El féretro de la reina Isabel II llega al castillo de Windsor, su última morada
Los 10 días de luto tenían la intención de brindar un amplio espacio para el duelo, pero también para marcar el papel de la familia real británica como fuente de continuidad en la vida nacional.
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El ataúd de la reina Isabel II llegó este lunes al Castillo de Windsor, su lugar de descanso final, después de un día de esplendor y duelo que atrajo a líderes mundiales a su funeral y a cientos de miles de simpatizantes que querían despedirse de la monarca que estuvo más 70 años al servicio del trono.
Los funerales se realizaron en la Abadía de Westminster, donde había unos 500 presidentes, primeros ministros, miembros de familias reales extranjera y dignatarios, entre ellos el presidente estadounidense Joe Biden. En esta ceremonia, volvió a sonar la música de la boda de la reina en 1947 y de su coronación seis años después. El féretro entró al compás de una partitura usada en todos los funerales de Estado desde principios del siglo XVIII.
El arzobispo de Canterbury, Justin Welby, dijo a los presentes que el dolor que sienten tantas personas en Gran Bretaña y en todo el mundo refleja la "vida plena y el servicio amoroso" de la difunta monarca. "Su difunta majestad declaró en una famosa emisión por su 21 cumpleaños que toda su vida estaría dedicada a servir a la nación y a la Mancomunidad (británica)", dijo. "Pocas veces una promesa se ha cumplido tan bien. Pocos líderes reciben la efusión de amor que hemos visto".
Tras el funeral, su féretro, envuelto en una bandera, fue arrastrado por marineros por las calles de Londres en un carro de artillería, en una de las mayores procesiones militares vistas en Gran Bretaña, en la que participaron miles de miembros de las fuerzas armadas vestidos con galas ceremoniales. El rey Carlos y otros miembros de la realeza les siguieron a pie, mientras las multitud arroja flores y vitoreaba al paso de la comitiva.
El féretro fue llevado desde la Abadía de Westminster hasta el Arco de Wellington y trasladado a un automóvil fúnebre para viajar al Castillo de Windsor -situado a unos 35 kilómetros de la capital- donde otra gran multitud esperaba pacientemente. Allí la reina será enterrada junto a su marido por 73 años, el príncipe Felipe, en la cripta de la capilla de San Jorge.