El deal

La esquiva promesa del hidrógeno verde

Una menor demanda a la esperada y los altos costos del combustible complican los sueños de convertir a Chile en exportador del combustible.

Por: Marcela Vélez-Plickert | Publicado: Viernes 5 de julio de 2024 a las 09:50 hrs.
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Una planta procesadora en Alemania, un préstamo millonario en India, promesas de inversión en Perú. La naciente industria del hidrógeno verde está en movimiento. El problema es que éste no es tan rápido como se esperaba o al menos como lo contemplan los ambiciosos planes de Chile.

Un reciente estudio de Bloomberg NEF muestra una reducción de casi 25% en la demanda esperada para hidrógeno verde hacia 2050 respecto a la prevista en su última proyección publicada hace un año. De todas formas, en un escenario de cero emisiones, en el que los gobiernos aceleran los esfuerzos contra el cambio climático, la demanda por hidrógeno de bajas emisiones (no necesariamente verde) se cuadruplicaría a 390 millones de toneladas al 2050. Pero, esa cifra bajaría a sólo 150 millones de toneladas, en un escenario limitado a las políticas y compromisos actuales.

A pesar de las promesas de multimillonarios subsidios en EEUU y Europa, Bloomberg NEF prevé que de los 1.600 proyectos anunciados hasta ahora a nivel global sólo un tercio se habrá construido hacia el final de la década. De ellos, además, la mayoría serían proyectos de hidrógeno azul, generado a partir de gas natural y el uso de captura de carbono para reducir sus emisiones.

Uno de los factores detrás de la lenta ejecución de los desarrollos es la baja demanda, consecuencia de los altos precios. Mientras un kilo de hidrógeno gris, producido a partir de gas natural y sin captura de carbono, cuesta entre US$1 y US$ 2; un kilo de hidrógeno azul puede subir hasta los US$ 3 y el de hidrógeno verde, producido a partir de fuentes renovables, puede costar hasta US$ 8.

Analistas de ING Research han determinado que reemplazar fuentes fósiles (petróleo o carbón) implicaría un alza de 50% en el costo de la producción de plásticos en Europa, 100% en el acero y hasta diez veces más en los combustibles para el transporte marítimo o aéreo. Sin incentivos para la demanda es poco probable que haya el suficiente atractivo para concretar inversiones en nuevos proyectos.

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La estrategia de Chile

La estrategia de Chile plantea que el país será uno de los principales exportadores del combustible hacia 2040, además de ser el productor más barato con un precio tope de US$ 1,50 por kilo.

“Es muy poco probable que Chile cumpla su objetivo de desplegar 25 GW de electrolizadores para 2030. Los promotores tienen dificultades para conseguir compradores y, sin una fuerte demanda, los proyectos podrían no concretarse o retrasarse”, afirma a Señal DF Natalia Castilhos Rypl, analista para Sudamérica de BloombergNEF.

La Agencia Internacional de Energía registra 50 proyectos de hidrógeno verde en Chile. De ellos, siete están en estado operacional, 25 en evaluación, y 16 en etapa de concepto.

Las proyecciones apuntan a que el desarrollo del hidrógeno verde será más bien tímido en comparación con otras fuentes de energía, incluyendo el hidrógeno azul. Es más, hacia 2030, BloombergNEF prevé que sean EEUU, China y Europa los que dominen el mercado con un 80% del suministro, en su mayoría con proyectos de hidrógeno de bajas emisiones, pero no necesariamente verde. Otros proveedores como Chile o Australia tendrían un rol marginal.

El escenario para hacer del hidrógeno verde una nueva industria de exportación en Chile se enfrenta a la combinación de problemas globales, como la baja demanda, y “retos inherentes al mercado, como la incertidumbre sobre el proceso de obtención de permisos medioambientales”, afirma Castilhos.

La incertidumbre a la que apunta la analista de BloombergNEF se refiere a los cambios en las guías medioambientales. Según la Asociación de Productores de Hidrógeno Verde H2V Magallanes, uno de los principales obstáculos para materializar los proyectos ya comprometidos ha sido la publicación de guías de parte del Servicio de Evaluación Ambiental “con efectos retroactivos cambiando sustantivamente los criterios de evaluación”.

A esto se suman otros desafíos como cuestionamientos por el impacto ecológico, por ejemplo, en el uso del agua o la instalación de extensos parques eólicos o solares, o la falta de infraestructura. “Como país tenemos que avanzar mucho más rápido en contar con las condiciones habilitantes requeridas, en particular en lo que se refiere al desarrollo de infraestructura crítica como son los puertos y la red de caminos, y a contar con un sistema de permisos sectoriales y ambientales moderno, expedito y estable”, apuntan desde H2V Magallanes.

Los planes de Chile también se enfrentan a la competencia y salvaguardias de otros países. Específicamente, la creciente presión por reducir la dependencia de fuentes externas de energía tanto en EEUU como en la Unión Europea. En EEUU, el programa de subsidios favorece a productores locales y se basa en las emisiones asociadas al hidrógeno, y no tanto a la fuente de energía que se utiliza, favoreciendo así a los proyectos de hidrógeno azul.

En Europa, si bien el programa REPowerEU contempla la importación de 10 millones de toneladas de hidrógeno verde a 2030, un estudio reciente del Centro de Investigación Conjunta (JRC) de la UE destaca el hidrógeno verde producido localmente, ojalá en la misma fuente de consumo, como la mejor opción para reducir emisiones. “La energía y los recursos necesarios para envasar y desenvasar el hidrógeno en portadores químicos más convenientes para el transporte (como amoníaco o gas natural sintético) hacen que estas opciones sean menos atractivas en términos de impacto ambiental”, advierte el informe publicado a fines de mayo.

De ahí que Cantilho ve un riesgo en poner el foco en proyectos de exportación, considerando además las políticas agresivas de subsidios para reducir los costos de producción. “La producción chilena podría ser menos competitiva y perder cuota de mercado. Una posible alternativa podría estar en el mercado nacional, si se incentiva el consumo local”, sostiene.

Al igual que la UE o EEUU, Chile podría enfocarse en la producción de hidrógeno verde para reducir las emisiones de sus industrias o su matriz de transporte, especialmente si -tal como lo plantea la Estrategia Nacional- es posible producir el combustible suficiente a menor costo.

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