Ricardo Mewes, presidente de la CPC: “Estamos peor que en 2019. No hemos sido capaces de solucionar muchos de los problemas que tiene la gente”
El dirigente gremial realizó un balance a cinco años del estallido social. Si bien ve algunos cambios, dice que en lo estructural aún hay muchos desafíos pendientes, tanto por parte de las empresas como del mundo privado.
Por: Carolina León | Publicado: Viernes 18 de octubre de 2024 a las 04:00 hrs.
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Fotos: Manuel Urzua
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En el cumpleaños de una de sus hijas encontró el 18 de octubre de 2019 al entonces director de la Cámara Nacional de Comercio (CNC) y hoy presidente de la Confederación de la Producción y del Comercio (CPC), Ricardo Mewes. “Estábamos en mi casa, celebrando, y de repente empezamos a escuchar las noticias”.
Junto con el temor que lo invadió por los hechos de violencia y vivir en las afueras de Santiago, inició contactos a nivel gremial y con sus vecinos. “No teníamos muy claro qué es lo que estaba pasando y ahí nos conectamos a las noticias de la televisión y pudimos ver el caos de lo que estaba pasando. Fue una pena terrible”, admite al recordar.
De hecho, uno de sus grandes lamentos es la violencia que, desde su perspectiva, se desencadenó desde ese momento, y el “mal manejo” que la clase política mostró ante la situación.
Crítico del mundo político, Mewes es tajante: “Creo que no estuvo a la altura, para en ese minuto primero darse cuenta de lo que venía y nunca usar esto políticamente. Al final sí, hubo un acuerdo político, pero ya eso fue tarde. Fue después de que se produjo este reventón y la gente estalló, y yo creo que estalló con razón”, asegura.
“Sin ser sociólogo, tengo la sensación de que mucho de esto no hubiera pasado si a la gente se le hubiera tratado dignamente”.
“El foco tiene que estar en generar puestos de trabajo, en sacar a la gente que está en la calle en la informalidad, porque esa gente no tiene acceso a la salud, no tiene acceso a seguridad social, nada”.
“Cuando había empresas que invitaban a proveedores a grandes comidas o invitaban a viajes. Eso es corrupción, y lo teníamos internalizado”.
Y los dardos no solo apuntan a la clase política, sino que al propio rol que desempeñó el sector privado. “Cuando uno ve, por ejemplo, que las empresas, particularmente aquellas que atienden público, no estuvieron a la altura, que cobros indebidos, etc. O sea, podemos ir sumando una serie de cosas que a la gente la dejaron hasta más arriba de la cabeza. Un Estado que tampoco respondió a los requerimientos de la gente, se puede ver en el tema de la salud, a la gente no la atendían oportunamente y esa gente claramente se sentía maltratada”, cuestiona.
Con todo, a cinco años, el dirigente reconoce que el estallido social cambió su visión de los problemas que tiene el país y sus distintos sectores; de la urgencia que requiere la solución de algunos de ellos; y la necesidad de hacer algo más por el país, “porque –enfatiza- el país tiene oportunidades en el mediano-largo plazo, creo que necesita con urgencia que podamos hacer algo distinto, salir de la caja. Y eso me tiene tremendamente preocupado”.
- Los $ 30 fueron la gota que rebalsó el vaso…
- Fue una cosa más. Con todas las bondades que puede tener el retail, con todas las bondades que tiene la empresa, pero yo creo que se cometieron muchos errores. Yo siempre he dicho que nosotros tenemos que poner los ojos en las personas.
“Hay personas que maltratan”
- Cuando usted plantea que se cometieron muchos errores, ¿particularmente a qué se refiere?
- En que no nos preocupamos de las personas, no nos preocupamos de esa persona que muchas veces pasa desapercibida, que no la consideramos, que sabemos que vive muchas veces en la extrema pobreza. Pero es poca la gente que se preocupa de ello. Que nos saltamos la fila, por ejemplo, que en la autopista hay gente que circula por la berma. Todas esas cosas van minando la capacidad de las personas y las va enrabiando.
Hay personas que maltratan. En las empresas muchas veces ni siquiera la gente saluda.
Entonces, preocuparse por el trato a las personas es algo que dejamos hace mucho tiempo de hacer. La gente quiere que la traten dignamente. Sin ser sociólogo, tengo la sensación de que mucho de esto no hubiera pasado si a la gente se le hubiera tratado dignamente.
- El presidente de la CPC de ese entonces, Alfonso Swett, hablaba de tratar dignamente a las personas, escucharlas y en su momento planteó: “Tenemos que agrandar nuestras manos, meternos la mano al bolsillo y que duela”. ¿Ese llamado al sector privado generó eco entre sus pares?
- Yo me quedo con la primera parte, porque el hecho de meterse la mano al bolsillo es fácil decirlo. Sin embargo, hay muchos que no podían meterse la mano en el bolsillo. Y otros, la gran mayoría del sector empresarial, nos hemos visto enfrentados en los últimos años a mayores costos para las empresas, como los derivados de la rebaja de la jornada a 40 horas, el alza del salario mínimo, el alto precio que estamos pagando para enfrentar la grave crisis de seguridad, el eventual aumento del 6% de la cotización para pensiones, por nombrar algunos.
Al tema de la dignidad de las personas, le doy la máxima importancia.
- Pero las críticas probablemente apuntaban al gran empresariado que representa la CPC...
- Pero resulta que normalmente la gran empresa es la que más paga. Entonces, ya, ¿podría haber pagado más? Sí, quizás podría haber pagado más, pero creo que el problema no estaba ahí. Yo creo que el problema es tratar a las personas dignamente. Creo que aquí lo que no nos fijamos es en respetar la dignidad de las personas.
- Usted cree que actualmente, a diferencia de cómo era hace cinco años, ¿hay un empresariado más consciente con la sociedad y con su entorno?
- Hubo un cambio, pero como todas las cosas, si ese cambio no se empuja permanentemente, tiende a perderse en el tiempo. Una tremenda iniciativa de la Cámara Chilena de la Construcción, que fue el Piso Azul, muchas empresas internamente empezaron a conversar con su gente, empezaron a tener espacios también dentro de las empresas, incluso más recreativos, y se empezaron a preocupar más de las personas. ¿Hubo un cambio? Sí. ¿Todavía falta mucho?, también falta mucho. O sea, yo no concibo, por ejemplo, que se haya tenido que hacer una ley para evitar el abuso laboral y el abuso sexual.
- ¿Siente que el mundo privado está más preocupado de las condiciones laborales de sus trabajadores? Esto también estuvo sobre la mesa. La última encuesta suplementaria de ingresos mostró que el 50% de los ocupados gana $ 582 mil mensuales.
- Las cifras son las cifras y contra eso no hay nada que hacer. Y, en ese sentido, así como he sido crítico respecto a las cifras de crecimiento, esas cifras son críticas para mí. Claramente, y particularmente la necesidad de crecer económicamente mejoraría muchísimo más esa cifra.
De repente puedo parecer que miro la vida quizás, a ratos, de forma muy simple. Pero si yo tengo buenas personas, les pago bien, las retengo en la empresa. Pero si tengo buenas personas y les pago mal, y tenemos crecimiento económico, esa persona se puede mover a otro empleo con mejores condiciones, hay movilidad en el empleo. Lo he repetido más de alguna vez, la mejor política pública es la generación de crecimiento para mejorar la empleabilidad de las personas. Y yo te podría asegurar que ese número cambiaría inmediatamente. ¿Hoy día es malo? Claro que es malo si no estamos creciendo.
Acá también debemos ver cómo generamos el espacio para que haya y realmente exista movilidad social cuando en la práctica la gente no se está capacitando. Cuando hay recursos que se pierden en capacitaciones de Excel, cuando hoy estamos hablando de inteligencia artificial, que no está muchas veces en el ADN de las empresas.
Hay que poner foco dónde se requiere. Si somos capaces de que los trabajadores, particularmente los sindicalizados, pongan arriba de la mesa -aparte del bono de término conflicto y sus condiciones particulares- el hecho de que puedan ser certificadas sus competencias laborales; o puedan hablar con la empresa para que los capacite en la transformación tecnológica que estamos viviendo. Bueno, eso te da pie para que ese trabajador, llegado al momento en que la empresa haga su transformación tecnológica -que la van a hacer- se le dé la oportunidad de que se preparen.
- Entiendo el punto, pero pareciera ser que no hay un diálogo fluido entre empleadores y trabajadores. Con las 40 horas, si bien en su momento se logró construir un acuerdo con el mundo empresarial, se implementó y comenzaron los problemas con la famosa reducción de minutos…
- Tiene toda la razón, pero también convengamos que la mayoría de las empresas ya implementaron la rebaja de la hora completa. Algunos sectores, por su especialidad, tienen el fraccionamiento.
- Si tuviera que sacar una foto de cómo está Chile hoy, en octubre de 2024. ¿Siente que hay un cambio? ¿Estamos mejor o peor?
- Estamos peor que en 2019. Tenemos un nivel de violencia y delincuencia inusitado. Si bien es cierto puede que no sea masivo, existe. Además, no hemos sido capaces de solucionar muchos de los problemas que tiene la gente. Y que incluso ni siquiera pasan por el tema de las pensiones. Seguimos en deuda con los temas de salud, en deuda con los temas de educación. Por eso digo que no estamos mejor que en 2019.
- ¿El empresariado ha ayudado a revertir el estado actual en el que estamos o siente que falta ponerse las pilas?
- Siempre se puede hacer más. Eso es clave. Hoy estamos permanentemente dialogando con los trabajadores. Para dialogar es clave construir confianza. Nosotros, y yo personalmente, tengo confianza con la CUT para decirles ‘mira, a mí no me parece esto’. Con los ministros pasa un poco lo mismo. Nosotros hemos planteado que nuestra mirada para ir solucionando los problemas es distinta a la que tiene el Gobierno. Aquí se han hecho cosas bien. Por ejemplo, y lo he conversado con la ministra de Salud, no hubo fallecidos con el virus sincicial. Pero, por otro lado, tenemos listas de espera eternas. Le hemos ofrecido al sistema de salud, a la ministra, apoyarlos con las listas de espera. Pero bueno, hay temas ideológicos que no permiten que el sector privado ayude, colabore en salir de donde está.
- ¿Hay un diálogo de sordos con el Gobierno? El empresariado dice que dialoga, pero el Gobierno dice que no. Con todo, últimamente vemos un empresariado más crítico, que incluso se baja de discusiones de políticas públicas como la negociación ramal…
- El foco tiene que estar en generar puestos de trabajo, en sacar a la gente que está en la calle en la informalidad, porque esa gente no tiene acceso a la salud, no tiene acceso a seguridad social, nada. Entonces, por eso digo que tenemos focos distintos, tenemos prioridades distintas. ¿De qué le sirve al país hoy día hablar de la negociación ramal?
“Más conectados con la sociedad”
- Las demandas que tenía la ciudadanía en 2019 continúan estando presentes: pensiones, salud, educación. Usted planteaba que la clase política no estuvo a la altura. ¿En qué está fallando?
- Nosotros -los empresarios- estamos más conectados con la sociedad que la clase política, y aplica para todos los sectores. Nos hemos acercado. Cuando salimos a regiones, por ejemplo, estamos más conectados con lo que está pasando a nivel de los gremios y, por lo tanto, a nivel de los trabajadores. Estamos mirando y por eso lanzamos Empresas por Chile, porque la gente está desesperanzada, y pudimos constatar eso producto de que empezamos a ver, a sentirle el pulso a las personas.
- Pero concretamente ¿dónde está la falla? ¿qué debería estar haciendo, por ejemplo, el Congreso, los parlamentarios?
- Conectarse con la gente, hablar con la gente...
- ¿Hay una autocrítica en el sector privado respecto a cómo se están haciendo las cosas? Lamentablemente, este año ha estado marcado por casos de corrupción.
- La corrupción hoy es parte del problema. Y si vamos hacia atrás, uno se puede acordar que habían empresas que regalaban bicicletas por cambiarse, y pasar una a otra. Eso es corrupción. Cuando había empresas que invitaban a proveedores a grandes comidas o invitaban a viajes. Eso es corrupción, y lo teníamos internalizado. Se naturalizó. Y yo creo que eso nos hizo muy mal. Y, el hecho de que se naturalizara nos llevó a la corrupción que estamos viviendo hoy. Hubo gente que además se sintió superior a otros y que dijo ‘a mí no me va a pasar nada´. Independientemente, puedo asegurar que la mayoría de los empresarios no son corruptos. Pero estos casos así efectivamente el daño que producen es tremendamente grande.