La agencia oficial china Xinhua lo calificó como un "lunes negro"; otros analistas hablaron de un "baño de sangre". El índice de referencia chino, el Shanghai Composite, se desplomó 8,5% ayer, su mayor caída desde febrero de 2007, y con eso arrastró a las bolsas de todo el mundo, a los commodities y a las monedas de los países emergentes. Después de gastar cerca de US$ 200 mil millones para comprar acciones y apuntalar a las plazas bursátiles locales en las últimas siete semanas, el gobierno chino se rindió a las fuerzas del mercado y no intervino, dejando que el índice borrara todas sus ganancias del año.
Más de 800 acciones bajaron en el límite diario permitido de 10%, y ahora el Shanghai Composite acumula un retroceso de 38% desde su máximo del 12 de junio. La caída se produjo además en momentos de creciente preocupación por el estado de la economía china, luego de que el viernes una encuesta privada de manufacturas mostrara su lectura más baja en seis años.
El temor por la desaceleración de la segunda economía mundial y el impacto que tendrá en los mercados emergentes, que fueron el motor de la recuperación tras la crisis financiera, hizo que los mercados de todo el mundo se desplomaran.
El índice estadounidense Standard & Poor's 500 llegó a caer más de 5%, mientras que en Europa se produjeron los desplomes más pronunciados desde la crisis financiera en 2008. El petróleo Brent bajó de US$ 45 por primera vez desde marzo de 2009, mientras que el West Texas Intermediate (WTI) se ubicó por debajo de US$ 40 por primera vez desde febrero de 2009. El índice Bloomberg Commodity, que monitorea 22 materias primas, bajó 1,2% a su menor nivel desde 1999.
Las monedas latinoamericanas, medidas por el índice Bloomberg JP Morgan Latin America Currency, bajaron a su menor nivel desde al menos noviembre de 1992, el peso colombiano registró su mayor caída desde 2009 y el peso mexicano se debilitó a un mínimo récord.
Las naciones emergentes ya estaban golpeadas por la caída de los precios de los commodities, como resultado de la menor demanda de China, y por la anticipada alza de tasas de la Reserva Federal de Estados Unidos, que podría provocar una fuga de capitales desde los mercados más riesgosos.
"Es un baño de sangre", calificó Bernd Berg, estratega de Société Générale, a Bloomberg. "Vemos ventas por pánico debido a los temores por el crecimiento global y la incertidumbre sobre la próxima jugada de la Fed", agregó.
Beijing no interviene
Tras la debilidad de los datos de manufacturas y ante la caída de 11,5% del Shanghai Composite la semana pasada, los analistas esperaban un mayor estímulo de parte de Beijing. Pero pese a que el fin de semana las autoridades anunciaron que permitirían que los fondos de pensiones compren acciones por primera vez, no se produjo el esperado recorte de los ratios de requerimiento de reserva de los bancos. Ayer, además, el "equipo nacional" de corredoras, fondos mutuos y otros inversionistas institucionales estatales se abstuvo de comprar acciones y apoyar al mercado.
"Este es un verdadero desastre y parece que nada puede detenerlo", dijo Chen Gang, jefe de inversiones de Heqitongyi Asset Management, a Bloomberg. "Si no recortamos nuestras posiciones nosotros mismos, el fondo enfrenta el riesgo de un cierre forzado. Muchos fondos privados que han empezado hace poco sufrieron eso recientemente. Espero que podamos sobrevivir", se lamentó.
Al parecer, los líderes de Beijing decidieron que es muy caro e inútil combatir la gravedad en las bolsas, especialmente en momentos en que el gobierno está interviniendo de forma separada y masiva para evitar que la moneda se devalúe aún más.
Las autoridades han gastado US$ 200 mil millones en comprar acciones para apoyar los precios en las últimas siete semanas. Y desde que el Banco Popular de China devaluó el yuan el 11 de agosto Beijing ha gastado US$ 200 mil millones adicionales de las reservas en moneda extranjera para evitar que el yuan caiga demasiado, dijeron personas cercanas al banco central a Financial Times. Esa cifra supera lo que el banco desembolsó en los últimos dos años para mantener a la moneda en el rango deseado frente al dólar.
"El problema que tienen ahora es que han gastado US$ 400 mil millones apoyando la moneda y el mercado bursátil y están peor que como empezaron", aseguró una persona con lazos cercanos al banco. "Creo que se confiaron demasiado y subestimaron cuán grande sería la reacción global a la devaluación".
Después de permitir que el yuan bajara cerca de 4,5% en los primeros días tras la devaluación, el banco central logró estabilizar la divisa, pero sólo a través de la intervención de los mercados cambiarios locales. Más aún, el banco comenzó a intervenir por primera vez a gran escala en los mercados cambiarios offshore, en Hong Kong y Londres, según personas cercanas al asunto.
Los expertos no descartan que las bolsas sigan cayendo. "La economía de China está bastante mal y algunos sectores tienen burbujas", afirmó Wu Kan, administrador de fondos de JK Life Insurance. "La presión vendedora en los mercados globales está pesando en la confianza local. El Shanghai Composite podría caer a los 3 mil puntos".
Las acciones en las bolsas de China continental se transan a una media de 61 veces las ganancias reportadas el viernes, según datos de Bloomberg. Esa es la mayor brecha entre las diez mayores bolsas mundiales y más que triplica el múltiplo de 19 veces del índice Standard & Poor's 500.
Los analistas, eso sí, no pierden las esperanzas de que el gobierno intervenga más temprano que tarde. "Las personas de todo el mundo están mirando la economía de China, y la política monetaria de China se ubica sólo por detrás de la Reserva Federal de EEUU (en importancia global)", aseguró Li Daokui, economista del Center for China in the World Economy de Tsinghua University, a FT. "Espero mayores medidas (de estímulo) en los próximos días y semanas. Al hacer algo en esta coyuntura el banco central chino no sólo está apoyando a la economía china, sino también a los mercados emergentes", advirtió.
El diario Wall Street Journal reportó ayer que el gobierno chino no ha descartado aún aplicar un nuevo recorte de los requerimientos de reserva de los bancos, el tercero en el año. La medida, que podría llegar este mes o a principios de septiembre, implicaría una reducción de medio punto porcentual en los requerimientos, lo que liberaría 678.000 millones de yuanes (US$ 106.200 millones) para que los bancos otorguen créditos.
Decisión de la Fed
La debacle de los mercados globales reduce las posibilidades de que la Fed eleve las tasas el próximo mes, y podría incluso provocar que las mantenga en su mínimo histórico de entre cero y 0,15% hasta 2016.
El ex secretario del Tesoro de EEUU, Lawrence Summers, escribió en la edición de ayer de Financial Times que subir las tasas en el futuro cercano sería un "serio error" que podría amenazar la estabilidad financiera.
"Lo que estamos viendo no es una corrección razonable", dijo David Stubbs, estratega de mercados globales de JPMorgan Asset Management, a FT. "Estamos definitivamente en el mundo de la caída sicológica y la preocupación real por el futuro".
La menor probabilidad de un alza de tipos de la Fed en septiembre provocó una depreciación del dólar, que cayó 1,7% a un mínimo en siete meses frente al euro, y 2,8% frente al yen japonés.
De acuerdo con Jim Reid, analista de Deutsche Bank, la ola vendedora en las acciones globales fue impulsada inicialmente por las expectativas de un alza inminente de las tasas de la Fed. Sin embargo, "la jugada confrontacional de China hace dos semanas y las repercusiones consiguientes en los mercados emergentes nos han acelerado hacia algo más serio", afirmó a FT. "Siempre hemos pensado que algo se interpondría en que la Fed elevara los tipos en septiembre, y quizás eso es lo que estamos viendo ahora".
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