Ford GT 2019: un deportivo de carreras edición limitada apto para la calle
Ford recuerda aquella gesta con una edición limitada del impactante GT con los colores de Gulf. Al volante se tiene la sensación de conducir un coche de carreras.
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Cada vez que Ford presenta una edición especial de su ultradeportivo GT consigue que la historia vuelva a proyectarse como un reflejo real de una gran época para el automovilismo de competición. Como con el último Ford GT 2019 Heritage Edition presentado al gran público en el concurso de elegancia de Pebble Beach (Monterrey, Estados Unidos), una serie limitada que rememora la tercera victoria de Ford en las míticas 24 Horas de Le Mans, hace exactamente medio siglo, y que adopta la misma decoración de American Gulf Oil, patrocinador principal del equipo en aquel momento.
Aquel Ford GT40 de primera generación con la numeración de chasis 1075 y los mismos colores repitió victoria en Le Mans al año siguiente, en 1969, convirtiéndose en uno de los pocos autos que pueden presumir de haber conseguido algo similar. Otro Ford GT40 del mismo equipo, el del chasis número 1074, perteneció al actor Steve McQueen y se subastó en 2012 por US$ 11 millones.
El Ford GT40 nace de un desencuentro entre Henry Ford II y Enzo Ferrari. A principios de los años 60 Ford supo que Ferrari estaba a la venta y encargó una auditoría. Lo que más le interesaba era cosechar éxitos en competición. Pero finalmente Il Commendatore, como se conocía al capo de la marca italiana, se echó para atrás y dejó al empresario norteamericano plantado. Por eso, para vengarse, Ford mandó producir un deportivo capaz de batir a Ferrari en los circuitos. Y al final, con empeño, lo consiguió.
Casi de aviación
Independientemente de los colores azul celeste y naranja Marigold en la carrocería y las pinzas de freno, una mayor superficie de fibra de carbono en algunos componentes y detalles como las llantas forjadas de 20 pulgadas o las costuras de los asientos y el interior de Alcántara, la base de esta edición Heritage es exactamente la misma que la del Ford GT convencional, algo irónico si tenemos en cuenta que este auto es cualquier cosa menos normal. Principalmente porque la versión de calle nace para cumplir con la normativa de competición, que obliga a aquellos fabricantes que quieran participar en pruebas de resistencia como las 24 Horas de Le Mans a construir un número determinado de modelos que se puedan matricular. En este caso, Ford ha desarrollado a la vez el de competición y el de calle y las diferencias son mínimas: tienen el mismo motor V6 de 3,5 litros EcoBoost y 655 CV, y una aerodinámica casi de aviación. De ahí que cuando lo conduces realmente se tiene la sensación de que estás ante un coche de carreras.
El habitáculo es similar al cockpit de un avión de caza, con un volante achatado lleno de botones, dos asientos con cinturones de competición, una posición de conducción muy baja y un salpicadero bastante futurista. Todo pensado para que el conductor no desvíe la atención de lo único importante: aprovechar su máximo rendimiento sobre la pista.