La remoción del ministro del Interior, Rodrigo Peñailillo, y posterior renuncia del titular de la Segpres, Jorge Insunza –quien duró menos de un mes en el cargo- provocó un fuerte remezón en el PPD, el partido cuya imagen ha resultado más dañada comunicacionalmente, como efecto del estallido del caso SQM y la aparición de una serie de boletas ideológicamente falsas vinculadas al núcleo más cercano del ex brazo derecho de la mandataria –incluido el mismo-, quien lidera la llamada G-90.
El escándalo que salpicó al grupo de dirigentes que en el primer tiempo del gobierno logró generar una red política instalándose en la segunda línea de ministerios clave, también ha sido aprovechado por quienes tienen una visión crítica de la gestión del timonel del partido, senador Jaime Quintana.
Estos últimos han levantado internamente un discurso catastrófico acerca de la realidad del partido a raíz de los últimos acontecimientos, ayudados desde el exterior por dirigentes de la Nueva Mayoría a los que les convendría debilitar a la colectividad ante futuras alianzas. Contrariamente todas las facciones del PPD descartan esta imagen interesada que se pretende difundir, desmitificando el poder de la G-90 en la tienda, que aseguran está totalmente “desarticulada” y que incluso nunca habría tenido la fuerza que se le atribuye.
Conscientes de este escenario, los máximos líderes de la colectividad acordaron durante el último Consejo Nacional -del 13 junio- cerrar el “Capítulo Peñailillo” pidiéndole a las huestes que no se sobrepasen en la defensa ni en las críticas al ex ministro, así como una “autorregulación”, para sacar el tema del debate público. Ello frente al temor de que el otrora hombre de confianza de Bachelet pudiera verse “arrinconado” y terminara involucrando a la mandataria en el financiamiento irregular de su campaña.
Pero a diferencia de la gran mayoría de los representantes del PPD, el diputado Pepe Auth levantó un discurso “enconado” en contra de la actuación del ex jefe de gabinete, pero que a juicio de los máximos dirigentes del partido no tiene justificación por lo que sólo se tejen teorías respecto del supuesto interés del parlamentario por diferenciarse con miras a las próximas elecciones internas y la disputa senatorial en Santiago Poniente en 2017.
El origen
En el PPD admiten que existe un malestar con la conducción de Quintana, que se arrastra desde la instalación del gobierno por la “irrelevancia” del partido en dicho proceso, que en la práctica quedó -según algunos representantes- absolutamente al arbitrio de Rodrigo Peñailillo, quien terminó colocando a sus más leales colaboradores en el gobierno, con el objetivo de crear en paralelo una red de poder con miras a las elecciones presidenciales de 2017.
En ese sentido en la colectivdad reconocen que “el poder del PPD en el gobierno no pasa por la mesa”, aunque por otro lado valoran que Quintana haya mantenido la “unidad” del partido a pesar del complejo trance que ha enfrentado desde el inicio de este gobierno.
Sin embargo, este acierto del senador se ve opacado por la preocupación que ha generado en algunos altos representantes el hecho de que el timonel haya asumido el discurso de la izquierda “encajonando al partido” en ese sector, desperfilándolo y atentando contra el objetivo de transformarlo en una entidad que represente los ideales de la socialdemocracia.
De hecho, en las filas del PPD todavía critican la polémica frase de la “retroexcavadora” con la que Quintana graficó el sentido de las reformas comprometidas por Bachelet y que también significó uno de los primeros conflictos al interior de la Nueva Mayoría.
Mientras, en el entorno del timonel defienden su desempeño y de paso desdramatizan el escenario de crisis que han descrito algunos dirigentes políticos, asegurando que la tienda “nunca ha dejado de funcionar” preparándose para los desafíos electorales que vienen en 2016 y 2017.
EL ACUERDO QUE GENERA DISCREPANCIAS
Entre los acuerdos que se adoptaron en el Consejo Nacional celebrado el pasado 13 junio, los dirigentes refrendaron la adherencia del partido a elaborar una nueva Constitución a través de una Asamblea Constituyente. Si bien este acuerdo habría sido adoptado de manera unánime, en el partido están conscientes de que costará llevarlo a la práctica porque al interior de sus filas, importantes representantes han expresado publicamente que no son partidarios de una AC. Entre ellos los senadores Ricardo Lagos Weber y Felipe Harboe. Es más, este último ha dicho: "Soy partidario que una nueva Constitución emane desde el Parlamento, con un proceso participativo, abierto, y con un referéndum que finalmente sancione la nueva constitución". Adicionalmente, como titular de la Comisión de Constitución de la Cámara Alta, en 2014, comenzó a liderar la realización de cabildos ciudadanos en los que se debaten materias como la nueva Constitución.