Por Claudia Rivas A.
Sorpresa. Impacto. Incluso pena y rostros abatidos entre los más cercanos al senador Jorge Pizarro. Ese era el ambiente luego de que el hasta entonces presidente de la Democracia Cristiana anunciara que dejaba su cargo. Después de un año de tiras y afloja, de errores no forzados y de negarse a dar un paso al costado, el ex timonel eligió la primera Junta Nacional que realizaba la mesa, a un año de su mandato, para terminar con la tensión que cruzaba a la colectividad debido a la vinculación de sus hijos con el caso SQM. Y los efectos no se hicieron esperar: fijado el 4 de diciembre para la próxima elección interna, las diferentes facciones ya se preparan para ese desafío que siempre conspira contra la unidad.
La renuncia de Pizarro, y posterior asunción de la senadora Carolina Goic en su lugar, no termina con las divisiones internas. La disidencia que lideraba el parlamentario cuando se hizo cargo del partido quedó molesta y debilitada. La decisión de que asumiera la senadora que ocupaba la primera vicepresidencia no fue fácil. Si bien se logró un acuerdo unánime, éste sólo se produjo debido a la intervención de los ex presidentes, particularmente -según comentan quienes se enteraron de esas dos horas de negociaciones- fue el ex timonel Ricardo Hormazábal quien terminó por convencer a la diputada Yasna Provoste, del sector de Pizarro.
Parte de lo convenido fue justamente convocar a elecciones para diciembre. Y aunque los discursos de la junta, incluido el de Pizarro, llamaron a la unidad y que públicamente nadie pusiera el foco en las elecciones internas de fin de año, lo cierto es que todas las facciones de la tienda se fueron del encuentro convencidos de que deben rearmarse para intentar hacerse con la presidencia. Ello, porque el proceso del próximo año implica armar las listas parlamentarias y elegir al candidato presidencial, tal como se acordó en la cita del fin de semana.
Paz romana
Aunque todos los dirigentes evitan hablar públicamente de las razones de Pizarro para renunciar a la presidencia, tras su emotivo anuncio en los pasillos del Senado del Congreso en Santiago no se hablaba de otra cosa que no fuera que el ex timonel había tomado la drástica determinación debido a la posible formalización de sus hijos en el caso SQM. ¿El otro tema? Quiénes buscarán competir por la presidencia de la DC a fin de año.
Si bien cualquier nombre es pura especulación, los distintos sectores dan por hecho que la senadora Goic, que llegó a la presidencia por secretaría, es sólo de “transición” y que es necesario preparar la artillería pesada para enfrentar la elección de diciembre.
En este escenario, se calcula que los “colorines” intentarán que la senadora continúe al mando de la DC por el período siguiente, pero desde la disidencia no estarían disponibles para eso. En lo que la mayoría está de acuerdo es en que para el próximo año se requiere un presidente fuerte, capaz de enfrentar una negociación que ya se percibe dura, tal como se está dando la municipal.
Quien grafica mejor el escenario que se está empezando a configurar es el diputado Pablo Lorenzini. A su juicio, tras las municipales “va a venir una elección que es muy importante y ahí se va a activar la Democracia Cristiana, porque yo creo que va a ser una elección de las más importantes que hemos tenido en décadas”.
Así, del desconcierto que provocó la renuncia de Pizarro, se pasó rápidamente al rearme de las distintas facciones con miras a las elecciones internas de diciembre. Desde la disidencia, advierten que lo que se consiguió con la pronta reacción para que asumiera la senadora es sólo una “paz romana, para salvar la institucionalidad del partido”, porque lo que viene ahora en la práctica es una soterrada campaña interna en que todas las facciones van a intentar retomar el control para llegar a la presidencia de la DC.