El período tranquilo para la política monetaria de Reino Unido está por terminar. En los próximos meses, el comité de política monetaria del Banco de Inglaterra (BoE, su sigla en inglés) tendrá que, nuevamente, hacer más que hablar sólo de la boca para afuera sobre la idea de que debe subir el costo de los préstamos.
Organizaciones respetables como el Instituto Nacional de Investigación Económica y Social esperan el primer incremento de un cuarto de punto de la tasa de interés, desde 0,5%, en febrero. El equilibrio en el comité es más fluido de lo que muchas personas creen.
Sólo un miembro, Ian McCafferty, está votando actualmente por endurecer la política. Pero otros miembros externos han dicho que están cerca de cambiar de bando. Si el gobernador Mark Carney se suma, hay altas posibilidades de que automáticamente la mayoría apoye un alza de tasas. Dos de los votantes, Sir Jon Cunliffe y Minouche Shafik, no han mostrado deseos de mostrar públicamente su preferencia, menos aún exponer un pensamiento independiente del gobernador.
Con el desempleo en 5,4% y los sueldos del sector privado creciendo más de 3%, la pregunta estándar, está planteada incorrectamente. En lugar de preguntar cuándo deberían subir las tasas de interés, deberíamos preguntarnos por qué siguen en el piso.
Algunos argumentos para mantener las tasas de interés en 0,5% pueden ser rápidamente desechados. Los actuales bajos niveles de inflación -los precios bajaron 0,1% en el año a septiembre- reflejan principalmente la caída de los precios del petróleo, alimentos, otros commodities e importaciones. Pero estos precios no seguirán cayendo por siempre. Tal como la alta inflación en 2011 probó que no era un impedimento para una expansión oportuna del alivio cuantitativo, la baja inflación hoy no debería obstaculizar una normalización de la política monetaria.
Una desaceleración del crecimiento a 0,5% también debería causar poca preocupación en el comité: la economía sigue expandiéndose lo suficientemente rápido como para reducir el desempleo rápidamente y elevar el empleo a un nuevo récord. Las preocupaciones de que un alza de la tasa pueda ser seguido por una reducción si las condiciones se deterioran no debería ser considerado una base para retrasar el ajuste.
En contraste, el comité debe tomar en serio la visión de su economista jefe, Andy Haldane, de que las tasas de interés incluso en un 0,5% entregan poco estímulo económico. Si eso fuera cierto, la política monetaria ya se habría ajustado, sin que nadie jalara una palanca política. Pero la evidencia sugiere que las tasas en 0,5% son todavía muy efectivas en alentar el endeudamiento y el gasto.
Hay muchos argumentos débiles para evitar mayores tasas. Pese a ello, el BoE debe ser cauto en su actuar en el futuro cercano. Cuando se burlan de que el banco no puede moverse hasta que la Reserva Federal de EEUU tome una decisión sobre las tasas, Carney protesta que la política monetaria británica es totalmente independiente de EEUU. El comité debería estar preocupado de que un alza antes de la Fed tiene el riesgo de atraer grandes influjos de capital hacia el Reino Unido, apreciando demasiado la libra y matando la recuperación. Gran Bretaña podrá ser una isla, pero su economía no.