Los pasillos de las tiendas de descuento Dollar Tree son un buen termómetro de la situación económica en EEUU. Las compras son cada vez menores, dicen sus ejecutivos, y los famosos “productos a un dólar” pasarán a costar US$ 1,50.
Walmart recortó sus pronósticos de ventas para este año. Delta Airlines, sensible al recorte de gastos prescindibles, hizo lo mismo.
La preocupación por la inflación que puedan generar las alzas aranceles, y la incertidumbre respecto al escenario económico son razones citadas por las empresas para explicar una desaceleración en el consumo esperado.
“El que estas amenazas de alzas de aranceles sean tan caóticas e impredecibles -se anuncian para luego suspenderlas- es tan malo, o peor, que los aranceles en sí mismos”, sentencia Chelsea Flagan, fundadora de The Financial Diet, en su explicación sobre el riesgo de una recesión a sus dos millones de seguidores.

La experiencia y la investigación empírica apoyan su diagnóstico. Es bien conocida la máxima: “Al mercado lo que menos le gusta es la incertidumbre”. Lo que explica que las caídas del S&P500 se hayan acelerado desde el 18 de febrero, cuando a los anuncios de aranceles a los automóviles, semiconductores, y metales, se sumaron las críticas de Trump al presidente ucraniano, Volodomyr Zelenski, y sus aliados europeos.
Algunos analistas sostienen que las caídas de los índices estadounidenses, principalmente el Nasdaq y el S&P500, son una corrección esperable en un mercado que transa en niveles (26 ratio precio-beneficio) muy por encima de su media histórica (18 ratio precio-beneficio).
Para otros, la caída del mercado, la séptima más rápida en la historia, no debe ser tomada a la ligera. “El mercado de valores… es la máquina de votación definitiva, reflejando las perspectivas de crecimiento de ganancias, estabilidad, liquidez, inflación, impuestos y un estado de derecho predecible”, escribió Michael Cembalest, presidente de Estrategia de J.P. Morgan Asset Management, en una nota a sus clientes.
En 2013, el economista Roger Farmer, de la Universidad de Warwick, estudió la relación entre los cambios en el S&P500 y el mercado laboral. Su investigación concluye que “una gran caída de la bolsa, en ausencia de intervención de los bancos centrales, será seguida de una gran recesión entre uno y cuatro trimestres después”. Además, identificó una relación estructural entre el mercado bursátil y la tasa de desempleo. Ahora, Farmer calcula que los mercados tienen todavía algo más por caer y “que nos enfrentamos, como mínimo, a dos trimestres de recesión”.
En el Panorama Económico Mundial del FMI de 2012, los economistas Ayhan Kose y Marcos Terrones, elaboraron un índice de incertidumbre, para confirmar la tradición teórica que atribuye una relación negativa entre incertidumbre macroeconómica y crecimiento.
Los economistas Scott Baker, Nicholas Bloom y Steven J. Davis, llegaron a una conclusión similar. En 2016 publicaron el Índice de Incertidumbre de Política Económica (EPU Index, en inglés), que actualizan mensualmente. En febrero pasado, el EPU de EEUU marcó 234, su mayor nivel desde diciembre 2020-en medio de la crisis política tras las elecciones y el asalto al Capitolio-. “Definitivamente hay una correlación de causalidad entre la alta incertidumbre y una desaceleración de la actividad económica. De la misma forma, que una recesión suele aumentar la incertidumbre”, afirma Baker a Señal DF.
El economista, profesor en la Escuela de Negocios Kellog en la U. de Northwestern, explica que la incertidumbre lleva a las empresas a un modo de “esperar y ver”, pausando inversiones. Mientras los hogares tienden a pausar decisiones de consumo, sobre todo si no hay certeza sobre el futuro de programas de transferencias o precios. “Algo de eso ya estaría pasando… En la medida que los aranceles son introducidos de una forma errática se crea un mayor peligro para las empresas, incapacitadas de planificar… Nadie sabe las políticas que estarán vigentes mañana”, plantea Baker. El economista percibe además un mayor nivel de incertidumbre que durante el primer Gobierno de Trump. De hecho, entre 2017 y 2019, el EPU se mantuvo bastante estable y promedió 124.
Consumidores y PYME
Indicadores de confianza ya están mostrando el impacto de la incertidumbre en dos segmentos clave de la economía estadounidense. La Federación Nacional de Empresas Independientes (NFIB) informó que el índice de confianza de las pequeñas empresas cayó en febrero por tercer mes consecutivo.
El consumidor, el gran motor de la economía estadounidense, también está acusando el golpe. En la medición preliminar para marzo, el índice de confianza elaborado por la U. de Michigan reportó una tercera caída consecutiva. El índice cayó a 57,9, su menor nivel desde noviembre 2022. Mientras, se disparan las expectativas de inflación. Los consumidores esperan que la tasa de inflación roce el 5% en los próximos 12 meses, y que la inflación tenga un ritmo anual de 3,9% en los próximos cinco años, el nivel esperado más alto desde 1993.
Cuenta regresiva
Uno de los factores que más ha sorprendido el mercado ha sido la falta de reacción de la Casa Blanca. Trump ha restado importancia a la corrección bursátil, asegurando que se trata de una “ligera caída”. Su secretario de Comercio, Howard Lutnick, no se cansa de insistir en que los indicadores que se ven hoy son todavía “cifras de (Joe) Biden” y no responden a los positivos pasos que está dando la administración actual.
La incertidumbre podría tener un plazo: el 2 de abril. Para entonces, ha prometido Lutnick, Trump revelará su política definitiva de aranceles. Se anunciarían entonces cómo quedarían las amenazas alzas a las tarifas a los autos, productos farmacéuticos, semiconductores y el cobre. Además, se presentarían las tarifas y otras medidas “recíprocas” que EEUU adoptará respecto a todos sus socios comerciales, que considere tienen trabas para sus productos.
El que estos anuncien despejen la incertidumbre dependerá de la forma y nivel de detalle en que sean presentados, y que no sean seguidos de declaraciones contradictorias vía redes sociales. También dependerá de la reacción de los países afectados y si toman o no represalias.
BofA cree que la caída de Wall Street está llegando a un punto incómodo para Trump, y que el mandatario, famoso en su primer Gobierno por su sensibilidad a los índices bursátiles, tome acciones para frenar la caída.
Como afirma Farmer en su investigación: “El mercado de valores importa para la tasa de desempleo, y mucho”. En la Casa Blanca deben tomar nota. 