El presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, presentó ayer un plan para que los líderes nacionales europeos decidan a dónde quieren llevar el proyecto del bloque, luego de que el Reino Unido decidiera abandonar el club. Sus propuestas van desde una reducción a un mero mercado común hasta unos Estados Unidos de Europa.
En el libro blanco presentado ante el Parlamento Europeo, Juncker esbozó cinco escenarios para la UE en el año 2025. Él mismo no emitió opinión, sino que pidió a los jefes de Estado y de Gobierno de la UE que aprovechen la cumbre que celebrarán en Roma el 25 de marzo para empezar a decidirse.
Sus propuestas, de la menos a la más ambiciosa, son las siguientes:
1. Un paso atrás
Convertir la Unión Europea en un simple mercado único. Este sería un escenario aplicable en caso de victorias populistas en las elecciones que se celebrarán este año en Francia, Holanda, Alemania y tal vez en Italia. Se trataría de una reducción drástica del concepto actual, al que se le despojaría de cualquier elemento político. Un gran mercado único, sin aranceles ni barreras comerciales, pero nada más. Probablemente obligaría a pasar de las cuatro libertades actuales (bienes, servicios, personas y capitales) a solo tres: bienes, servicios y capitales. Esta sería una visión minimalista de la Unión Europea de la que Reino Unido igual no se querría ir.
2. Seguir como estamos
No tocar nada. Asumir que cualquier cambio ahora mismo sería muy complicado de implementar y tratar de gestionar con las herramientas actuales las múltiples crisis a las que se enfrenta la UE (refugiados, Rusia, terrorismo, nueva política exterior de EEUU, Grecia, estancamiento económico, entre otros). Esta opción es la más cómoda, pero se arriesga a ser una mera postergación de las respuestas a un problema que tarde o temprano necesitará una solución. Y además ya ha mostrado sus limitaciones: se aprobó por unanimidad un plan de acogida de refugiados y no se está cumpliendo.
3. La UE de varias velocidades
Juncker habló la semana pasada de una unión de “círculos concéntricos”, en la que habría un núcleo duro que avanzaría plenamente en la integración y otro que se quedaría más rezagado para avanzar poco a poco hacia el centro a medida que la situación política interna lo permita y sus ciudadanos así lo quieran. Angela Merkel, canciller alemana, también ha mencionado esta idea de varias velocidades, al igual que Bélgica, Holanda y Luxemburgo. Más que una Europa a la carta sería un menú fijo con varias opciones de primer plato, segundo y postre. El problema es que técnicamente es muy difícil de implementar ya que cualquier avance de un grupo de países deberá hacerse respetando la integridad del mercado único y permitiendo al resto unirse eventualmente.
4. Europeizar lo europeizable
Este escenario parte de dos premisas. Una: lo que mejor funciona en la UE (política comercial, competencia, BCE, etcétera) son aquellas áreas en la que los Estados han delegado el poder a Bruselas. Dos: la primera premisa no es una varita mágica y siempre habrá problemas que se resuelven mejor en la escala doméstica. Sería cuestión de analizar qué políticas se resuelven mejor delegando todo el poder en Bruselas. Es decir, dar a la UE la responsabilidad de resolver el problema pero también las herramientas. ¿Migración? ¿Defensa? ¿Un Tesoro Público? El debate está abierto.
5. Estados Unidos de Europa
Una Europa federal con grandes transferencias de poder de las capitales a las instituciones europeas. Es la fantasía de todo federalista: Bruselas recibiría un presupuesto mayor, podría vetar las cuentas nacionales, se emitirían eurobonos, habría un ejército europeo, entre otras. EEUU pero a este lado del Atlántico. El problema: no parece que haya voluntad política para ello y es difícil llevarlo a cabo sin cruzar la línea roja de no cambiar los tratados.