Las autoridades australianas
advirtieron hoy a la población de que lo peor de los incendios no ha pasado, cuando hay al menos 200 personas muertas, 750 casas
destruidas y 340.000 hectáreas de terrenos arrasadas por el fuego en
los estados sureños de Victoria y Nueva Gales del Sur.
Veintiocho fuegos siguen activos en Victoria entrada la tercera
noche, pero preocupan especialmente a los bomberos tres frentes que
amenazan varias zonas habitadas, el de Churchill (sureste), el de
Beechworth (noreste) y el de Taggerty (noreste).
El departamento de Defensa australiano ha enviado un equipo
especial de 200 miembros de los ejércitos de Tierra, Mar y Aire para
participar en las tareas de contención, en las que participan 3.000
bomberos y miles de voluntarios.
Los estados vecinos Australia del Sur, Tasmania, el Territorio de
la Capital, Australia Occidental y Nueva Gales del Sur también han
aportado refuerzos, y de Nueva Zelanda llegará en las próximas 24
horas un equipo de cien expertos.
Unas 5.000 personas se han registrado como evacuados, mientras
que centenares más moran en sus coches o establecimientos
comunitarios.
La Policía de Victoria cree que varios de los incendios fueron
provocados y tratará todos los lugares arrasados por las llamas como
escenarios de un crimen, aunque no hubiera muertes allí.
En Nueva Gales del Sur, un hombre de 31 años y un joven de 15 han
sido acusados de haber encendido dos fuegos.
Las ayudas económicas para los afectados no han parado de crecer,
y se unen al fondo de US$ 6,7
millones que el Gobierno anunció el domingo para los
afectados.
Mientras en el sureste se combate las llamas, en el norte del
país sufre graves inundaciones producto de diez días de copiosas
precipitaciones.
En el Estado de Queensland se han dado por desaparecidas tres
personas, entre ellas un niño de cinco años.
Un 60% del territorio de Queensland ha sido declarado
zona catastrófica y los daños ascienden a US$ 125 millones.