Los variados obstáculos para la inmunización global contra el Covid
Los mercados, las empresas, políticos y más de una familia en su casa celebran el “principio del fin de la pandemia”. Pero el camino es largo, y hay un obstáculo importante que sortear: nosotros.
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Es oficial. Este lunes 7 de diciembre se aplicarán las primeras vacunas contra el Covid-19. Los primeros en recibir la vacuna de Pfizer/BioNtech será personal de salud en hospitales de Reino Unido. Se espera que en las próximas semanas también se aprueben las vacunas de Moderna y AstraZéneca/Oxford en Reino Unido, Estados Unidos y la Unión Europea.
Es el "principio del fin de la pandemia" dijo la primera ministra de Escocia, Nicola Sturgeon. "La luz al final del túnel" como tituló The Economist. La ola de optimismo parece justificada. Por fin, y tras una crisis que ha borrado US$4 billones de la economía global y dejado a millones en el desempleo, el mundo tiene no una, pero al menos tres vacunas en el mundo Occidental (Rusia ya comenzó la aplicación de su vacuna Sputnik) para combatir la pandemia.
Primero hay que transitar por el túnel; y este no parece corto.
El primer obstáculo es puramente matemático y logístico. Si todo sale de acuerdo con lo planeado, hacia fines del próximo año Pfizer, Moderna y AstraZéneca habrán producido, en conjunto, 5.000 millones de dosis. Pero cada paciente requiere de dos aplicaciones. Habría, entonces, suficientes dosis para inmunizar apenas a un 32% de la población mundial. La Organización Mundial de la Salud es menos optimista, o más realista, y aspira que dentro de 12 meses un 20% de la población mundial esté vacunada. La cifra está muy por debajo del 70%-75% de inmunización que se considera el nivel necesario para superar la pandemia, y que científicos creen que demorará más de un par de años en conseguirse.
No solo radicales
"En el corto plazo, la vacuna no significa el fin de la pandemia", insiste Siddhartha Datta, director del Programa de Vacunación e Inmunización de la OMS. Por el contrario, reconoce el riesgo que la simple noción de que existe una vacuna haga que las personas relajen las medidas de prevención, como el uso de mascarillas, el distanciamiento social y el lavado de manos. Un escenario que bien podría llevar a nuevas restricciones y cuarentenas en los próximos meses.
El obstáculo para la inmunización no es solo logístico. Así estuviesen disponibles hoy las dosis necesarias para toda la población, en casi todos los países un alto porcentaje de personas no está dispuesta vacunarse.
En Reino Unido, la última encuesta de YouGov, elaborada fines de noviembre, reveló que un 25% no se vacunaría, y otro 17% no está convencido de hacerlo. En Francia la respuesta es más radical, una encuesta de Journal du Dimanche reveló que el 59% no está dispuesto a vacunarse. La mayoría de los alemanes -un 53%- sí está dispuesto a vacunarse, pero solo un 42% permitiría que se inmunice a sus hijos.
Una encuesta elaborada por El País a mediados de noviembre reveló que solo 24% de los españoles se inmunizaría "cuanto antes", otro 37% esperará un año (ante dudas sobre la seguridad de la vacuna) y otro 20% solo si es obligatorio. Mientras 13% no se vacunará, aunque intenten obligarlo.
Un sondeo de Gallup en EEUU reveló que el porcentaje de personas dispuestas a vacunarse subió de 50% a 58% en el último mes. En el caso de Chile, las diversas encuestas arrojan un escenario bastante parecido, un 20%-24% está dispuesto a vacunarse de inmediato, entre el 13% y 15% no se vacunará de ningún modo, y más o menos un 40% prefiere esperar a tener más certezas sobre la efectividad y seguridad del medicamento.
"No, la vacuna no va a cambiar tu ADN", rezaba uno de los titulares de la BBC tras el anuncio de la vacuna. Es solo una de las teorías que se multiplican rápidamente por redes sociales o grupos de Whatsapp, en las que se incluye que todo es solo parte de un plan de Bill Gates para implantarnos chips. Chips que buscarán recolectar información que -curiosamente- la mayoría ya entrega gratuitamente al navegar por internet, usar las redes sociales, responder encuestas de marcas, participar en foros online, etc.
Infodemia y campaña
Aunque los denominados "antivacunas" son los que llaman más la atención, con marchas y protestas, especialmente en Europa; lo cierto es que no son los únicos que están dudando en inmunizarse contra el Covid-19.
A los tradicionales grupos antivacunas, que ven con sospecha todos los avances de la ciencia, y que han aumentado su influencia gracias a la facilidad para difundir sus temores a través de las redes sociales; ahora se suman las personas que tienen dudas respecto a esta vacuna en específico. El poco tiempo que han necesitado las farmacéuticas para desarrollar sus fórmulas, que en casos como las de Pfizer usan métodos no probados antes en humanos (mRNA), y la desconfianza en el manejo de la pandemia de parte de los gobiernos son dos factores que pesan sobre este grupo, que prefiere "ver y esperar" a que otros se vacunen primero.
Según un estudio de Ipsos, la mitad de quienes dicen no querer vacunarse en Chile citan como razón el temor a efectos secundarios. También hay un alto porcentaje que simplemente no tiene miedo a la enfermedad.
"No solo enfrentamos una pandemia, también una infodemia, con mucha información falsa circulando sobre las vacunas", advierte Hans Kluge, director del capítulo europeo de la OMS. Por ahora, la recomendación de la OMS y de la UE es que los gobiernos luchen contra esta infodemia con transparencia y campañas de información, mientras mantienen la vacunación voluntaria.
Los expresidentes estadounidenses Barack Obama, Bill Clinton y George Bush se han ofrecido para televisar su vacunación, a modo de convencer a la población de que es segura. En Reino Unido, el ministro de Salud, Matt Hancock, se ofreció a hacer lo mismo junto al periodista Piers Morgan, apuntando especialmente a convencer a las filas conservadoras, donde hay un porcentaje considerable de rechazo a la vacuna. ¿Y la Reina? Algunos comentaristas planteaban reclutarla como la máxima influencer a favor de la inmunización contra el Covid.
Consultados por cuán eficiente habrá sido el esfuerzo de los científicos y gobiernos si no se logra convencer a suficiente gente de vacunarse, directivos de la OMS prefieren insistir en la necesidad de fortalecer las campañas de información.
¿Garrote y Zanahoria?
Pero María Casado, directora del Centro de Investigación Observatorio de Bioética y Derecho (OBD) de la Universidad de Barcelona, cree que el enfoque es erróneo, y que la premisa sería recordar que sí se puede obligar a la gente a vacunarse. "Es falso que no se puede obligar. La ley lo permite, y de no existir se puede aprobar dicha ley. El derecho privado tiene como límite la salud pública, y en el caso de la pandemia se podría hacer, sin que haya un conflicto ético... Otra cosa es que sea efectivo", plantea.
Ya hay ejemplos. En Italia, Francia, Suecia, también en países en Latinoamérica, se han condicionado ingreso a colegios o beneficios sociales al cumplimiento del plan de vacunación para los niños. Esta medida ha logrado erradicar en la mayoría de países enfermedades como la tuberculosis o la meningitis.
Carnet electrónico
Pero Casado coincide con la OMS en que es poco aconsejable imponer la vacuna contra el Covid-19 como algo obligatorio. Hay un factor logístico para forzar a las personas a sentarse y recibir no una, sino dos dosis de la vacuna, y a renovarlas cada 12 o 18 meses. Además, este tipo de acción podría aumentar la desconfianza en los gobiernos e instituciones, que está en la base del movimiento antivacunas.
Desde el Ministerio de Salud en Chile apuntan a la falta de consenso de la comunidad científica respecto a la viabilidad de hacer obligatoria la vacuna. "Es importante considerar, como antecedente, que la evidencia científica disponible a la fecha sobre seguridad e inmunogenicidad de vacunas candidatas contra SARS-CoV-2 se está produciendo a partir de la participación de adultos sanos y con comorbilidades controladas de 18 años de edad y más, y a través de información de resultados preliminares de estudios clínicos fase 3 difundidos en los sitios web de los propios laboratorios productores de las vacunas candidatas", responde el Minsal consultado sobre por qué optar por un enfoque voluntario.
La académica española cree que además de apelar a la solidaridad y confianza en la ciencia, los gobiernos deben adoptar incentivos. "Quienes se vacunen podrían acceder a algún beneficio", plantea.
Más que incentivos, las ideas que se han planteado hasta ahora apuntan a sanciones. El CEO de la aerolínea Qantas propuso que se emita un "certificado de vacunación" y que solo sus portadores puedan viajar internacionalmente. En Reino Unido, el ministro a cargo del plan de vacunación, Nadhim Zahawi, aseguró que se estaba estudiando la implementación de un "pasaporte electrónico de vacunación", y solo sus portadores podrían acceder a restaurantes, teatros, estadios, etcétera.
Su declaración causó tal revuelo y división al interior del propio partido oficialista, que el gobierno salió a desmentirlo pocas horas después. Pero la firma inglesa De la Rue, que provee de billetes y otros instrumentos de seguridad a bancos centrales, declaró la semana pasada que está ya en negociaciones "iniciales" con "varios gobiernos" para la elaboración de "certificados de inmunidad".
En el Minsal no descartan de plano esta herramienta, y señalan que la campaña y estrategia de vacunación están "en proceso de análisis".
Incluso en la OMS, que oficialmente aún no ha emitido una postura sobre la emisión de "certificados o pasaportes" de vacunación, se está considerando la emisión de algún tipo de instrumento. Su director de vacunación, Siddhartha Datta, reconoció en una rueda de prensa el jueves que se está analizando "el uso de tecnología para una especie de certificado electrónico de vacunación". Pero se abstuvo de especificar para qué se utilizaría.
La idea de una identificación de que se está libre de Covid, o se es inmune, ya ha generado críticas alrededor del mundo. Hay temor a un mal uso de datos, a discriminación laboral y social. También supondría un reto para las empresas. ¿Estará realmente dispuesto un restaurante, duramente afectado por la cuarentena, a rechazar clientes que no tengan el certificado?
La solución a este dilema puede estar en el tiempo. La apuesta de la OMS y los gobiernos es que, tras la aplicación de las primeras vacunas, y el agotamiento ante la continuidad de las restricciones (que seguirán siendo necesarias) más gente este dispuesta a vacunarse, y para entonces ya habrá la cantidad de dosis suficientes.
Solo entonces podremos hablar de un retorno a algo parecido a la vida que conocíamos antes. Aunque hay que tener algo claro, como lo advirtió el subjefe médico británico, Jonathan Van-Tam: aún no es hora de celebrar y lanzar las botellas de alcohol-gel por los aires. ¡No! Usaremos mascarillas quizás por años; y mientras menos gente se vacune, más tiempo viviremos bajo restricciones.