Un hombre asesina a sus padres y luego ruega misericordia de la Corte como un pobre huérfano. Ésta es una definición de insolencia descarada. Tenemos una nueva. Con un pretexto endeble, un país se apodera de algunos de los territorios de su vecino y fomenta una guerra civil en el resto. Pero también insiste en que si una deuda contraída por su arruinada víctima no es pagada en su totalidad, vetará la asistencia internacional que sus acciones han hecho vital. Así es como Rusia se está comportando con respecto a Ucrania. Eso, también, es insolencia descarada. Es también chantaje. Tal comportamiento no es de extrañar. No debe ser exitoso.
La historia es todavía peor que esto. El préstamo en cuestión -un bono con un valor nominal de
US$ 3 mil millones emitido en diciembre de 2013- fue pensado para endulzar la decisión de Viktor Yanukovich, el posteriormente derrocado presidente, de rechazar un acuerdo de asociación con la Unión Europea. Hoy en día, al parecer, Rusia quiere que la comunidad internacional financie el reembolso total del dinero adelantado para engatusar a Ucrania para que innecesariamente eligiera a Rusia sobre Europa. En realidad, sin embargo, Rusia quiere vetar un préstamo por US$ 17.500 millones del Fondo Monetario Internacional destinado a ayudar al país al que le ha buscado la ruina. Legalmente, el FMI no puede prestar a un país si se encuentra en mora en un préstamo oficial. Rusia argumenta que el bono, que compró en términos favorables para Ucrania, era un préstamo en condiciones concesionarias. En efecto, desea utilizar la influencia de este préstamo, para evitar que su víctima sea ayudada.
¿Entonces, qué debe hacerse?
Un punto de partida es rechazar las justificaciones de Rusia y las razones que promueve para su hostilidad hacia el actual gobierno de Ucrania.
Vladimir Putin, el presidente ruso, parece pensar que los gánsters pueden permanecer en el poder tanto tiempo como quieran y usar cualquier método que deseen. No tenemos ninguna razón para estar de acuerdo. La propaganda rusa sugiere que el gobierno en Kiev es un grupo de fascistas. Pero al conocer a Petro Poroshenko, el presidente de Ucrania, queda claro que se trata de otra “gran mentira”.
Rusia sostiene que, si Ucrania se ha hecho más cercana a Occidente, su propia seguridad se verá amenazada. Pero Occidente no representa ningún peligro militar a este país con armas nucleares, mientras que Rusia es una amenaza para sus propios vecinos. Muchos rusos parecen creer que la historia les da la propiedad de Ucrania. No podemos aceptar tal afirmación. El gobierno ruso considera que tiene derecho a apoderarse de territorio por la fuerza. Occidente debe rechazar esta doctrina. El gobierno ruso actual desprecia las creencias occidentales sobre que los individuos tienen derechos políticos y que los gobiernos existen para servir y obedecer a las personas. El oeste no debe concurrir.
Mientras rechaza este tipo de actitudes rusas, Occidente debe buscar un modus vivendi para los grandes temas, entre ellos, no menos importante, Ucrania. Pero debe hacerlo sin sacrificar a la propia Ucrania.
El actual gobierno de Ucrania heredó un terrible legado de más de dos décadas de corrupción bruta e incompetencia. Ucrania había sido más una fachada para ser saqueada que un país. Ahora ha sufrido tanto la invasión como la guerra civil. Sin embargo, a pesar de una crisis económica devastadora, ha hecho algunos progresos. El tipo de cambio liberado se ha estabilizado. El déficit exterior se ha reducido. Y una reforma significativa está en marcha.
Sin embargo, un importante factor que puede contribuir para que siga avanzando es el alivio de la deuda. En agosto, después de duras negociaciones, Ucrania llegó a un acuerdo con sus acreedores privados de
US$ 19 mil millones. Los rendimientos se redujeron drásticamente, los vencimientos fueron prolongados, y el valor nominal de los bonos reducidos en un 20%. Según el FMI, este acuerdo ha reducido las necesidades de financiamiento de Ucrania en los próximos cuatro años en US$ 15 mil millones.
Ucrania argumenta que el bono de Rusia debería ser considerado como una deuda comercial, para ser tratado de la misma manera que otras deudas. Rusia insiste en que su bono debe ser pagado en su totalidad en diciembre de 2015, a su vencimiento, como deuda oficial. Adam Lerrick de American Enterprise Institute ha sugerido lo que parece un compromiso inteligente. En esencia, el plan es compensar a Rusia por las condiciones favorables que ofrece el préstamo original (una tasa de 5% frente a un rendimiento de mercado de 12% de los bonos a dos años en ese momento) y luego tratar el préstamo de la misma manera que otras deudas comerciales.
Para Ucrania, este compromiso tendría un impacto mínimo sobre la sostenibilidad de la deuda. Para Rusia, esta necesidad significa la no amortización del importe nominal del préstamo, como insiste, y un aumento en la tasa de interés que recibe de 5% a 6,5%, pero con una extensión del plazo de vencimiento de cuatro a doce años.
Si Rusia quería un acuerdo razonable, aceptaría esta propuesta, que cumple con sus demandas aparentes, en particular la negativa a aceptar una amortización de su valor nominal. Casi con toda seguridad, no tiene interés en ningún acuerdo, por lo que lo rechazará. Eso, al menos, aclararía sus verdaderos objetivos, que son, casi con toda seguridad, poner fin a los préstamos del FMI y así frustrar la recuperación de Ucrania.
Si es así, Occidente no debe permitir a Rusia tener éxito. Es necesario encontrar una manera para prestar el dinero a Ucrania que necesita desesperadamente. Rusia no se puede permitir la ruina de Ucrania y mantener un veto sobre los esfuerzos para rescatarle. Debe quedar claro que un comportamiento tan poco cooperativo merece un endurecimiento de las sanciones.
El presidente de Rusia puede ser difícil. Pero es racional. No hay duda de que preferiría un satélite ruso dócil a una Ucrania independiente, y una Ucrania arruinada que a una democrática y pro-Occidente. Pero Occidente debe dejar claro que un precio debe ser pagado por los obstáculos de Rusia a los esfuerzos de crear una Ucrania que funciona. Sobre todo, debe tomar una firme resolución para proporcionar ayuda.