, puede tener fundadas razones para pensar que volverá a converger, sin desconocer que hay una situación de incomodidad y hay algún riesgo de estar situado fuera.
- ¿Hubiera preferido irse con la inflación en 3%? ¿No lo frustra el 4%?
- Si se toma desde que se puso en aplicación la meta de inflación hasta hoy -15 años- y que coincide con 10 años en que he estado acá, la inflación promedio ha estado levemente por arriba del 3% .
El Banco Central no puede llevar la inflación a 3% todos los meses, eso es imposible, lo importante es que tenga una política orientada en un sentido, que tenga una meta, que la persiga con coherencia, y eso es lo que ha hecho.
Evidentemente que hoy la inflación está en un nivel que no es cómodo para quienes somos o hemos sido directivos del Banco Central. Eso es así.
- ¿Ve riesgo de desanclaje?
- El Banco Central ha sido bastante más claro en cuanto a que este es un tema, por supuesto que hay un diagnóstico, hay un reconocimiento de la realidad que se está viviendo en el mundo y en el país. Uno nunca puede descartar completamente esas cosas, pero creo que las señales apuntan justamente a acotar y evitar completamente ese riesgo.
- Y esa convicción de apostar por la inflación también se conjuga con la importancia de tener un tipo de cambio libre.
- El país ha pasado por distintos regímenes cambiarios, fijo, banda, y creo que hemos llegado a la conclusión de que lo mejor para un país como el nuestro es el cambio flexible, y ha funcionado relativamente bien (...) El haber podido acomodar una devaluación como la actual es un signo de que la política ha funcionado, sin desconocer que esa devaluación genera ciertos efectos.
Otros países de América Latina no lo han podido hacer, están de alguna manera procurando defenderse porque tienen el sistema financiero mucho más dolarizado, hay distintas situaciones y circunstancias.
- ¿Ha pasado bien los test?
- Ha pasado bien los test.
"A veces tendemos a reducir todo a la autonomía"
- ¿La autonomía es el mejor camino en el caso del Banco Central?
- Es clave, es una condición necesaria para que pueda cumplir bien su mandato, pero diría que a veces tendemos a reducir todo a la autonomía.
- ¿Cómo es eso?
- Tenemos un cuerpo legal, un estatuto orgánico que tiene varios elementos que son muy complementarios entre sí y que se refuerzan. Uno es la autonomía, pero también tenemos los objetivos y, en tercer lugar, está la prohibición de entregar financiamiento al gobierno o a las empresas públicas, ambos muy importantes.
En sus inicios el Banco Central tuvo un importante grado de autonomía respecto al gobierno. Sin embargo, y quizás fue un problema que tuvo la Ley Orgánica original -la de 1925- es que no acotó bien o no estableció una prohibición tajante respecto al financiamiento al gobierno y, por esa vía, el Banco Central se vio envuelto en dificultades a pesar que su directorio tenía cierta independencia respecto del gobierno (...) Y por distintas vías se ejerció presión para que el Banco Central le otorgara financiamiento al gobierno o a empresas públicas o a sectores productivos, apartándose de su rol esencial, que es proveer estabilidad monetaria.
- Y en esa lógica es un modelo a seguir por otras entidades estatales, siempre se pone de ejemplo...
- Es una discusión válida, pero hay que sopesar distintos elementos, porque el estatus del Banco Central es un poco especial. Aun reconociendo que son parte de la administración, uno puede perfectamente otorgar grados crecientes de autonomía, que por lo demás estuvieron reconocidos en buena medida por la Constitución del 25. Curiosamente, la Constitución del 80 implicó un avance importante en lo que se refiere a la autonomía del Banco Central, pero representó un retroceso respecto a la autonomía de los servicios públicos, como las superintendencias, como el Servicio de Impuestos Internos, en el sentido de que en esa Constitución se reconocía un grado importante de autonomía, la remoción de los altos funcionarios públicos, jefes de servicios, no podía ser efectuada por el presidente de la República en forma discrecional, tenía que contar con la aprobación del Senado.
Es un modelo, no estoy diciendo que tengamos que aplicar ese modelo, pero creo que hay opciones. La idea, por ejemplo, de que algunos nombramientos cuenten con la aprobación del Senado me parece que es un mecanismo posible sin que ello implique separarlos completamente de la administración.
Porque eso es lo que además contempla la Ley, la Ley habla de que las superintendencias son un servicio independiente. Lo que pasa es que nos hemos movido en una dirección tal que esa independencia se ha ido un poco cuestionando, perdiendo, se los ha ido entendiendo como que son servicios dependientes completamente. Hay que volver a la línea original, donde tenían un grado importante de autonomía.
"Hemos tenido buenos aliados"
- ¿Deja un mejor banco que al que llegó?
- En 2005 estábamos en fase de implementación, de aprender nuevas cosas o de políticas muy recientemente aplicadas (...) El Banco hoy día es mejor, no porque yo haya estado estos 10 años, sino porque simplemente ha habido equipos, objetivos, todos los presidentes que hemos tenido en este período -Corbo, De Gregorio y Vergara- han empujado a esta dirección con una gran continuidad, de manera tal que nadie ha hecho marcha atrás, hay que darle los créditos a todos.
Uno no le podría dar todos los créditos sólo al Banco Central, ha ayudado contar con una política fiscal responsable, que ordena el debate y tanto la política fiscal como la monetaria, sobre todo el objetivo de mantener una inflación baja y acotada, son cosas bastantes compartidas. Este es un objetivo indiscutible para el país y es bueno para todos, independientemente que las políticas del gobierno tengan un sello u otro.
También respecto del funcionamiento del sistema bancario, porque el país tuvo una crisis en los 80' y aprendió la lección, hizo las tareas y construyó un sistema mucho más sólido y eso también ha ayudado.
Hemos tenido buenos aliados durante todo este tiempo y eso hay que reconocerlo y eso ha ayudado a que el banco haga bien su cometido.
EN PRIMERA PERSONA- ¿Qué le dejaron estos 10 años?
- Reafirmaron la importancia que tienen las instituciones en el desarrollo de los países, en el sentido de contar con un Banco Central fuerte y sólido.
En lo personal, fue muy gratificante haber visitado mucho las regiones; recibí invitaciones de universidades, liceos, colegios y escuelas rurales, incluso algunas muy apartadas, también sindicatos, gremios empresariales. Más allá de lo que uno dice sobre el Banco Central, esta sensación de entender más al país fue valioso.
-¿Lo pasó bien?
- Esta es una gran institución y un excelente lugar para trabajar. Es un lugar bastante privilegiado porque tiene mucha información y hay un apoyo muy grande del staff. Una de las cosas que extrañaré es el aporte y el análisis que hace el staff.
- ¿10 años es un buen período?
- Está bien, es adecuado para nuestra realidad. Cinco miembros, 10 años cada uno, se renuevan cada dos años, me parece que la ecuación final es razonable. Por cierto, 10 años es un periodo largo pero en Estados Unidos son siete miembros y que duran 14 años.
LA CRISIS Y LA POLAR, DOS MOMENTOS CLAVE
-¿Cuál es un momento económico memorable? La crisis 2008-2009
- Sobresale sin duda la crisis. Nosotros sabíamos que había crisis en los países en desarrollo, pero la crisis dejó en claro que también puede ocurrir en los más avanzados. Ocurrió en el corazón del imperio. Hubo una sensación de que estábamos enfrentando un desafío mayor. Llevar la tasa a los niveles que alcanzaron en esa época (0,5%) fue algo completamente inédito y sin precedente alguno, que originaban una serie de preguntas sobre efectos. Pero pareció necesario hacerlo. Fue aplicar una medicina que se sabe puede ayudar, pero que no hay una experimentación previa respecto a los efectos colaterales.
Después vino todo el tema del retiro, que fue un desafío mayor.
Me imagino que quienes asistieron a la gran depresión de los años 30' también quedaron marcados por esa experiencia y aprendieron. Creo que la cordura ha quedado y queda esa sensación.
- ¿El momento ingrato? Fuego cruzado con la SBIF por La Polar
- Quizás por mi experiencia profesional previa, en lo personal fue ingrato el incidente de La Polar, cuando tuvimos algún grado de desencuentro con la Superintendencia de Bancos. Fue ingrato en general para el Banco Central, pero en lo personal también porque guardo un cariño muy grande por la Superintendencia de Bancos. A mí me tocó ir a la comisión para explicar la posición del Banco Central, porque el presidente y el vicepresidente en ese momento estaban fuera y por orden de sucesión me correspondía a mí, no es que me hayan enviado -como algunos pensaban- porque los temas financieros eran los más involucrados, no fue así.
Si yo hubiese dicho no voy porque no quiero involucrarme en un conflicto con la Superintendencia de Bancos, no habría cumplido con mi deber, lo tenía que hacer. Resultó ingrato porque pareció casi como castigar a un hijo. Fue una circunstancia que fue incómoda e ingrata.
Retos: el "peso" de las monedas chicas y el reclutamiento
A la hora de los desafíos, Marshall advierte tres áreas, aunque aclara que no hay nada "apremiante".
• Reclutamiento de personal especializado en ciertas áreas económicas. "Cuesta reclutar jóvenes economistas, de cierto nivel, con sus doctorados, que quieran venir al Banco Central. No es una tarea tan fácil, y eso tiene que ver en parte con que el mercado en Chile y afuera ofrece oportunidades. Y, a veces, se puede ver o percibir una carrera en el Banco Central un poco más lenta, menos atractiva, porque para avanzar hay que acumular años de experiencia, es una institución jerarquizada".
• Cono monetario. "Hay monedas que se han convertido en una cierta traba porque tienen muy poco valor y su manipulación para el comercio constituye dificultades. Monedas de 1 y 5 pesos no siempre están disponibles y hay un alto costo de manejar eso. Es un tema que afecta el proceso transaccional, el comercio, en fin. Ahí el banco tiene un proyecto para modernizarse... Y si bien el uso creciente de tarjetas ayuda, no basta. Tenemos un desafío, ir hacia un cierto sistema de redondeo, admitido por todos, quizás sancionado por ley".
• Modelación. "Nuestros modelos económicos requieren una actualización, en los países más avanzados se han ido desarrollando nuevos conceptos, tenemos una brecha que hay que ir cerrando gradualmente, aunque hemos estado bastante cerca de la frontera".