Cuando el Reino Unido salga de la UE, Gibraltar saldrá también; pero cuando en la nación británica empiece a aplicarse el eventual acuerdo de libre comercio entre Londres y Bruselas, solo aplicará a Gibraltar con el visto bueno de España.
Esta es la gran victoria diplomática del gobierno español y del ministro de Asuntos Exteriores, Alfonso Dastis, en la elaboración del borrador de las directrices para negociar el Brexit.
El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, envió el pasado viernes el documento a las capitales y uno de sus 26 puntos, el número 22, establece lo siguiente: “después de que el Reino Unido deje la Unión, ningún acuerdo entre la UE y el Reino Unido aplicará al territorio de Gibraltar sin el acuerdo entre el Reino de España y el Reino Unido”.
Y como para acordar algo entre dos, ambas partes deben estar de acuerdo, esta disposición –si se mantiene así en la versión final del documento– otorga a España un derecho de veto de facto sobre cualquier pretensión de Gibraltar de llegar a acuerdos con la UE y beneficiarse del acuerdo marco al que lleguen Bruselas y Londres.
En la práctica esto se traduce en un refuerzo más que sustancial de la posición negociadora de Madrid con las autoridades del Peñón, ya que estas últimas tendrán que hacer concesiones si quieren seguir beneficiándose de los lazos económicos, comerciales y financieros con la UE.