Más allá del juego: el impacto social que está logrando la realidad virtual en Chile
Desde hace un año lo comprueba un grupo de personas, quienes dejaron –o disminuyeron- su temor a las alturas y a hablar en público.
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Desde 2014 que la Realidad Virtual (VR, por sus siglas en inglés) es catalogada como una de las tecnologías que marcará al mundo, pero lo cierto es que su avance ha sido más lento que innovaciones como el blockchain o la inteligencia artificial. Pese a ello, más tarde de lo esperado, sí está generando una revolución, especialmente en el aspecto social.
Y es que la experiencia inmersiva no está destinada únicamente a videojuegos, conciertos –como el de Coldplay, transmitido en VR el 2017- y la oportunidad de sentirse en Marte, estando en la oficina. La realidad virtual está permitiendo tratar fobias, mejorar la educación e incluso lograr la reinserción social de personas privadas de libertad; nuevas e innovadoras utilidades y desarrollos que están cambiando la vida a miles de personas en todo el mundo.
Suena sencillo que una cámara 360° grabe el entorno y que su resultado sea presentado a los usuarios. Hasta ahí nada nuevo, salvo que la reacción de ese registro pueda cambiar la forma de vivir de alguien. De ahí que la VR sea catalogada como una alternativa terapéutica, ya que permite simular un entorno real, con criterios deseados para un entrenamiento funcional capaz de considerar características específicas para entrenar las limitaciones presentes en el individuo. A eso se suma que permite generar estímulos, por la facilidad de adaptación del entorno virtual.
Con este tipo de tecnología casi nadie queda ajeno a este tipo de impactos y por su puesto Chile no es la excepción.
Desde hace un año lo comprueba un grupo de personas, quienes dejaron –o disminuyeron- su temor a las alturas y a hablar en público. Así quedó demostrado en un estudio realizado por el Think Tank TrenDigital de la Universidad Católica, en conjunto con Samsung, que indagó empíricamente si la exposición a la realidad virtual disminuiría los índices asociados a temores ligados a la ansiedad y los nervios.
A través del programa #BeFearless, el experimento demostró que no solo los participantes están más dispuestos a explorar, sino que sienten que aumentan su desempeño a través de la práctica en el ambiente virtual. De hecho, quienes completaron las sesiones para el miedo a las alturas, disminuyeron en 44,9% promedio su percepción de ansiedad, mientras que su percepción de nervios lo hizo en 28,4%. También se observó un aumento en la confianza y en la satisfacción por cómo se expresaban en público.
Ejercicios de visión y audio que entrega la experiencia inmersiva han sido los que han podido aplicar los estudiantes del Instituto de la Sordera Jorge Otte. A través del proyecto “VR para Sordos”, crearon material con lenguaje de señas para sus alumnos. Con ello, contenidos educativos sobre historia de Chile fueron traducidos para ellos y luego se cargaron en los lentes Gear VR de Samsung. De este modo, al momento de ver las imágenes, un recuadro con intérprete traduce el audio a lengua de señas. El resultado: aprendizaje inclusivo.
A los viajes en el tiempo y a través de la historia que permite la VR sin poner un pie fuera de su hogar, los usuarios también han podido apreciar sitios arrasados por accidentes nucleares, el fondo submarino o el centro de la tierra, ¡incluso Marte!
Inexplorados y entretenidos, hay quienes deseaban conocer destinos en Chile, sin importar la distancia. Arica y Punta Arenas, por ejemplo, que están separados por 5 mil kilómetros, ofrecen ahora la posibilidad de visitar su desierto o la Patagonia. Eso con la llegada del Bus ConCiencia, también apoyado por la tecnológica, que recorre distintos lugares del país actuando como un laboratorio móvil, donde alumnos del norte, centro y sur del país registran sus paisajes en grabaciones en 360°, que posteriormente pueden ser visualizados en VR en otros lugares del país.
Volver a casa en 360°
Para la gran mayoría de los usuarios, la realidad virtual es un modo de escape, de conocer otros lugares. Pero hay quienes no ven su casa, a su familia y su hogar por mucho tiempo. Es el caso de hombres y mujeres en recluídos en cárceles. Pensando en ellos, la cineasta chilena Catalina Alarcón llevó una cámara 360° para que familiares de internos del centro penitenciario de Valparaíso filmaran su realidad y hablaran con sus seres queridos.
La experiencia exhibida hace unos meses muestra barrios de infancia, a madres cocinando y a familias reunidas en el living de un hogar, realidades de 11 internos que, aunque de manera virtual, pudieron volver a casa.
La iniciativa, ganadora del Fondo Audiovisual y alabada por la crítica internacional, este año podría viajar a Inglaterra y Ecuador con el fin de buscar financiamiento y la aplicabilidad de este sistema en otros países.