Salir de la casa, ir al trabajo y volver para retomar la rutina que nos espera en el hogar parece un ejercicio simple, ya que nadie sale de su casa pensando que no volverá, o que lo hará accidentado. Pero la realidad es que los accidentes de trayecto son más frecuentes de lo que quisiéramos e implican un desafío para la seguridad y la salud de las personas. Si bien comprendemos que cruzar una calle mirando el celular es riesgoso, por alguna razón seguimos practicando este tipo de conductas, transformándose en un tema de salud pública.
En la ACHS miramos de cerca este fenómeno y analizamos las razones de estos accidentes, encontrando un patrón relacionado a las conductas. La mejor práctica internacional indica que, para modificar la conducta que deriva en un accidente de trayecto, las estrategias más efectivas son aquellas que “obligan” por diversos medios a modificar hábitos y cambiar cómo actuamos frente a un riesgo. Es por esto que la legislación vial juega un rol relevante en la modificación de nuestras conductas de desplazamiento.
En un ámbito personal, para lograr cambios en conductas, primero debemos estar conscientes de un enemigo oculto: el auto-refuerzo de la conducta insegura. Por ejemplo, si manejamos a exceso de velocidad lo más probable es que lleguemos antes a nuestro destino y si efectivamente no ocurre un accidente, la conducta riesgosa (manejar a exceso de velocidad) tenderá a repetirse en otras ocasiones: aprendemos y reforzamos las conductas inseguras. Por otra parte, las conductas seguras frecuentemente son auto-castigadoras. En el ejemplo anterior, implica la posibilidad de llegar más tarde al destino. Una vez conscientes de este fenómeno, es posible introducir intencionalmente conductas seguras a nuestras rutinas, por ejemplo, ir atento a las condiciones del tránsito y mirar por donde caminamos, entre otras que forman parte de la campaña “Saber llegar” de la ACHS.
Ante esta realidad ¿de qué tipo de sociedad nos queremos hacer cargo? ¿De una que se gratifique al evadir el riesgo cierto, o de una cultura que sepa premiar la conducta segura? El valor que los líderes de opinión o directivos de una organización asignen a una u otra opción, sin duda marcará qué tipo de conducta incorporaremos a nuestros hábitos cotidianos, “contagiando” hábitos seguros a los colaboradores a través del ejemplo o de campañas que nos lleven a tomar mejores decisiones en el trabajo y el trayecto a casa. Finalmente, a todos nos interesa llegar sanos y seguros de regreso al hogar.