La producción de acero, el ingrediente
básico de la poderosa industria nipona, registró en enero su mayor
caída desde el final de la Segunda Guerra Mundial por el descenso de
la demanda en sectores como el motor, la construcción o los
astilleros.
La producción japonesa de acero crudo bajó en enero 37,8% respecto al mismo mes de 2008, el mayor descenso desde que la
Federación Japonesa del Hierro y el Acero (JISF, en inglés) comenzó
a recopilar este dato en 1949.
Desde noviembre de 2008, cuando se registró la primera gran caída
en la producción del acero, los altos hornos japoneses se han
enfriado después de alcanzar en 2007 el máximo histórico de 120,2
millones de toneladas anuales.
Las reducciones de la producción han llegado a su nivel más bajo
en enero con un retroceso mensual de 14,9% con respecto a
diciembre y, según voces del sector, la desaceleración se hará más
evidente en 2009 con la caída de las exportaciones y de la actividad
de sus principales clientes.
Caída de la demanda
Para Kaoru Kikutsugi, jefe de estadística de la JISF, el menor
ritmo productivo se debe a un descenso de la demanda doméstica,
principalmente en el sector de la automoción y los
electrodomésticos, así como al clima pesimista que ha afectado a las
exportaciones.
"La situación es muy opaca y no se sabe hasta cuándo puede
durar", aseguró a Efe Kikutsugi.
Las industrias que dependen más directamente de esta materia
prima, sobre la que Japón sustentó su recuperación tras la Segunda
Guerra Mundial, ya han empezado a reducir sus pedidos,
principalmente los gigantes del motor como Toyota, Nissan o Honda,
que han entrado en un período de aletargamiento productivo por la
crisis.
Hidenori Monichika, experto de la Asociación Japonesa de
Astilleros, aseguró a Efe que "los nuevos pedidos de la industria
pesada han comenzado a bajar y, si la crisis se extiende durante más
de dos años, se convertirá en un problema serio".
Por ahora los astilleros japoneses, donde el 30% de los
costos se derivan del acero, no han recibido las temidas
cancelaciones de pedidos y no reducirán su ritmo de trabajo
significativamente en los próximos tres años.
Sin embargo, el nivel de trabajo de las siderúrgicas es un
indicador del futuro de la economía y el hecho de que se hayan
parado altos hornos confirma que la crisis de los grandes
exportadores nipones durará más de que se preveía a mediados de
2008, cuando se limitaba al sector financiero.