Aguas Nuevas profundiza plan contra el cambio climático con desaladoras en el norte e inversiones en Magallanes
Con iniciativas como una planta en Arica e inversiones en tratamiento en Puerto Natales y Punta Arenas, el grupo despliega su estrategia frente a los impactos en el medioambiente que “afectan a todo el país”, escenario en cual analizan la viabilidad de desalinizar agua de mar a futuro.
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Aguas Nuevas vive la crisis hídrica desde distintos frentes. Con sus filiales a lo largo del país -Altiplano, Atacama, Araucanía y Magallanes- el grupo de empresas sanitarias controlado por la japonesa Marubeni Corporation ha activado planes de inversión para asegurar la continuidad del servicio.
En los últimos cinco años, la firma ha desembolsado recursos en torno a US$ 90 millones en obras relacionadas con el cambio climático y proyectan continuar esa estrategia con un programa por US$ 12 millones en 2022.
“Las decisiones de inversión de cambio climático no son ni han sido coyunturales, sino que como empresa, al igual que la industria en general, nos hemos preparado con tiempo para estos nuevos escenarios”, señala el gerente general de Aguas Nuevas, Salvador Villarino.
En un contexto de sequía que ha llevado a las sanitarias a buscar acuerdos con distintos actores para asegurar el agua para consumo humano, el ejecutivo señala que si bien la compañía no ha enfrentado alguna “controversia directa respecto a asignar prioridades en el uso de derechos de alguna cuenca específica por condiciones de escasez”, precisa que algunos contratos de respaldo con regantes de Atamaca han visto restringida su disponibilidad, por lo cual han debido utilizar nuevas fuentes.
“Debemos tener presente que la variabilidad de las recargas de los acuíferos subterráneos podría amenazar -en escenarios de menor probabilidad, pero existentes- los caudales que somos capaces de producir”, indica Villarino sobre los escenarios que evalúan para Aguas Altiplano y Nueva Atacama.
En esa búsqueda, la desalinización se ha convertido en un punto de creciente interés para la compañía, con inversiones en proyectos para depurar fuentes de agua superficiales en sus dos sanitarias del norte del país.
A futuro, la empresa está abierta a considerar la opción de ampliar esta línea de desarrollo hacia la obtención del recurso desde el océano. “La desalinización de agua de mar es una opción que estamos evaluando y nos interesa explorar los modelos de financiamiento que permitan viabilizar proyectos de este tipo, buscando equilibrar el mayor costo de esta opción con el mejor estándar de respaldo que podríamos alcanzar en la prestación de nuestros servicios”, indica.
Considera que esta alternativa es la “mejor para asegurar continuidad en las ciudades costeras ante la variabilidad observada en las fuentes continentales, pero reconocemos que su costo es mayor que la producción desde pozos, como se realiza en los sistemas que atendemos en el norte del país”.
- En este escenario, ¿cuáles son los planes de Aguas del Altiplano?
-En Arica, Aguas del Altiplano continúa habilitando pozos en el valle del Lluta para garantizar el abastecimiento de la planta desaladora de esa fuente, que es la principal instalación para el suministro de agua potable de la ciudad. Sin embargo, continuamos avanzando y gestionando la futura habilitación de una planta desalinizadora para la ciudad, que permitiría contar con un respaldo ante escenarios posibles de baja recarga en los valles de Azapa y Lluta, desde donde hoy se abastece la ciudad. En Tarapacá, también a través de Aguas del Altiplano, destaca la renovación de redes de distribución del casco histórico de Iquique y de las zonas con suelos salinos de Alto Hospicio. Estas obras implican una inversión por más de $ 2.000 millones solo en 2021
-¿Cuál es la estrategia para el caso de Atacama, que está enfrentando una severa sequía?
-A través de Nueva Atacama destacamos el gran plan de inversiones que hemos venido realizando en el sistema de producción del valle de Copiapó estos dos últimos años, en un plan integral de $ 28.000 millones dentro del período. Próximamente, entrará en operaciones la desaladora de Caldera, una iniciativa estatal que operará nuestra compañía y que permitirá asegurar la continuidad de suministro del sistema Tierra Amarilla, Copiapó, Caldera y Chañaral, actualmente abastecido de pozos ubicados en la cuenca del río Copiapó.
-¿Cómo han enfrentado las restricciones de agua en la Araucanía?
-Estamos ampliando y modificando una serie de plantas de tratamiento, ante los cambios en las condiciones de calidad de las fuentes superficiales actuales. Destacan los proyectos de nuevas fuentes y plantas en Capitán Pastene, Los Sauces, Angol, Cherquenco, Lumaco y Lican Ray, con una inversión total de US$ 4,3 millones. Adicionalmente, Aguas Araucanía está realizando y evaluando interconexiones con sistemas de agua potable rural, de manera de apoyar a los respectivos comités con una fuente adicional de mayor confiabilidad.
-¿Han debido asumir medidas filial en el caso de Magallanes?
-Aguas Magallanes se encuentra desarrollando la ampliación y mejora de las plantas de tratamiento de Punta Arenas y Puerto Natales, que permitirán tratar las aguas de las actuales fuentes, cuya calidad en ocasiones puntuales se ha visto afectada en los últimos años, en términos de color y turbiedad, como consecuencia del cambio climático. Y la operadora desarrolla estudios para habilitar nuevas fuentes en Puerto Natales y Porvenir, con inversiones en estas dos plantas de producción de agua potable que superan los US$ 7 millones. En Magallanes, el cambio climático no es solo ausencia de lluvia, sino también cambio del comportamiento de las precipitaciones. Eso demuestra que el cambio climático afecta a todo el país.