Stewart afirma que hay una “transferencia de riqueza generacional sin precedentes” de los baby boom a sus descendientes.
“¿Por qué algo tiene valor?”, reflexiona Charles Stewart. Hablamos de plátanos, en concreto de uno que estaba pegado con cinta adhesiva a la pared y que Sotheby’s vendió por US$ 6,2 millones. La fruta “era un símbolo”, dice el director ejecutivo de la casa de subastas sobre la pieza, del artista Maurizio Cattelan, que generó asombro mundial y mucha inquietud sobre el significado (o no) del arte. “¿Cuál es el valor de ese símbolo?”, pregunta Stewart. “¿Y cuál es el simbolismo de ese valor?”.
A veces, sin embargo, un plátano es solo un plátano, como demostró el criptoempresario chino Justin Sun cuando compró la pieza y se la comió enseguida. Plátanos multimillonarios un día, Andy Warhols y el peine de bigote de Freddie Mercury (vendido por la increíble cifra de 152.400 libras) al siguiente: así es la vida del CEO de Sotheby’s.
Afuera, hay guerra en Ucrania y Medio Oriente; los aranceles de Donald Trump han alarmado a los mercados globales; el Brexit ha hecho mella en la economía del Reino Unido. Pero dentro de su oficina en New Bond Street, Londres, el mundo se ve bastante diferente. Una venta la noche anterior a nuestra reunión incluyó obras de Yoshitomo Nara y Lisa Brice y generó 62,5 millones de libras, con el 90% de las obras vendidas. Fue, según Stewart, “una auténtica confirmación de Londres como centro global del arte y la cultura. Simplemente lo sentimos en la sala”.
Las grietas y fisuras en un mundo antes globalizado pueden haber sido beneficiosas para los centros de poder de la industria, sugiere. Antes del Brexit y de Trump, “no había barreras para nada y viajar era barato, el envío era barato, todo el mundo estaba en todas partes”. El mercado del arte carecía de diferenciación regional y se había vuelto “global” y “monopolístico”. “Se veía lo mismo en Hong Kong, Londres, Nueva York, París”.
En 2025, Stewart observa “una tendencia hacia la regionalización e incluso la nacionalización” en el mercado del arte y los objetos de colección de alta gama (vino, relojes, autos) que vende Sotheby’s. “No estoy seguro de que eso sea del todo malo”.
Aun así, no cabe duda de que los acontecimientos de los últimos años han sacudido el mercado del arte. “Nueva York ha sido la mayor beneficiaria en los últimos cinco años del Brexit”, afirma. “Las colecciones más grandes generalmente se venden en Nueva York hoy en día. Esto no significa que Londres y París no sean importantes”. ¿Y los aranceles? “Parecen estar dirigidos a segmentos selectos, con la intención de enviar más una señal que de tener un impacto económico verdaderamente disruptivo”.
En disputas comerciales anteriores, el vino de Burdeos fue afectado por aranceles. “Se vio que los precios subían de inmediato. Los aranceles (luego) se desvanecieron, pero los precios no necesariamente volvieron a bajar”. Se esperan más problemas en las subastas, añade. “Si alguien tiene una desventaja del 25%, eso afectará a los postores”.
Incursión en la industria
Stewart es el forastero en la empresa de origen británico: un estadounidense que anteriormente trabajó en grandes acuerdos de medios, asesorando a empresas como Comcast. Se incorporó a Sotheby’s en 2019, contratado por Patrick Drahi, el multimillonario franco-israelí que pagó US$ 3.700 millones por la casa de subastas ese año y quien le presentó el trabajo durante un paseo de dos horas por Hyde Park. “Hablamos de la vida, la filosofía, la familia, los principios empresariales... muchas cosas. Me emocionó... Es raro encontrar a alguien que aplique principios empresariales a empresas consolidadas”.
Drahi compró Sotheby’s personalmente, en lugar de a través de su grupo Altice, donde Stewart trabajó después de su etapa en la banca. A medida que subían los costos de financiamiento, Drahi tuvo que deshacer una oleada de gastos impulsada por la deuda, mediante la cual Altice amasó un imperio de activos de cable y medios de comunicación, por ejemplo, vendiendo su participación en BT. La propia deuda de Sotheby’s se redujo recientemente mediante una inversión de US$ 1.000 millones del fondo soberano de inversión de Abu Dabi y del propio Drahi, a cambio de una participación del 25%-30% en la empresa.
Admite no ser un experto en arte, al menos cuando se incorporó a la empresa. “Me siento como si hubiera obtenido un doctorado en historia del arte”, dice. “Puedes ser el erudito más destacado en arte renacentista, pero sabrás muy poco de Ferraris, jarras de luna de Corea o porcelana de Meissen. Empieza con la curiosidad intelectual y la apertura a ella”.
Resultados financieros
Sotheby’s no ha publicado sus resultados financieros anuales auditados desde que salió de bolsa, pero el año pasado Financial Times informó que se había visto afectada por una fuerte caída de sus ganancias operativas y un descenso en las ventas en subastas.
Sotheby’s afirma que las cifras solo abarcan su negocio principal de subastas y no incluyen su división de servicios financieros ni reflejan grandes inversiones, como la compra del edificio diseñado por Marcel Breuer en Nueva York, antigua sede del Museo Whitney. Esta obra maestra es la nueva sede mundial de la compañía.
Stewart afirma que las tendencias del mercado se están moviendo a favor de la compañía, apuntando a una inminente “transferencia de riqueza generacional sin precedentes” de los baby boom a sus descendientes. “El envejecimiento de la generación baby boom y la consiguiente transferencia de riqueza es un tsunami”, afirma.
El resultado es una gran cantidad de colecciones de arte que podrían, potencialmente, salir al mercado: hay “cientos y cientos” de colecciones con un valor de entre US$ 25 millones y US$ 100 millones, propiedad de personas relativamente mayores, y que podrían estar a punto de cambiar de manos. “Eso no era así hace 10 años”.