Consumo

Empresas de delivery reaccionan a la contracción del consumo y adaptan sus negocios ante el nuevo escenario económico

Planes de membresías, supermercados online y entregas ultra rápidas son algunas de las estrategias que destacan en la industria. Datos de Kawésqar Lab muestran que los compradores de comida preparada son cuatro veces menos que hace dos años.

Por: Martín Baeza / Gráfica: María C. Arvelo | Publicado: Viernes 4 de noviembre de 2022 a las 12:37 hrs.
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Si las cuarentenas fueron un impulso directo para la industria del delivery, hoy la inflación y el menor poder adquisitivo de los hogares la coloca en la situación opuesta.

A medida que los consumidores migran hacia hábitos más conservadores, sacrificando las compras que no sean esenciales. Así, el recorte del presupuesto para la comida preparada aparece como una opción inmediata.

Según un estudio realizado por la empresa de servicios de alimentación Aramark, en conjunto con la encuestadora Cadem, un 66% de los chilenos está pidiendo menos delivery con el fin de cuidar el bolsillo.

Por otra parte, la consultora especializada en consumo, Kawésqar Lab, también ha registrado una caída significativa en las compras de alimentación online.

Según sus datos, en el segundo trimestre de 2020 –peak de la pandemia-, un 37% del total de los compradores de e-commerce estaba participando en la categoría de alimentos. En el caso específico de la comida preparada, la cifra alcanzaba un 27%.

Al tercer trimestre de 2022, la estadística se ha desplomado. Solo el 15% compra alimentación y el 7% encarga comida preparada a domicilio.

La reacción de la industria

Desde las empresas del sector no se han quedado indiferentes y han decidido tomar cartas en el asunto. Si bien algunas afirman que aún no han visto bajas en el negocio de delivery, están conscientes del riesgo que existe y están generando estrategias para adaptarse al nuevo escenario económico.

“Nosotros no hemos sentido un decrecimiento, lo que hemos visto es una estabilización de crecimiento a niveles prepandemia y esto es algo normal (…) Teníamos claro que el contexto de la pandemia era un momento particular y no podíamos apalancar nuestro éxito en ese momento”, señaló Rappi.

La firma colombiana cuenta que ha puesto el foco en aumentar su propuesta de valor, por ejemplo, a través de su opción Turbo –de entregas “ultra rápidas”- o mejorando la oferta de su servicio Prime. “El compromiso en el país es a largo plazo”, dijo.

El análisis de PedidosYa es similar. “Leímos este escenario y decidimos, por una parte, reforzar nuestra estrategia de promocionalidad con descuentos bancarios muy atractivos cada día de la semana y lanzamiento de un programa de membresía”, explicó la filial de la multinacional alemana Delivery Hero.

Dicho programa tiene como fin que los consumidores puedan optar por costos de envíos gratis o descuentos exclusivos.

Además, PedidosYa agregó que potenció con 32 locales su vertical de supermercados online, línea de negocios que ha sido uno de los focos del plan estratégico de la empresa.

Por su parte, Uber Eats también ha optado por un programa de membresía. Los usuarios podrán “ir, venir y pedir todos los día en un solo lugar y con solo tocar un botón. En un contexto complejo, las membresías permiten administrar y planificar de mejor manera los gastos de las personas, traduciéndose en ahorro”, esgrime Verónica Jadue, gerenta de Comunicaciones de Uber Chile.

La ejecutiva sostiene que “el crecimiento que experimentamos en los últimos años llegó para quedarse y es ahí donde estamos invirtiendo nuestra energía, con nuevas verticales y ofertas no alimentarias”.

En esa línea, desde Rappi también rescataron que la pandemia sirvió para que muchas personas se educaran en el uso de herramientas digitales y eso contribuye a que la empresa pueda  tener un crecimiento estable.

Caída en el delivery

Ante los datos del menor consumo de comida preparada, el CEO de Kawésqar Lab, Christian Oros, comenta que es un fenómeno muy similar a lo que se observó en los años 2008 y 2009, para la crisis subprime. Ante una contracción económica, las personas rápidamente buscan alternativas más baratas, dice.

No obstante, la diferencia es que en ese entonces el impacto se debió a una alta tasa de desempleo, mientras hoy viene de los altos niveles de inflación.

“Lo primero que se restringe en estos aspectos son dos dimensiones. Uno, la compra de bienes durables y de alto valor, como computación y línea blanca (…) Y segundo, el segmento gastronómico. Restricciones en las canastas de compras, disminución de la frecuencia de compras”, explica el analista.

Oros relata que en 2008 las personas pasaron de ir –en promedio- cuatro veces por mes al supermercado, a solo tres compras grandes.

Además, agrega que las salidas a restaurantes deberían verse restringidas y, en ocasiones, reemplazadas por consumo en patios de comida u otras opciones más convenientes en cuanto a precio.

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