Columna de Martin Wolf: Cómo superar la trampa del "ingreso medio"
Chile, que alguna vez tuvo éxito, también ha tropezado.
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“Los países de ingresos medios albergan a tres de cada cuatro personas, y a casi dos tercios de quienes luchan contra la pobreza extrema. Son responsables del 40% de la producción económica total del mundo y de casi dos tercios de las emisiones globales de carbono. En resumen, el esfuerzo mundial para poner fin a la pobreza extrema y difundir la prosperidad y la habitabilidad se ganará o se perderá en gran medida en estos países”.
Estas palabras de Indermit Gill, economista jefe del Banco Mundial, aparecen en el Informe sobre el Desarrollo Mundial 2024, titulado “La trampa de los ingresos medios”, que es la idea de que las economías tienden a quedarse estancadas en el camino hacia los altos ingresos de Estados Unidos, Canadá, Europa, Japón, Corea del Sur, Australia y algunos otros.
El paso esencial es obligar a los actores establecidos a competir, alentar a los nuevos participantes y abrir la economía a quienes históricamente han sido forasteros.
¿Existe realmente una trampa de ese tipo? Un documento de trabajo del FMI de 2024, “At the Threshold: The Increasing Relevance of the Middle-Income Trap”, es escéptico: “Si se analizan con más detalle las transiciones individuales… hay poca evidencia de una trampa de ingresos medios distintiva, en contraposición a una movilidad limitada en términos más generales”.
Un documento de 2021 de Dev Patel, Justin Sandefur y Arvind Subramanian, “The New Era of Unconditional Convergence”, concluyó de manera más contundente que “los debates sobre una 'trampa de ingresos medios'… parecen anacrónicos: los países de ingresos medios han exhibido tasas de crecimiento más altas que todos los demás desde mediados de la década de 1980”.
Sin embargo, cerrar las brechas de prosperidad promedio entre los países ricos y los más pobres es un proceso dolorosamente lento y difícil. La persistencia de esas brechas influyen para el bienestar humano, la estabilidad política y nuestra capacidad para enfrentar los desafíos globales, en particular el cambio climático. No menos importante, hacen absurda la idea de que este último se manejará mediante el “decrecimiento”. ¿Cuál de estos países de ingresos medios aceptará tal estancamiento? ¿Lo hará la India?
Como se destaca en el Informe sobre el Desarrollo Mundial, “la ambición de los 108 países de ingresos medios con ingresos per cápita de entre US$ 1.136 y US$ 13.845 es alcanzar la condición de países de ingresos altos en las próximas dos o tres décadas. Si se compara con este objetivo, el resultado es desalentador: la población total de las 34 economías de ingresos medios que pasaron a la condición de países de ingresos altos desde 1990 es inferior a 250 millones, la población de Pakistán”.
El país más poblado que se ha convertido en un país de altos ingresos desde 1990 es Corea del Sur. Mientras tanto, otros países importantes no han logrado converger. Brasil es un ejemplo. Chile, que alguna vez tuvo éxito, también ha tropezado. Por sobre todo, los ingresos per cápita promedio de los países de ingresos medios se han mantenido por debajo del 10% de los niveles de Estados Unidos desde 1970.
Este historial es preocupante, independientemente de si la noción de “trampa” es estadísticamente significativa o no. Además, añade el Informe sobre el Desarrollo Mundial, el camino que funciona para los países de bajos ingresos no funcionará para los más avanzados. Señala, de manera crucial, que la brecha entre el PIB por trabajador en los países de ingresos medios y los Estados Unidos es mucho mayor que la brecha en la disponibilidad de capital físico y humano. Por lo tanto, el principal fracaso de los países de ingresos medios no radica en acumular muy poco capital, sino en usarlo tan mal.
La idea es que el foco debe desplazarse de la inversión per se a la infusión de nuevas ideas disponibles en el exterior, y luego a la innovación interna. Lo que se necesita, en suma, es el desarrollo de una economía más sofisticada. Eso depende de la adquisición y desarrollo de conocimientos técnicos. La infusión depende de la oferta de trabajadores calificados (ingenieros, científicos, gerentes) y de la apertura a las ideas de otros lugares (en particular mediante la inversión directa y el comercio). Corea ha tenido un éxito espectacular con estos enfoques.
Su enfoque en las exportaciones fue particularmente importante para facilitar la infusión. La UE ha promovido de manera similar la infusión en Polonia y otros países que se convirtieron en miembros recientemente. Para la innovación, los intercambios de capital humano son particularmente importantes, incluso a través de la educación y el trabajo en el extranjero. Las diásporas resultantes son un enorme activo potencial. La innovación también depende del acceso a los mercados globales.
En el Informe sobre el Desarrollo Mundial se sostiene que los países deben internalizar el célebre concepto de “destrucción creativa” de Joseph Schumpeter, actualizado por el trabajo de Philippe Aghion y Peter Howitt. El paso esencial es obligar a los actores establecidos a competir, alentar a los nuevos participantes y abrir la economía a quienes históricamente han sido forasteros. Esto implica tanto creación como destrucción. Esta última tiende a acelerarse con las crisis. Esto fue particularmente cierto en el caso de Corea. La movilidad social es aproximadamente un 40% menor en los países de ingresos medios que en los de ingresos altos. Eso debe cambiar.
La destrucción creativa también es necesaria para acelerar la transición energética. Los países de ingresos medios tienden a desperdiciar energía y han pasado demasiado lentamente a las energías renovables, aunque muchas de ellas tienen un potencial excepcional. Parte del problema es el alto costo del capital, que es en sí mismo resultado de altos niveles de incertidumbre. Las mejoras en las instituciones, con el objetivo de aumentar la previsibilidad y la seguridad, serán de ayuda. Por sobre todo, las sociedades y las economías deben volverse más abiertas y meritocráticas.
Nada de esto es fácil en ninguna parte, y menos aún en los países en desarrollo. Lamentablemente, el aumento del proteccionismo y la consiguiente fragmentación de la economía mundial probablemente empeoren sus perspectivas. Sí, también habrá oportunidades, a medida que algunos importadores abandonen su actual dependencia de China. Pero la integración ha sido, sin duda, una fuerza dominante detrás de los éxitos del desarrollo del pasado reciente: como señala el Informe sobre el Desarrollo Mundial, “un mayor proteccionismo puede empeorar potencialmente la difusión del conocimiento a los países de ingresos bajos y medios”. De manera similar, el endeudamiento costoso hará que las inversiones complementarias que se necesitarán sean más difíciles de afrontar.
Las perspectivas de crecimiento están empeorando y, con ellas, se desvanecen las esperanzas de un mundo mejor.