Marie Kondo tiene razón, por más que muchos no la tomen demasiado en serio. La popular especialista japonesa en orden ayuda en algo más que acomodar la ropa. "Como es adentro es afuera" es una de las llamadas Leyes de Correspondencia del budismo. ¿Qué significa? Que todo lo que se siente, percibe o se vive en el mundo interior -aunque sea inconscientemente- se manifiesta de alguna forma en el exterior. De allí que el caos externo y el desorden permanente, tanto sea en lo personal o en el trabajo, dice mucho de uno.
Los estudios científicos que analizan los comportamientos humanos han establecido que el acumulamiento de cosas y el desorden están relacionados con diferentes clases de miedos. El miedo al cambio, a sentirse olvidado o dejado de lado, a la carencia y a ser poco considerado por los demás, simbolizan también una confusión interna, falta de foco en lo esencial, tendencia a la procrastinación (postergar las cosas) y a la imposibilidad de conducir las riendas de la propia vida.
El efecto nocivo de la energía acumulada
La energía que no canalizás o drenás convenientemente, se estanca. Al igual que el agua en una pecera, la vida necesita de oxígeno. Tomar acción sobre el desorden y el caos externo es una forma de hacerlo.
Cuando completas las acciones para reducir el caos externo, el resultado es que instantáneamente te sientes más libre, enfocado y disponible. ¿Cómo sucede?
Fundamentalmente porque liberaste energía trabada dentro tuyo que quizás no eras consciente que tenías. Al remover esos espacios internos aparece mucha más capacidad "de almacenaje" para procesar nuevas experiencias.
Si bien algunas teorías del caos organizativo lo asocian con cierta capacidad creativa, no hay nada de malo en cierto desorden por momentos: el tema es cuando se vuelve patológico, recurrente y sostenido en el tiempo.
Claves prácticas para resolver el desorden
1 - Los objetos y lugares cargan energía. Todo lo que heredas, o el nuevo departamento y oficina que ocupas, está impregnado de la energía de quienes te antecedieron. Habrás percibido algunas veces esta carga que no coincide con la tuya. Limpiá las paredes o pintalas completamente.
2 - Desordená y ordená de inmediato. Cualquier cosa de orden que te lleve menos de un minuto, hazlo en el momento. Lo que te lleve hasta cinco, completalo dentro de una hora; y lo que te lleve hasta media hora, programalo para resolverlo dentro del mismo día.
3 - Mantén tu objetos personales al día. Al estilo japonés, clasificá la ropa por estaciones; y obsequia a la caridad -o a quienes lo necesiten- aquellas prendas que ya hace más de un año que no utilizás.
4 - Limpia y ordena tu escritorio. Clasificá los papeles en carpetas bien rotuladas; los tarjeteros y contactos digitales por orden alfabético. Establecé una sola forma de ingresar datos en tus sistemas de la computadora. Hacé una limpieza completa cada 6 meses. Lo mismo vale para el orden en tu computadora personal o servidores que compartas, y los mails que se acumulan sin procesar en tu bandeja de entrada.
5 - Lee sólo un libro a la vez. Una pila de libros sin leer no te ayudará a terminar siquiera uno. Sincerate con aquellos textos que -¡sí, vas a leer!- y los que jamás vas a leer: dónalos o regalalos.
6 - Controlá tus impulsos de consumo. Antes de comprar, pregúntate: ¿es verdaderamente imprescindible? ¿Lo necesito? ¿Lo quiero? Elegí con criterio, no por capricho.
7 - La compulsión a comprar cosas denota emocionalidad inestable. Un capítulo especial para los momentos de bajón y tristeza, que suelen "rellenarse" con salir a consumir cualquier cosa. Conócete profundamente y no intentes tapar lo que sientes comprando objetos.
8- Pide ayuda profesional. Hay casos en que requerirás de un psicólogo, psiquiatra, consejero o coach para que te acompañe en el proceso de resolver el caos en el que vives.
9- Mantén tus finanzas lo más al día posible. Te traerá tranquilidad mental y de espíritu. Si no puedes estar meticulosamente en regla, al menos registra todas tus entradas y salidas, y las deudas, separadas por rubros.
10 - Asume las consecuencias. Vivir en forma desordenada te sume en mayor caos e incertidumbre, tristeza y hasta depresión. Hazte responsable de tu vida, corrigiendo a cada paso, hasta que el orden sea un hábito permanente.