Recuperación de barrios programas que buscan dar respuesta a la vulnerabilidad
Intervenciones en infraestructura junto a iniciativas que fomentan la vida en comunidad a través del deporte, son parte de las acciones que buscan mejorar la calidad de vida de los habitantes de Villa Francia en la comuna de Estación Central y El Cabildo en Pudahuel.
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“No es cualquier barrio la Villa Francia”. Bien lo sabe Corina Bustos, la presidenta de la Junta de Vecinos Nº 3 de ese lugar al suroeste de la comuna de Estación Central. Ella no lo dice por su carga política, asociado a la muerte de los hermanos Vergara Toledo en plena dictadura en 1985. No. A lo que se refiere es a la violencia y a las bandas de narcotráfico que hoy conviven en la zona.
Para Corina Bustos, es un tema delicado con el que ha lidiado toda su vida, por lo que al escuchar hace cinco años sobre una iniciativa que brindaría un espacio seguro a los niños y jóvenes, que en algunos casos no lo tienen ni en sus mismos hogares, no lo pensó dos veces. Más aún si el programa de intervención giraría en torno a una pelota de fútbol, fomentando el liderazgo de los más pequeños.
Hizo todos los contactos, hasta que logró concretar el aterrizaje de la Fundación Fútbol Más. Tener a los niños en un espacio seguro, para escucharlos, hacerlos jugar y evitar que permanecieran en la calle expuestos a la violencia y el tráfico de drogas, fue lo que la motivó para dar el vamos a la idea en 2016.
Desde entonces y por tres años, trabajó acompañada de la organización fundada en Chile -hoy presente en 10 países en tres continentes-, impartiendo sesiones sociodeportivas donde la cancha de fútbol es el lugar clave para fomentar el respeto, la responsabilidad y la creatividad, entre otros aspectos.
Acompañada de unos 15 jóvenes de la fundación, recorrieron la villa invitando a los niños y explicándoles a los adultos en qué consistirían estas nuevas clases de fútbol.
por tres años en torno a una pelota en la cancha de fútbol. Foto: Agencia Uno
Con los cupos completos en las cuatro categorías (Peques, Minis, Niñas e Infantiles), trabajaron en la cancha, fortaleciendo la integración que se dio incluso entre los padres y cuidadores de los participantes.
Tres años de trabajo
La intervención de Fútbol Más busca articular entidades presentes en el barrio. En este caso, se trabajó mediante convenios con el Colegio Hernando de Magallanes para la cobertura educativa; con el Cesfam San José para cubrir necesidades de atención de salud y controles periódicos de los niños; con las juntas de vecinos para la gestión comunitaria y con el apoyo económico de la empresa Copec.
“En Villa Francia hay un capital humano y social tremendo. No tuvimos que construir necesariamente tanta comunidad, sino decirles ‘acá hay un espacio que podemos apropiarnos’ y ese fue el ejercicio”, cuenta Daniela Noreña, directora social en Chile de Fútbol Más.
De acuerdo con el diseño de la intervención del programa, durante el primer año, el profesor a cargo de las clases de fútbol trabaja junto a una asistente social con el foco de desarrollar la confianza. Al siguiente, se asume durante las sesiones de fútbol la autonomía con el apoyo de un psicólogo. Y finalmente, en el tercero se concentran en lograr la sostenibilidad de la intervención, que es cuando el grupo ya se identifica como una comunidad. Ahí el rol del profesor es más bien de coordinador.
Foto: Julio Castro
En el proceso a los niños se les enseña, por ejemplo, el compañerismo, la colaboración y la resiliencia: “Los vamos acompañando, evaluando, y les ponemos desafíos en sus territorios, haciendo clases, acompañando las clases y así sucesivamente”, explica Noreña.
De esta forma, es cómo detectan a quienes se convertirán en líderes. Corina recuerda que los niños “se sentían muy felices,” y si la clase comenzaba a las 17.00, a las 15.00 “ya andaban dando vueltas y esperando”.
El sistema cuenta con un reconocimiento al “más bacán”. A ese niño o niña se le asignan tareas que van desde la organización de los materiales hasta poder impartir una clase a sus compañeros. Además, se le entrega una tarjeta verde como un premio a la disciplina y los buenos modales.
Balacera durante la clase
Las situaciones violentas por enfrentamientos entre bandas narco no son ajenas para los vecinos de Villa Francia. Un día a pocos metros de la cancha, Corina recuerda que hubo una balacera durante las clases. En la actividad participaban dos niños relacionados con las bandas rivales. “Fue lo más terrible de mi vida”, recuerda la dirigente, en donde procuraron mantener a los niños alejados metiéndolos a todos en el baño. El objetivo era esperar hasta que se llevaron el cuerpo de la víctima, que era el tío de una de las niñas que estaba en la cancha.
Eso dio pie para que conversara con los familiares de los niños y los vecinos con el propósito de que se mantuvieran protegidas las instancias de entrenamiento y de juegos.
Al término del programa (en 2019), lograron que once apoderados y seis líderes se hicieran cargo de los 74 niños inscritos.
Las dificultades que trajo la pandemia del coronavirus obligaron a los participantes a reinventarse, y los líderes que surgieron de esta iniciativa se integraron a Manos Solidarias, que asiste a los vecinos a través de ollas comunes y otras actividades.
Quiero mi Barrio
En la intersección de las avenidas La Estrella y Los Mares, justo en el límite entre las comunas de Pudahuel y Maipú, está el centro comunitario El Cabildo. Una instalación de dos pisos que tiene salas multiuso, cocina, baños y una amplia terraza en el techo. Colinda con una plaza y una cancha de fútbol, que son el espacio público que hoy alberga a los pobladores de las 13 naves de departamentos que integran la villa.
Hace 10 años, el barro y la oscuridad eran la tónica del lugar, por la falta de pavimento y la escasa iluminación que lo hacía un entorno inseguro utilizado por narcotraficantes.
En 2015 llegó el programa gubernamental Quiero mi Barrio (QMB) al lugar, que en su etapa inicial ya había operado en Pudahuel. En esta ocasión, el municipio acogió las presiones de los dirigentes y postuló el barrio al programa. Contó inicialmente con un presupuesto de $168 millones, según indican los registros del Ministerio de Vivienda y Urbanismo (Minvu).
La primera intervención fue en las techumbres, las pinturas, las luminarias y las canaletas para las bajadas de agua, mientras que la segunda fue la llamada “obra de confianza”, destinada a afianzar la relación entre la comunidad y el Estado. Esta consistió en la instalación de luminarias en la calle, con postes de electricidad soterrada que hoy destacan por sus paneles solares. La tercera intervención fue el mejoramiento de la multicancha y la última, el centro comunitario.
Reencuentro
Cada intervención de QMB deja instalado un Consejo Vecinal de Desarrollo (CVD), que tiene como objetivo articular las relaciones comunitarias a futuro. Este es un aspecto crucial para Leticia Rodríguez, secretaria del CDV, ya que, a diferencia de lo que ocurría antes, tras una intervención en el barrio “la gente se reencuentra”. Ejemplo de ello es que “si tenemos que venir a barrer, nos llamamos por teléfono, o si tenemos que venir a regar, cualquier cosa así, pero antes eso no lo hacías”, comenta Bernarda Bravo, la presidenta de la entidad vecinal.
Para combatir la inseguridad, el coordinador del programa, Víctor Acuña, explica que se utilizan “criterios de prevención situacional del delito”. Por ejemplo, cambiar la “araña” (un poste central con halógenos) por múltiples luminarias independientes, para que sea más difícil oscurecer intencionalmente el lugar. También es necesario evitar los puntos ciegos, los espacios cerrados, la flora excesivamente tupida y los espacios no diferenciados, entre otros.
De las enseñanzas, Acuña comenta que se logró tomar conciencia por parte de los adultos.
“El esfuerzo por la seguridad que ellos estaban generando, de alguna forma, los había aislado del resto”, observa el sociólogo. Esto se hizo evidente cuando confrontaron que la visión de barrio entre los adultos y los niños era opuesta, ya que los primeros la concebían dentro de la vivienda, mientras los niños la veían afuera.
Si bien las dirigentas agradecen la luminaria y la pavimentación, reconocen ciertas limitantes, como la vereda que se pavimentó con bolones de piedras, lo que la hace poco amigable para los adultos mayores. A ello agregan que se desestimó incluir una pileta en la plaza, que había surgido de la consulta en que se les invitó a participar.
Acuña comenta que “hay que imaginarse que tienes una diversidad de actores en la cual muchas veces los mismos participantes del barrio no estaban de acuerdo entre ellos”. A esto se suma que otros llegan tarde a opinar sobre asuntos ya resueltos, lo que dificulta el cumplir al cien por ciento las expectativas de todos. Por ejemplo, en el uso de los bolones, recuerda que la idea era que ese espacio no fuera usado como estacionamiento de autos u otros, pero que nunca fue pensado como vereda de tránsito.
Rodríguez visita la plaza casi todos los días. “No quiero que se pierdan más jóvenes en la droga, porque ya se perdió una generación de jóvenes”, lamenta.
Mirando desde el balcón del centro comunitario, cuenta que con el resto de las dirigentas han logrado “hacer territorio”; que ahuyentaron a quienes venían a consumir droga a la cancha, y que cuando grupos de narcotraficantes intentan destruir la plaza, ellas siempre están actuando para revertirlo. “Yo quiero mi barrio, yo quiero esto aquí”, asegura la dirigente.
Periodismo de Soluciones
- En esta edición, DF incluye un nuevo artículo de la serie de "Periodismo de soluciones".
- Este concepto da cuenta de una tendencia que busca poner en primer plano acciones que están dando resultados en resolver distintos problemas sociales y económicos.