El secretario general de la ONU,
Ban Ki-moon, alertó hoy de que el "impacto real" de la crisis
económica puede prolongarse por años y subrayó que los indicios de
estabilidad financiera que se perfilan en algunos países son "sólo
señales".
"Sí, se ve estabilización financiera y crecimiento en algunos
países. Pero déjenme decirlo alto y claro: son sólo señales", afirmó
Ban en la apertura de la cumbre que desde hoy y hasta el viernes, la
Asamblea General de la ONU dedicara a buscar soluciones a la crisis
económica global y a mitigar su impacto entre los más pobres.
Ban subrayó que "para la mayoría de países, no hay 'brotes
verdes' de recuperación. Sólo hay campos en barbecho. El impacto
real de la crisis puede prolongarse durante años".
Asimismo, indicó que como resultado de la crisis económica global
millones de familias han caído en la pobreza y solo durante 2009
podrían perderse 50 millones de puestos de trabajo.
"Casi 1.000 millones de personas se van a dormir cada día con
hambre y muchos niños mueren por enfermedades que se pueden
prevenir", dijo Ban, quien señaló que para afrontar ese aspecto de
la crisis "se necesita solidaridad internacional. Se necesita a
Naciones Unidas".
Ban resaltó la importancia de las decisiones adoptadas en foros
de menor tamaño que la Asamblea, como el G-8, de los países más
ricos, o el G-20, de los desarrollados y en desarrollo, para
combatir la crisis, pero también pidió "aclarar prioridades" de cara
a sus próximos encuentros.
"La crisis económica global muestra que se necesita un renovado
multilateralismo. Sabemos que sin la regulación adecuada, la ruptura
de una parte del sistema tiene profundas repercusiones en las otras
partes", agregó Ban.
Los aspectos vinculados a la regulación financiera, así como la
reforma de las instituciones financieras multilaterales y la
creación de mecanismos que supervisen el cumplimiento de los cambios
adoptados en la cumbre son los principales puntos de divergencia
entre los países asistentes a esta reunión.
Buena parte de los países en desarrollo quieren que los tres días
de debates de esta cumbre sirvan para dar paso a cambios profundos
en la arquitectura financiera internacional.
Sin embargo, los países más industrializados se oponen a otorgar
un mayor peso a la ONU en la gestión de las instituciones
financieras multilaterales o en la creación de un marco regulador
financiero global.
Estas desavenencias se han reflejado en el bajo nivel de las
delegaciones que los países más ricos han enviado a la cumbre, así
como en la falta de consenso sobre el contenido del documento final
del encuentro que todavía se está negociando.
Está previsto que hasta viernes intervengan un total de 142
países de los 192 que componen la Asamblea, y que mañana lo hagan
dos de los pocos jefes de Estado que confirmaron su participación,
como son los presidentes de Ecuador, Rafael Correa, y de Bolivia,
Evo Morales.