La peligrosa estrategia de Boris Johnson que podría derivar en nuevas elecciones generales
El premier británico quiere forzar a los británicos a elegir entre él o un gobierno socialista liderado por un Jeremy Corbyn cada vez más extremo.
- T+
- T-
Desde Londres
Las protestas se han vuelto permanentes fuera de Westminster, unas a favor y otras en contra del Brexit y de Boris Johnson. La sensación en el Reino Unido, o al menos en Londres, es que el país vive horas decisivas. Es el vértigo en el que el primer ministro, Boris Johnson, ha sumido al país, a 58 días de que se cumpla el plazo para el Brexit.
Los conservadores rebeldes (que se oponen a un divorcio sin acuerdo), a pesar de la amenaza de Johnson, se sumarán hoy a la oposición para aprobar una moción que obliga al primer ministro a retrasar la separación, a menos de que los parlamentarios logren aprobar un nuevo acuerdo o decidan apoyar un Brexit sin acuerdo.
El Partido Conservador incluso perdió ayer su mayoría, cuando Phillip Lee renunció a sus filas para unirse a la bancada liberal demócrata. Un cambio que, se proyecta, harían también muchos votantes conservadores en la próxima elección.
“Este es un escenario que seguro también fue considerado y, al final, el equipo del primer ministro decidió que la ganancia posible lo justificaba”, explica Mo Hussein, exasesor del gabinete de Theresa May.
La ganancia que espera Johnson, según el análisis de Hussein, es obtener una mayoría más fuerte y un renovado mandato para sacar al Reino Unido de la UE, además de salvar al partido.
¿Qué se viene?
Si la oposición vota para bloquear el Brexit sin acuerdo, Johnson se jugará su carta y presentará una moción para convocar elecciones generales el 14 de octubre. Ninguno de los conservadores que vote en su contra podrá ser candidato por el partido, por lo que los Tories que integren el nuevo Parlamento serán más proclives a apoyar un Brexit, con o sin acuerdo.
Al inclinar la balanza hacia ese lado, Johnson intenta además evitar que el Partido Conservador pierda su electorado en manos de UKIP, el partido nacionalista que demanda un Brexit radical, y que ganó las elecciones europeas en julio.
Para lograr esto, Johnson necesitará hoy de 434 votos, o dos tercios de los parlamentarios. La tarea requiere que el líder del Partido Laborista, Jeremy Corbyn, apoye el llamado a elección; sin embargo, ayer dijo que no respaldarán la moción, a menos de que el proyecto se apruebe antes.
Líderes laboristas, incluyendo al exprimer ministro Tony Blair, creen que todo esto es una trampa. Una encuesta de YouGov realizada a fines de agosto da a los Conservadores el 33% de la intención de voto, con 11 puntos de diferencia de los laboristas y 12 de los liberales demócratas.
No sólo son las encuestas. En una semana en que la posibilidad de un gobierno socialista se perfila como opción, el diario Financial Times publicó una serie titulada la “Revolución de Corbyn”.
El plan de Corbyn incluye nuevos impuestos, nacionalización de empresas y de acciones de firmas abiertas a bolsa, por unos US$ 360 mil millones. Además de medidas como deslistar de la bolsa a las empresas que no cumplan con los parámetros medioambientales o la obligación de hacer públicos los nombres y salarios de quienes ganen más de US$ 180 mil al año.
Presión de Johnson
Johnson es conocido por aprovechar su imagen despeinada, bonachona, divertida, para impulsar su agenda. Esta no es la excepción. Con una eterna sonrisa, el experiodista, exalcalde de Londres y exCanciller quiere poner al electorado británico contra las cuerdas: Yo y un Brexit, o el plan socialista de Corbyn. Yo o un “Parlamento traidor”, que bloquea el Brexit que fue pedido en el referéndum de 2016.
La estrategia también se aplica a Bruselas: mi plan para el Brexit o un divorcio sin acuerdo. Al Parlamento: mi plan o un Brexit sin acuerdo… o elecciones y un Brexit sin acuerdo.
“El primer ministro está tratando de crear las condiciones para convencer a la mayoría de parlamentarios de votar una versión casi exacta del actual acuerdo para el Brexit” (que fue rechazado tres veces durante el mandato de Theresa May), afirma Adrian Paul, economista de Goldman Sachs.
Para ello, con elección o no de por medio, el premier apostaría por alargar su permanencia en el cargo hasta después del Consejo Europeo del 17-18 de octubre.
Enfrentados a la opción de un Brexit caótico, el Parlamento podría inclinarse por finalmente aprobar el plan de May. Algo que postergaron durante tres años. Pero lo más probable es que Johnson pierda hoy su apuesta.
Corbyn y sus pares laboristas advierten que arriesgan una derrota si van a elecciones ahora. Además, un país en caos y en crisis es un mejor escenario para una revolución como la que quieren llevar a cabo.
Para Kallum Pickering, economista senior de Berenberg, el escenario más probable es que mañana la oposición y los rebeldes logren articularse en una mayoría suficiente para destituir a Johnson, pedir a la UE una extensión del plazo para el Brexit a enero de 2020, o convocar a una nueva elección.
En su análisis, Johnson y UKIP lograrían una cómoda mayoría de ir a unos comicios, que antes o después del 31 de octubre, serán un segundo referéndum sobre el Brexit.
Aunque en el mercado las apuestas por un Brexit sin acuerdo aún son altas (50%), Goldman Sachs prevé que un acuerdo bastante similar al que presentó May será aprobado, a última hora, antes del plazo. Incluso de haber una elección pronto, agrega Paul, “cualquier gobierno que busque sacar al país de la UE tendrá problemas para lograr términos distintos al acuerdo que ya existe hoy”.
El que después de tres años del referéndum aún no se haya podido alcanzar un acuerdo radica en las diferencias entre la élite londinenses y las provincias: entre un Parlamento donde la mayoría no quiere en realidad un Brexit (solo una versión “suave” de este) y un 52% de la población que votó a favor de dejar la UE.