El primer tiempo de Javier Milei
El Presidente argentino ha sorprendido con su pragmatismo. Pero el ajuste arriesga agotar la paciencia de sus electores.
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A punto de cumplir seis meses en el poder, Javier Milei se acerca al fin de la etapa inicial de su Gobierno: la aplicación del shock.
Las primeras medidas incluyeron reducir drásticamente el gasto fiscal, paralizar la inversión pública, y parar “la maquinita”, o financiamiento del fisco a través del banco central. El dólar fue devaluado a la mitad en un día, y desde entonces un 2% mensual con miras a unificar los diferentes tipos de cambio. Mientras, recortes de la tasa de interés, del 133% al 40%, ayudaron a reducir el costo de la deuda pública.
El shock comienza a dar resultado. Argentina cerró el primer trimestre con su primer superávit fiscal (0,2% del PIB) en 16 años. La inflación moderó su ritmo a un 8,8% mensual en abril, y la proyección para mayo es una variación de 5%-6%.
“Evitamos la que iba a ser la peor crisis económica en la historia argentina (…) porque en ninguna otra crisis llegamos con los niveles de pobreza que heredamos (53% de la población)”, declaró el jefe de gabinete de Milei, Nicolás Posse, en su primera comparecencia pública el 15 de mayo. Ahí, ante el Senado, Posse agradeció a “todos los argentinos que están haciendo un enorme esfuerzo para acompañar este proceso”.
El fin de algunos de los precios controlados y el recorte de subsidios han llevado a siete de cada diez argentinos a reducir o ajustar sus patrones de consumo, revela una encuesta a mayo de la consultora Trespuntozero.
El abrazo de “la calle”
El FMI aplaudió la gestión de los primeros meses, pero la baja de la inflación y el superávit fiscal tienen como contracara una contracción dramática de la economía.
La construcción cayó un 42% anual en marzo y la producción industrial un 21%. Con estos números, se espera en marzo la tercera contracción consecutiva mensual de la actividad.
A pesar de eso, y de ahí el gesto de Posse, Milei mantiene el nivel de aprobación (53%) con el que llegó al poder. “Cada mes la oposición tiene la esperanza de que algo lo afecte… Pero no… Hay una parte de la sociedad argentina que tiene una vocación al sacrificio, que está dispuesta a poner el cuerpo, a acompañarlo en este proceso”, explica Shila Vilker, directora de Trespuntozero.
Más sorprendente aún, a mayo, según indica la misma consultora, casi la mitad de los argentinos cree que en un año la situación económica del país será “buena o muy buena”. Es un nivel de optimismo no visto en los últimos dos gobiernos.
Javier Casabal, estratega de Renta Fija de Adcap Grupo Financiero, atribuye ese optimismo, que también nota en los mercados, a la determinación y estilo de Milei: “Por primera vez en muchos años se ve a un presidente que está dispuesto a cargar con el costo político del ajuste”.
Es una lección aprendida del fracaso del gobierno de Mauricio Macri. El exPresidente fue rápido en retirar las restricciones cambiarias y comerciales, pero el ajuste fiscal fue muy lento e incluso se revirtió. La estrategia generó desconfianza de los mercados y una fuga de capitales que llevó a un nuevo plan de rescate del FMI.
El dilema del cepo
En su lugar, Milei ha adoptado una terapia de shock fiscal mientras mantiene el cepo cambiario (controles para la compra de dólares), así como otros elementos que criticó en su campaña electoral, como el Impuesto País que afecta al sector productivo. Además, negocia actualmente con los gobernadores la reintroducción de un impuesto a las ganancias que se eliminó como parte de la campaña electoral del gobierno anterior.
“Claro que quisiera bajar impuestos, pero no puedo hacerlo con déficit fiscal”, sentenció Milei ante empresarios reunidos esta semana en Buenos Aires.
En eso corre contra el tiempo. El pago de salarios y pensiones presionan el gasto público, mientras la recaudación tributaria se reduce debido a la recesión.
Las apuestas del equipo de Milei están en un repunte en “V” de la economía. Porque si bien “la calle” todavía apoya a Milei, en el sector productivo la paciencia comienza a agotarse. Se nota principalmente una presión por cumplir con la promesa de recortar impuestos y eliminar las restricciones cambiarias.
“Inviertan que, si invierten, vamos a tener superávit (fiscal); si tenemos superávit, vamos a bajar impuestos; se va a recuperar la economía”, dijo el ministro de Economía, Luis Caputo, en entrevista con La Nación+.
Para Casabal ahí es dónde radica la importancia de la “Ley de Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos”. Si bien la ley que se debate en el Senado introduce cambios importantes, como la implementación de un régimen de incentivos para inversiones especiales, lograr su aprobación le significaría a Milei demostrar gobernabilidad, que -a pesar de su discurso combativo y dogmático- es capaz de negociar y pasar leyes en un Congreso donde es minoría.
“Con el consumo deprimido, con la inversión pública paralizada, necesitas de un impulso de las inversiones para el repunte del crecimiento. Pero Argentina tiene un problema de credibilidad… Falta la confianza de que los cambios no son reversibles de un día para el otro”, afirma Casabal.
Algo que Milei busca resolver con el “Pacto de Mayo”. Un acuerdo de 10 puntos, comprometiendo la disciplina fiscal y reformas estructurales, que espera firmar el 25 de mayo en Córdoba con partidos políticos y gobernadores.
La aprobación de la “Ley de Bases” y el “Pacto de Mayo” marcarían el inicio de un segundo tiempo. Uno en que la prioridad será reactivar el crecimiento, como condición para consolidar el equilibrio fiscal y facilitar a La Libertad Avanza, partido de Milei, mejores perspectivas en las elecciones legislativas de 2025.
Sin embargo, a una semana de la fecha anunciada, domina la incertidumbre. Aunque el equipo de Milei insiste en que el 25 de mayo estarán en Córdoba, no hay claridad sobre la firma del Pacto.
Es cierto que los partidos se pueden ganar hasta el último minuto, pero también es cierto que hay una gran diferencia entre ir al segundo tiempo ganando 1-0, empatado, o peor aún, con el marcador en contra. El Gobierno de Milei está en un momento decisivo: si logra asegurar el apoyo político podría encaminarse hacia una gestión más estable. De lo contrario, enfrenta la amenaza de una recesión más profunda que finalmente le quite el respaldo de los mercados, y de “la calle”.