Caía la noche del lunes 17, cuando en medio de un ambiente estremecido por el cambio de gabinete, las autoridades de gobierno se reunieron con cerca de 800 representantes de los partidos, para conmemorar el primer aniversario del triunfo de Sebastián Piñera.
Pero, a diferencia de un año atrás, no fue una celebración entusiasta. Eran horas difíciles las que enfrentaban los políticos, tras confirmar que en todo este período, el presidente no ha cambiado un ápice su actitud distante hacia ellos.
Conocido es su desinterés en que los partidos adquieran más preeminencia de la que él considera que se les debe dar. Una actitud que confirmó la misma noche en que ganó la elección, al impedir que sus dirigentes subieran al estrado, y que repitió en esta oportunidad aunque sin que éstos lo supieranal solicitar expresamente que en el video preparado para el acto del triunfo, se acortaran los tiempos de aparición de los políticos.
Con estos detalles no ha hecho sino reflejar que su disposición no es tomarlos en cuenta como ellos esperan, lo que ha ocurrido desde que nominó a su primer gabinete, hasta el último ajuste que los golpeó fuertemente. Fue en ese cuadro, que más que ánimo de festejo, en la conmemoración del triunfo, tanto el presidente de RN, Carlos Larraín, como de su par de la UDI, Juan Antonio Coloma, expresaron sus desencantos, e incluso este último llamó explícitamente a que se comenzara a hablar del gobierno de la Coalición.
Pero Piñera no se hizo eco ni de los reclamos a tener más participación, ni tampoco recogió la sugerencia. Pero aun con el desapego que siente hacia los partidos, no desconoce los riesgos de una desafección que adquirió especial fuerza luego del cambio de gabinete.
El primer impacto
Como punto positivo, en los partidos reconocieron que en el ajuste ministerial acogiera la idea de incorporar figuras políticas, planteada desde el comienzo por ellos al tener aprensiones acerca del éxito de un ministerio básicamente técnico.
No por eso los dirigentes de RN, ni menos de la UDI, quedaron conformes con los cambios, tanto por la forma como los hizo, como por los nombres escogidos.
En ambos partidos no cuestionan las prerrogativas presidenciales para poner o sacar ministros, pero silenciosamente aluden a que, aparte de que no se les informó , hasta última hora Piñera les planteó que el único cambio sería Defensa o a lo más Energía. Era un escenario sin sobresaltos, porque se suponía que la decisión estaba entre los candidatos de uno u otro partido, que eran Teodoro Ribera (RN) o Rodrigo Álvarez (UDI). Por eso el impacto que produjo que no sólo optara por el senador Andrés Allamand tras pasar largas horas con él en el sursino que además contemplara cambios en otras carteras, como Trabajo, donde en una especie de juego de empate, instaló a la senadora UDI, Evelyn Matthei. Enterados no sólo de la magnitud del cambio --que además afectó a Transportes- sino de los nombres cuando poco o nada podían opinar, los dirigentes de los partidos reconocen que recibieron un duro golpe.
Tanto en RN como en la UDI indican que la nominación de ambos senadores no fue bien recibida en amplios sectores de los dos partidos, pero no porque les resten méritos para sus cargos que se los reconocen ampliamentesino por las connotaciones del ingreso al gabinete de los dos parlamentarios díscolos.
Las heridas en RN
En el caso de RN, más que la directiva que se dio por conforme porque le permitió a su presidente, Carlos Larraín, acceder al Senadoel principal desencanto con la designación de Allamand surgió del sector cercano al ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter, en parte porque se trata de otro presidenciable, que además le podría restar la influencia que éste ha monopolizado con Piñera. Pero existe otra razón más de fondo, que lo mismo que a Hinzpeter, afectó también a otros personeros de RN, como el senador Alberto Espina, que en silencio ha guardado su decepción. En su caso, aparte de sus conocidas expectativas de ser parte del gobierno e incluso sumarse a los presidenciables-- el nombramiento de Allamand apareció como que no existía ningún reconocimiento a la lealtad, una actitud que tanto él como el titular de Interior han mantenido incólume desde la campaña.
El golpe a la UDI
Pero la incorporación del senador RN al gabinete, no sólo remeció a su partido, sino quizás con más fuerza a la UDI. En dicha colectividad indican que, desde el momento en que Piñera optó por no nombrar ni a Allamand ni a Pablo Longueira en su primer gabinete porque prefirió no poner senadores, entendieron que la suerte de ambos había quedado atada. Pero no fue así. De hecho el presidente no sólo no lo contempló en el diseño de poner a dos senadores, sino que tampoco accedió a la solicitud expresa que le hicieran, tanto Coloma, como el senador Andrés Chadwick, de que lo nominara en Transportes, cuando aún estaba pendiente quién sería el sucesor de Felipe Morandé.
Entre las razones que habría esgrimido Piñera, es que si lo hacía se vería conminado a poner a otro senador de RN, pero en su entorno indican que el problema de fondo sería su temor a que, con su potencia, en cualquier momento de desacuerdos pudiera abandonarlo, tal como lo hizo cuando decidió irse del comando.
En la UDI, sin embargo, aluden a que fue un error incitar la desafección de Longueira, no sólo por las críticas que pueda hacer, que siempre impactan, sino por la influencia que mantiene al interior de dicho partido.
Lo cierto es que, tal como ha confidenciado el propio senador, aparte de su desencanto personal dado su interés explícito de sumarse al gobierno, le preocupan las implicancias que toda esta situación puede tener para la UDI, donde percibe que sus dirigentes no mostraron la fuerza necesaria para imponer sus criterios frente al presidente.
Como el partido más afectado, considerando que Matthei no representa su sensibilidad, ni tampoco -pese a que reconocen que puede hacer una gran gestión- perciben que pueda tener una influencia política similar a Hinzpeter o Allamand, sus dirigentes idearon una última jugada: que la ministra vocera Ena von Baer reemplazara a la senadora, mientras en su cargo en La Moneda, se nombrara al senador Andrés Chadwick.
Pero tanto las gestiones que hicieron Coloma, primero, como las que posteriormente hizo el senador Jovino Novoa, quien acudió personalmente al despacho presidencial, fueron infructuosas: Piñera no estaba dispuesto a generar más ruido sacando a otros senadores, con lo que la UDI definitivamente se quedó sin un representante político fuerte en el gabinete.
Como solución, por ahora, se estableció que la ministra Von Baer cumpla un papel de mayor coordinación con su partido, tema que trató tanto con sus dirigentes, como con el propio mandatario, a quien por esa razón, le planteó la necesidad de tener más participación en la toma de decisiones.
Estímulo a los díscolos
Es cierto que después de todos estos hechos las directivas partidistas están siendo consultadas para los cambios de subsecretarios o intendentes que se aproximan. Pero ello no significa que se pueda aplacar fácilmente lo que todos perciben como el principal problema que generó el ajuste ministerial: un estímulo a las posturas disidentes.
Tanto es así que al interior de los partidos destacan que la nominación de los dos senadores, que entre otras cosas impulsaban agendas paralelas a la del gobierno y de sus partidos en temas valóricos -como la propuesta para las uniones de hecho de Allamand o el proyecto para legalizar el aborto terapéutico de Matthei puede constituirse en un aliciente para aquellos que se han cuidado de expresar sus propias opiniones, que muchas veces difieren con el gobierno o con la línea de sus partidos.
Esa autonomía es posible que encuentre un cauce con la renovación de los jefes de bancada de diputados. En la UDI asume José Antonio Kast, líder de la disidencia a Coloma, lo que augura un cambio respecto al estilo del actual jefe partidista, al que en estos días se le ha criticado por falta de fuerza frente a Piñera, mientras RN eligió a Cristián Monckeberg, también líder de la disidencia a la mesa, que tiene opinión propia.
La importancia es que como jefes de bancada, aparte de buscar posturas comunes en temas legislativos, forman parte del Comité Político, al que además se sumaría la senadora RN Lily Pérez, mientras si la UDI hace un cambio en marzo, no se descarta que ingrese el senador Novoa.
Como incluso reconocen en La Moneda, todo indica que más que las respectivas directivas que terminaron cuestionadas en este episodio el peso político podría radicar en estos parlamentarios, los que se presume que tendrán más fuerza para representar el sentir de sus pares, que en este primer año evitaron sumarse a los díscolos.