Economía

Dividirse o no: EY afronta la mayor decisión de su historia

El plan para dividir la firma podría reconfigurar la profesión y enriquecer a los socios más veteranos, pero el contexto ha cambiado desde que se anunció la escisión.

Por: Financial Times, traducido por Laura Guzmán | Publicado: Lunes 6 de marzo de 2023 a las 20:30 hrs.
  • T+
  • T-

Compartir

De los cientos de escaladores que parten cada año para alcanzar la cumbre del Monte Everest, solo dos tercios lo logra.

El presidente global de EY, Carmine Di Sibio, cree que tiene mejores probabilidades para su propia ambiciosa aventura: un plan -conocido internamente como Proyecto Everest- que dividiría la firma de contabilidad de las "Big Four" al separar su brazo asesor de su negocio de auditoría, remodelando la profesión en el proceso.

Después de dedicar decenas de miles de horas de trabajo y de acaparar la atención de sus rivales durante casi un año, los socios de EY deberán votar el proyecto. Se trata de algo parecido al Escalón Hillary, la empinada subida a la que solían enfrentarse los alpinistas justo antes de la cumbre del Everest.

Los máximos responsables de EY creen que los socios entienden los verdaderos motivos de la operación: la división de los negocios libraría a ambos de las regulaciones sobre conflicto de intereses que les impiden asesorar a empresas para las que también actúan como auditores.

Sin embargo, la caída de las valoraciones de las empresas ha cambiado el panorama desde que Everest salió a la luz en mayo de 2022 y algunos socios siguen sin estar convencidos de que la división que plantea Di Sibio sea la mejor alternativa.

"Nuestros socios entienden los razonamientos estratégicos de lo que estamos haciendo", afirma Andy Baldwin, socio director global de servicio al cliente de EY. No obstante, añade, "su pregunta no es si deberíamos hacer algo. Creo que ese tren ya ha salido de la estación".

Los principales líderes de EY, que en los últimos días se ha reunido en Nueva York para mantener negociaciones entre las dos partes del negocio, aún tendrán que hacer frente a los detalles, entre ellos qué negocio se hará cargo de diversas responsabilidades legales y exactamente cuántos de los más de 150 países de EY deben incluirse en la nueva consultora. Según personas del entorno, los socios auditores de EEUU han sido especialmente tajantes a la hora de defender sus intereses.

Los ejecutivos esperan empezar a enviar información a los socios durante este mes, lo que dejará tiempo para responder a las preguntas de los aproximadamente 75 países que se espera que participen.

Las votaciones se aplazaron de noviembre de 2022 al primer trimestre de 2023 y entre los rivales existe la sospecha de que los ejecutivos de EY son reacios a arriesgarse a convocar las votaciones país por país hasta estar seguros de que van a ganar. Aun así, según los expertos, el sentimiento de los socios es "positivo" y el objetivo es ganar por un margen holgado.

Los ejecutivos confían en enviar información a los socios este mes, dejando tiempo para responder a las preguntas de los aproximadamente 75 países que se espera que participen.

Un voto afirmativo desencadenaría el cambio más drástico en el sector desde la quiebra de Arthur Andersen, la auditora de Enron, y la oleada de divisiones de consultoras a principios de siglo.

El negocio de asesoramiento, que incluye consultores, asesores de acuerdos y la mayor parte de la práctica fiscal de EY, intentaría cotizar en la bolsa, con el objetivo de emular el éxito de Accenture, que salió a bolsa en Nueva York en 2001 tras independizarse de Arthur Andersen.

Aunque el resto de las Big Four -Deloitte, KPMG y PwC- descartan la idea de seguir el ejemplo de EY, les resultaría difícil no responder si la división de su rival da como resultado dos competidores de más rápido crecimiento.

Mercados más riesgosos del mundo en crisis por escasez de dólares

Dividiendo el pastel

La división en dos podría suponer una ganancia inesperada para los socios de EY: grandes pagos en efectivo para unos 6 mil del lado de la auditoría y acciones de la empresa pública para los otros 7 mil.

Pero repartir entre tanta gente de tantos países está resultando complicado, más aún desde que las condiciones del mercado han empeorado. EY ha comunicado a sus socios que la rama de asesoramiento recaudará unos US$ 30 mil millones para liquidar pasivos y financiar las ganancias inesperadas de los socios en el lado de la auditoría.

Pero en los últimos meses la deuda se ha encarecido y las valoraciones de las acciones han caído. Los socios jubilados también han pedido una parte de los beneficios que refleje su contribución a la construcción del negocio, aunque no tienen participación en la empresa ni voto en la operación. Dentro de EY argumentan que darles más reduciría la cantidad disponible para incentivar al personal más joven, que representa el futuro de la empresa.

Los líderes mundiales tendrán que convencer a sus socios de que sus expectativas de valoración, de las que depende el reparto de dinero y capital, pueden cumplirse.

Las cifras internas indican unos beneficios antes de intereses, impuestos, depreciaciones y amortizaciones de US$ 4.400 millones para el negocio de asesoramiento, lo que le otorga aproximadamente los mismos márgenes de beneficio que Accenture.

No obstante, que el nuevo negocio se valore a un múltiplo de beneficios más generoso que el de su rival -una hipótesis clave de la dirección de EY y los banqueros el año pasado- depende de si puede alcanzar de forma sostenible ese nivel de rentabilidad y de lo realistas que el mercado considere sus ambiciosos objetivos de crecimiento. En ambas cuestiones, según los inversores y analistas, la nueva empresa tendría mucho que demostrar.

La división se esbozó en un contexto de crecimiento extraordinario para las empresas de consultoría y para EY en concreto. El valor de empresa de Accenture alcanzó un máximo de más de 22 veces el Ebitda a finales de 2021, según datos de Refinitiv y varias adquisiciones de consultoras se basaron en valoraciones de 20 veces el Ebitda ese año, según una evaluación de Truist Securities. La media histórica es de 14 veces.

Pero el crecimiento del sector se ha ralentizado desde entonces y ha hecho caer las valoraciones desde niveles muy elevados. Sus rivales KPMG y McKinsey han recortado personal y EY sigue recortando el gasto. En diciembre, su división estadounidense canceló los bonos de su personal y a finales de febrero despidió a 53 empleados.

Aunque ha adoptado una postura más conservadora, según personas del entorno, EY cree que los ingredientes del éxito siguen ahí.

La Fed dice que necesitaría "aumentos continuos" para frenar la inflación

Costos y oportunidad

El costo de la división ascenderá a cientos de millones de dólares antes de que haya votado un solo socio, y está previsto que alcance unos US$ 2.500 millones al término de la operación, incluso antes de que bancos como Goldman Sachs y JPMorgan asuman sus honorarios.

Parte del costo "no es real" porque el trabajo lo está realizando el propio personal de EY y la factura global es parecida a la de operaciones similares, según una de las personas implicadas en la planificación.

EY ha desplegado a más de 2 mil de sus 390 mil empleados para trabajar en Everest. De hecho, hay varios grupos de trabajo en decenas de países planificando detalles como la forma de dividir los sistemas informáticos, inmobiliarios y de recursos humanos.

En todos los niveles de la empresa, Everest ha suscitado dudas sobre el impacto en las perspectivas profesionales y financieras de los empleados. Los profesionales del sector afirman que las conversaciones con los socios de EY giran invariablemente en torno a la división.

Cada empresa nacional debe elaborar su propio plan sobre cómo dividir a los socios y al personal de forma que tenga sentido a nivel local. Decenas de miles de empleados en departamentos como recursos humanos y comunicación todavía no saben para qué entidad trabajarán.

"Robar a Pedro para pagar a Pablo"

La incertidumbre financiera para los socios -las 13 mil personas que decidirán el destino de Everest- es mayor porque la nueva empresa de asesoramiento independiente se desvinculará del modelo tradicional, como hicieron Morgan Stanley en 1986 y Goldman Sachs en 1999.

En una sociedad colectiva, los beneficios se reparten casi íntegramente entre los socios, mientras que en una empresa abierta en bolsa los "socios" cobrarían solo un sueldo y renunciarían al resto de su remuneración a cambio de acciones que podrían vender en el futuro.

Un problema que enfrenta EY es cuánto recortar de la retribución neta a la que están acostumbrados los socios consultores. Con el fin de engordar los beneficios en los que se basará su valoración bursátil, existe la preocupación interna de que los recortes sean más profundos de lo previsto en un principio, explica un socio saliente. "Es como robar a Pedro para pagar a Pablo", afirma. 

Personas que conocen los planes sostienen que EY está trabajando en un sistema escalonado en el que algunos socios junior no verían recortada en absoluto su remuneración en efectivo, pero los más veteranos podrían sufrir reducciones superiores a 50%. Según una de estas personas, la reducción media para los socios sería de 40%.

La rapidez con la que los socios asesores podrán canjear sus acciones, y si éstas estarán vinculadas a la permanencia en la empresa, son también cuestiones de gran interés para los socios, y para los posibles inversores, que no quieren ver cómo sus activos más valiosos se desvanecen.

Opinión: ¿Adiós a las Big Four?

Crecimiento acelerado

Dada la escasez de información pública sobre el negocio de consultoría de EY -y dado que aún se está negociando exactamente qué partes de la empresa se incluirán en la división- es difícil predecir cómo valorarán los inversores la empresa cuando salga a bolsa.

EY argumenta que será una propuesta diferente a Accenture, combinando negocios de asesoramiento de alto margen con la externalización, y una práctica fiscal, que ofrecerá ingresos estables para compensar líneas de servicio más cíclicas.

Pero su propuesta a los inversores se centra en la velocidad de su crecimiento, impulsado por la propia división. Separados de la distribución de auditoría, los consultores sólo en EEUU tendrían libertad para buscar negocios en un tercio de las empresas del S&P 500, incluidos gigantes tecnológicos como Google y Amazon, que actualmente están fuera de su alcance porque EY actúa como su auditor.

La nueva consultora también se enfrentará a la competencia de la parte contable de EY, que conservará algunos expertos fiscales y de otro tipo para apoyar el trabajo de auditoría y reconstruir sus propias prácticas de asesoramiento.

El ritmo al que EY pretende materializar la división y salir a bolsa también crea riesgos, ya que el negocio de asesoramiento tendrá una nueva TI, un nuevo modelo para pagar a sus socios y una nueva marca, y todo de forma simultánea.

A corto plazo sigue existiendo el riesgo de que los socios voten en contra de Everest, pero los principales líderes de EY quieren seguir adelante con los planes.

Lo más leído