Ecuador se encuentra en una encrucijada. El gasto generoso por parte de un liderazgo que no tiene temor de aumentar los altos ingresos petroleros con deuda adicional ha tenido un enorme impacto en mejorar los niveles de vida. El gasto público se ha casi duplicado de un 24 a un 44 por ciento del PIB desde que el presidente Rafael Correa asumió la presidencia en 2007. Y con un índice de aprobación del 50 por ciento que es la envidia de sus colegas regionales, es probable que Correa se lance y gane un cuarto mandato en febrero de 2017.
O tal vez no. La caída en el precio del petróleo ha abierto un agujero en las finanzas del país y, enfrentando un déficit de financiación de US$7-US$8 mil millones en el año 2016, el gobierno tendrá que o bien recortar el gasto, incumplir en el pago de sus préstamos o, quizá, ambos.
Aparentemente, los inversores tendrían poco que temer. Es cierto que Correa ahuyentó a muchos con su impago voluntario de una deuda de US$3.2 mil millones en 2008, cuando llamó a los tenedores de bonos "verdaderos monstruos".
Pero Correa ya ha recuperado su confianza: el año pasado, Ecuador volvió a los mercados internacionales con un bono a 10 años de US$2 mil millones con un rendimiento de 7.95 por ciento. El presidente sigue manteniendo de manera inequívoca la voluntad y la capacidad de Ecuador de pagar su deuda. Ciertamente, el próximo pago de su bono soberano Global 2015, vencedero el 15 de diciembre, parece asegurado.
Dicho esto, Correa últimamente ha intensificado sus críticas acerca del plan de dolarización del país. Al vincular su economía y su moneda a la divisa estadounidense, Ecuador ha mantenido exitosamente la inflación bajo control. Sin embargo, el alza del dólar estadounidense en los últimos dos años ha socavado su competitividad exportadora: junto a la caída del precio del petróleo, esto ha provocado que la cuenta corriente haya ido de un superávit de US$800 millones durante el primer semestre de 2014 a un déficit de US$1.2 mil millones durante el mismo período este año.
A pesar de sus quejas — como un comentario en el cual expresó que la falta de una política monetaria independiente era como "boxear con una sola mano" — el presidente está extremadamente consciente de que no sobreviviría el acabar con la dolarización.
Donde puede encontrar mayor flexibilidad, sin embargo, es en términos de la austeridad fiscal. Su ministro de Hacienda ha sugerido recortes de gastos y aumentos de impuestos equivalentes a US$4 mil millones para el año 2016, una reducción del 17 por ciento del presupuesto de 2015, que en sí contenía un recorte de US$ 2.2 mil millones. Aunque un severo endurecimiento es necesario después de que el déficit presupuestario se disparó a 6.3 por ciento del PIB en 2014, se presenta en un momento en que el crecimiento económico se ha paralizado. Los analistas ahora esperan un crecimiento de 0.4 por ciento para el año, en lugar del 4 por ciento que el gobierno había previsto inicialmente.
Esto no encaja bien en el plan de la coalición de gobierno de lograr que su candidato sea elegido por cuarta vez, sobre todo porque esto requiere la aprobación legislativa de una enmienda constitucional para eliminar los límites del mandato. Es casi seguro que esa enmienda pasará en diciembre, ya que la coalición tiene la mayoría requerida de 70 por ciento en el parlamento. Pero podría ser un punto crítico que ocasionaría protestas callejeras, ya que la mayoría de la población cree que esta cuestión debería ser sometida a un referéndum nacional. El gobierno ya ha tenido que dar marcha atrás en relación con la introducción de un aumento de los impuestos sobre la herencia y la plusvalía debido a una negativa reacción del pueblo.
La tensión entre un presidente empeñado en mantener su popularidad con el fin de ganar las elecciones de nuevo, y la necesidad de recortar los generosos beneficios sociales a los cuales se han acostumbrado los votantes, es evidente. Esto explica por qué Medley Global Advisors, un servicio de investigación macro propiedad del Financial Times, se muestra cauteloso en relación con las perspectivas de los bonos de Ecuador a pesar de tener rendimientos superficialmente atractivos de casi un 20 por ciento. Si bien el país ha firmado recientemente acuerdos de suministro de petróleo con China y Tailandia, el movimiento de efectivo proveniente de estos acuerdos ha sido lento y no cerrará la brecha de financiación si el gobierno fracasa en la implementación de recortes del gasto público.
Y, lo que es todavía peor, es que Ecuador se enfrenta a una sentencia arbitral inminente en el Banco Mundial que podría costarle alrededor de US$2.5 mil millones. Además, en asuntos nacionales, existe una preocupación por el aumento de la actividad del volcán Cotopaxi que llevó al gobierno a declarar un estado de emergencia en agosto, aunado esto al riesgo de un fuerte fenómeno climático de El Niño que podría resultar en mal tiempo, lo cual que podría agravar aún más las finanzas públicas. Tomará tanto determinación como buena suerte para que Correa y su país puedan capear estas tormentas.