Como penitencia, el sector bancario estadounidense ha sido sometido desde entonces a una estricta supervisión, que incluye mayores requisitos de capital para mitigar el riesgo de que las pérdidas crediticias tengan un efecto contagio. Justo la semana pasada, la Reserva Federal publicó los últimos resultados de sus test de estrés que, en última instancia, muestran la capacidad de los grandes bancos pueden de pagar dividendos y recomprar sus acciones.
El momento de estos resultados coincide con el llamado "criptoinvierno" -el desplome de los precios de varias monedas digitales, que ha sumido a varias entidades de criptomonedas en su propia crisis financiera.
El miércoles, el broker de criptomonedas Voyager Digital, que cotiza en la bolsa de Canadá, anunció que podría perder los US$ 650 millones (650 millones de euros) que había prestado al hedge fund Three Arrows Capital. Se ha visto afectado por el colapso de los precios de las criptomonedas. Voyager había estado ofreciendo a los depositantes rendimientos anuales del 12%, muy por encima de los tipos del dinero fiduciario.
Los nuevos prestamistas se habían convertido en bancos al atraer a los depositantes de criptomonedas con promesas de rendimientos de dos dígitos. Esos clientes ahora no pueden recuperar su dinero.
Aunque los bancos, en un mundo de política de tipos de interés cero, no podían ofrecer unos rendimientos tan elevados, se beneficiaban del seguro federal de depósitos. Y, lo que es más importante, se han visto obligados a fortalecerse para evitar esas crisis de pánico.
Sí, los propios bancos se volvieron mucho menos atractivos para sus accionistas. Entonces surgió un sector bancario en la sombra -capital de riesgo utilizado para la creación de préstamos- para los que buscaban tanto rendimientos más altos (y seguros) como para los que buscaban rendimientos de capital. Primero fueron los préstamos entre particulares, seguidos de los fondos de préstamos directos a empresas, luego el "compre ahora y pague después" y las formas de "financiación descentralizada" impulsadas por las criptomonedas. No es de extrañar que ese avance parezca amenazado.
No habrá rescate para las plataformas de criptomonedas. Mientras tanto, algunos inversores bancarios se lamentarán de los grilletes de sus instituciones. No saben la suerte que tienen.