El petróleo cierra la semana al alza, impulsado por la incertidumbre de la magnitud de la represalia de Israel contra Irán.
Políticos israelíes han apuntado a que la acción será “mortal”, “sorpresiva” y buscará “herir” a Irán, en respuesta al ataque con misiles lanzada por ese país contra Tel Aviv el pasado 1 de octubre.
Sus declaraciones encendieron las alarmas por un posible ataque a la infraestructura petrolera y nuclear iraní, en lo que podría marcar el inicio de una guerra frontal en Medio Oriente.
El petróleo reaccionó a las declaraciones con alzas de hasta 4%, después de que el presidente estadounidense, Joe Biden, sugiriera en un mensaje críptico la posibilidad de apoyo de EEUU en la represalia israelí.
Pero desde entonces las alzas del crudo se han moderado, aunque su precio se ha caracterizado por jornadas volátiles. El precio del petróleo marca un avance de 1,13% en la última semana, y de 8,7% en el último mes.
Las alarmas del mercado se dispararon brevemente cuando el barril de crudo Brent superó los US$80, después de dos meses bajo ese nivel. Sin embargo, cerró la semana en torno a los US$78-US$79. Muy lejos todavía de los US$90 en que transó en abril o a inicios de año.
Un alza sostenida del precio del petróleo complicaría los planes de los bancos centrales para reducir las tasas de interés, ante la posibilidad de un repunte de las presiones inflacionarias. Sumadas a las cifras por encima de lo esperado de creación de empleo e inflación en EEUU, las expectativas de un mayor precio del crudo se han reflejado en un dólar más fuerte (la divisa opera en su mayor nivel en siete semanas) y un avance de los rendimientos de los bonos del Tesoro.
Sin embargo, los temores se han moderado. En el mercado ha ido ganando terreno la idea de que hay suficientes factores que reducen el riesgo de una crisis petrolera que pueda tener un impacto en la inflación.
Uno de los principales puntos es que, a diferencia de lo ocurrido en 2006, la última guerra entre Hezbolá e Israel en el Líbano, EEUU es ahora un exportador neto de petróleo. Además, hay una baja en la demanda de China por la desaceleración económica.
Neil Shearing, economista jefe de Capital Economics, llama la atención sobre otros dos factores que podrían contener una crisis. El primero: la capacidad sin usar de los países de la OPEP. El segundo: los intereses de Arabia Saudita.
Irán produce entre el 3% y 4% del petróleo que se consume en el mundo, con China como su principal comprador. Un ataque a su infraestructura petrolera podría provocar un aumento de precio, al obligar a China a buscar otros proveedores.
Sin embargo, Shearing apunta que varios de los grandes productores están exportando por debajo de su capacidad. Un ejemplo es Arabia Saudita, principal productor. Como parte de su campaña para elevar el precio del petróleo, ha liderado la campaña para que los miembros de la OPEP reduzcan sus cuotas de producción. Esto ha llevado a que Arabia Saudita produzca ocho de los 12 millones de barriles que podría generar diariamente.
“A eso hay que sumar que Arabia Saudita ha descubierto lo costoso que resulta transformar su economía para reducir su dependencia del crudo; y podría estar llegando al límite de su tolerancia de los recortes de cuotas de producción. De ser el caso, podría aumentar sus envíos para compensar una eventual salida del crudo iraní”, afirma.
Pero no hay dudas de que una interrupción de las exportaciones iraníes causaría un shock en el corto plazo. Lo suficiente para complicar el escenario político, también para aliados de Israel.
“Golpear las exportaciones de Irán provoca todo tipo de efectos indirectos que, a su vez, pueden elevar los costos (políticos) para Israel, añadiendo la presión de Estados Unidos, China y la región”, analiza Esfandyar Batmanghelidj, CEO del think tank Bourse and Bazaar, enfocado en el desarrollo de Medio Oriente.
En su lugar, sostiene, cree que una respuesta israelí apuntará a la red de refinerías y distribución interna de combustibles de Irán, centrando el impacto en ese país.
Efecto local
También en el mercado local se considera que el alza reciente del precio del petróleo tendría un impacto limitado en el corto plazo. Marco Correa, economista jefe de BICE Inversiones, apunta al rol del Mepco para moderar las fluctuaciones en el precio de los combustibles, pero cree que las alzas recién se materializarían en noviembre. “Las gasolinas vienen cayendo desde mediados de mayo, haciendo una pausa en julio, para después seguir cayendo. El tipo de cambio en ese período se ha mantenido en promedio en torno a los $ 930. Por su parte, el petróleo cayó desde los US$ 80 por barril a mediados de mayo hasta US$ 65 hasta hace unas semanas. Volver nuevamente a los US$ 80 o, con mayor razón si se llega a US$ 90, debería llevar a un alza también en las gasolinas”, explica.
Desde el Observatorio para el Contexto Económico de la Universidad Diego Portales, el economista Juan Ortiz agrega que también hay que tener en cuenta las variaciones del tipo de cambio que tienen una incidencia directa al modificar la base y las variables sobre las que se calcula el precio mayorista. Un punto importante, considerando que ante el alza del precio del petróleo, el mercado ha buscado refugio en el dólar, llevando a su alza.
Ortiz tampoco ve un impacto local hasta noviembre. Por su diseño, el Mepco aísla el efecto de las alzas del precio del crudo Brent y del tipo de cambio por tres semanas. “Al cabo de la tercera semana se permite el cambio del precio mayorista”, explica.