La toma de posesión de Donald Trump el mes pasado marcó la última transición de poder pacífica en los Estados Unidos, una hazaña que el país ha logrado, con solo algunos contratiempos, durante más de dos siglos. En China, por el contrario, el tema del cambio de liderazgo está fuera de los límites.
Xi Jinping, el líder más poderoso de China desde Mao, no ha dado señales sobre quién lo sucederá. Tras más de una década de purgas políticas y centralización del poder, Xi no enfrenta ningún desafío directo a su autoridad y ha indicado su intención de gobernar indefinidamente.
Sin embargo, incluso en un entorno tan controlado, la sucesión política nunca está muy lejos.
A medida que Xi se acerca a la mitad de su tercer mandato de cinco años, la pregunta sobre quién sucederá al hombre de 71 años que ha liderado el partido comunista gobernante desde fines de 2012 gana cada vez más terreno, tanto dentro de China como en el extranjero. Rara vez mencionado en público, es un tema que acompaña cada discusión sobre el futuro de China.
Aunque domina el partido y ha dejado de lado a todos sus rivales inmediatos, Xi, el hijo del héroe revolucionario, todavía tiene que manejar un delicado equilibrio. Para mantener la estabilidad del sistema, necesita mostrar que hay un proceso de sucesión que eventualmente se pondrá en marcha, y que podría activarse si algo le sucediera. Pero si revela demasiado, corre el riesgo de mostrar debilidad, o algo peor.
La sucesión “es absolutamente existencial, y es un dilema con el que todos los líderes chinos, incluido Xi Jinping, se obsesionan”, dice Joseph Torigian, experto en política de élite china y rusa y autor de una próxima biografía del padre de Xi Jinping, Xi Zhongxun. “Tiene que ver con si ellos estarán a salvo o no, si su legado estará a salvo y si el propio régimen sobrevive”.
Desde el 1 de octubre de 1949, cuando Mao Zedong proclamó el establecimiento de la República Popular China en la Plaza de Tiananmen, Torigian dice que el “dilema central” del partido ha sido la política de sucesión.
¿Preparativos?
Li Cheng, uno de los principales expertos mundiales en política de élite china, cree que hay señales de que Xi está preparando su sucesión y que el líder dará a conocer su plan cuando comience su cuarto mandato. Asimismo, Cheng menciona la posibilidad de que descarten a líderes de alto rango aparentemente dóciles que aún no han revelado sus ambiciones personales.
“La gente dice que Xi Jinping está rodeado de aduladores, y eso es en gran medida cierto”, afirma Li, director fundador del Centro sobre China Contemporánea y el Mundo de la Universidad de Hong Kong. “Pero también deberíamos recordar que Xi Jinping, hace 13 años, era un adulador”.
Desde Mao, sólo otros cinco hombres han ocupado los dos puestos más importantes del país: líder del Partido Comunista y presidente de la comisión militar central del partido: Hua Guofeng, Deng Xiaoping, Jiang Zemin, Hu Jintao y Xi.
La sucesión generará cada vez más presión a medida que Xi se acerca a un probable cuarto mandato como líder del partido, de 2027 a 2032, momento en el que tendría 79 años.
La muerte repentina a fines de 2023 del ex primer ministro chino y segundo líder del partido Li Keqiang, que era dos años más joven que Xi, puso sobre la mesa que “cualquiera puede morir, en cualquier momento”, dice un diplomático extranjero en Beijing, que pidió no ser identificado.
Sin embargo, entrevistas con analistas, diplomáticos y otros funcionarios durante los últimos seis meses, no dan pistas sobre los candidatos potenciales.
Con el acceso a personas cercanas a Xi cada vez más restringido, el análisis del liderazgo incluye métodos al estilo kremlinología de la era soviética.
Esto implica estudiar la dinámica dentro del grupo de liderazgo superior del partido, el comité permanente del buró político compuesto por siete miembros y el historial de ascensos de Xi. Los académicos examinan fotos, videos, discursos y documentos del partido para ver quién viaja con Xi y quién parece estar a favor o en contra.
También leen documentos constitucionales del partido y estudian precedentes históricos para identificar qué cuadros superiores cercanos a Xi podrían ser más influyentes en el largo plazo o en caso de que Xi tuviera que dimitir repentinamente.
Estos canales apuntan a posibles líderes futuros entre quienes han contribuido a los objetivos estratégicos de Xi de lograr la supremacía tecnológica y la autosuficiencia, así como a un grupo más dispar con edades que oscilan entre cincuenta y sesenta años.
Otro diplomático en Beijing añade que la retórica oficial del partido indicaba que Xi planeaba quedarse indefinidamente y estaba preparando a la nación para tiempos difíciles: “Se están preparando para una lucha de 15 años”.
Sin embargo, la preocupación es que si la sucesión sigue sin resolverse, el partido, y China, podrían entrar en un episodio de caos político, poniendo en peligro no sólo el legado de Xi, sino al propio partido.
“En lo que respecta a la política de élite en la cima, la era de Xi Jinping ha sido mucho más estable que muchas eras anteriores de la historia moderna china”, dice Torigian. “Pero también es insostenible porque él es mortal”.
Sin rivales
Una de las características distintivas de la era Xi ha sido la aniquilación total de sus rivales políticos y sus facciones. Xi utilizó la percepción de que el partido estaba plagado de corrupción para llevar a cabo una campaña anticorrupción de “tigres y moscas” que duró años.
Esto también le dio una cobertura perfecta a las purgas de rivales (en su mayoría personas del aparato de seguridad de Beijing o funcionarios leales al ex líder Jiang Zemin), eliminando así cualquier oposición y la posibilidad de que otra facción pudiera llegar al poder.
Tras más de una década de purgas contra la corrupción, Xi ha centralizado el poder valiéndose del sistema de nombramiento del partido, haciendo cumplir, cuando le conviene, convenciones sobre edades de jubilación y límites de mandato.
De los actuales miembros del comité permanente, que estará en funciones hasta fines de 2027, ninguno es considerado un candidato serio para ser designado sucesor por Xi.
Si en el próximo congreso del partido se considerara una edad de jubilación no oficial, la mayoría de los actuales dirigentes se verían obligados a dimitir en 2027.
Xi también se ha apartado del llamado liderazgo de dos líneas o liderazgo colectivo de sus predecesores en la era posterior a Deng, en el que el poder lo compartían el presidente y un poderoso primer ministro. Su predecesor Hu gobernó con Wen Jiabao como viceprimer ministro, y antes de eso Jiang gobernó con Zhu Rongji, el gran primer ministro reformista de China. Esto significa que no hay un viceprimer ministro claro.
Tampoco hay "número dos"
El Presidente chino ha aprendido de su amigo Vladimir Putin que no hay que permitir que nadie ocupe una posición de “número dos”, afirma Alfred Wu, profesor de la Universidad Nacional de Singapur. “En la política rusa, Putin siempre es el número uno”.
Alex Payette, director ejecutivo de Cercius Group, una consultora especializada en política de élite china, dice que Xi probablemente decidió hace años que necesitaba erradicar sistemáticamente a las fuerzas de oposición si quería evitar ser “intimidado” por sus predecesores y sus leales.
“Sabía que tendría que hacer algo drástico para eliminar a estas personas y consolidar su poder”, dice Payette. “Pero al hacerlo, no tiene más opción que seguir adelante... Una vez que empiezas, no puedes volver atrás”.
Según diplomáticos y analistas, si Xi tuviera una emergencia sanitaria o se viera obligado a retirarse repentinamente, las restricciones formales del partido en materia de sucesión se pondrían a prueba ante una inevitable lucha de poder.
En ese escenario, los miembros actuales del comité permanente lograrían repentinamente más influencia a la hora de decidir la sucesión.
“Creo que nos encontraríamos en una situación similar a la que se vivió en la Unión Soviética tras la muerte de Stalin”, afirma Frank Pieke, investigador visitante en el Instituto de Asia Oriental de la Universidad Nacional de Singapur.
Nombres clave
Algunos analistas, entre ellos Pieke, creen que una de las figuras clave para decidir quién será el nuevo líder será Cai Qi, que podría asumir el papel de hacedor de reyes.
Pieke, de 69 años, es un exjefe del partido en Beijing y técnicamente es el quinto líder del partido en el ranking. Se le considera como uno de los aliados más cercanos de Xi y es director de la Oficina General del Comité Central (básicamente, el jefe de gabinete de Xi), el miembro del partido de mayor rango en ocupar ese puesto desde Mao. También se le menciona con frecuencia en los medios estatales viajando con Xi y asistiendo a sus reuniones, lo que da cuenta de su importancia.
“La gente le tiene miedo. Sería muy importante para cualquier sucesor llegar, al menos, a un acuerdo inicial con él”, añade Pieke.
Neil Thomas, miembro de la política china de la Asia Society, un Think-tank estadounidense, señala que el nombramiento de un nuevo líder del partido “siguiendo las propias reglas del partido” potencialmente solo necesitaría que un contendiente se asegurara el apoyo de la mayoría del comité central de 376 miembros, incluyendo más de la mitad del buró político de 24 miembros.
Dice que en tales circunstancias Cai, por ejemplo, podría abogar por una “interpretación generosa” del Artículo 23 de la carta del partido que permite al secretariado central convocar una reunión del buró político que luego convoca a un pleno para escoger un líder.
“Ese tipo de maniobra sólo es imaginable en el caso de una sucesión extremadamente disputada e inestable”, afirma, y añade que cualquier líder entrante “preferiría demostrar su autoridad y proteger la imagen del partido” con una muestra de apoyo unánime del comité central.
Otros diplomáticos y expertos consultados por FT señalaron que si Xi se viera obligado a dimitir de forma inesperada, el Ejército Popular de Liberación se convertiría en un elemento clave.
Zhang Youxia, el adjunto de Xi en la poderosa Comisión Militar Central, podría ser otra figura clave. Los padres de Zhang y Xi fueron camaradas y líderes revolucionarios durante la guerra civil china, lo que convirtió a este hombre de 74 años en un confidente después de años de purgas de altos funcionarios en el ejército. Sin embargo, se ha enfrentado al escrutinio político tras acusaciones de corrupción en el liderazgo militar.
“El partido tiene el poder, pero cualquier sucesor tendría que conseguir al menos la aceptación, si no el apoyo, de la dirección del Ejército Popular de Liberación”, afirma Thomas. “Si hay una crisis de sucesión, Zhang Youxia podría intentar apoyar a alguien leal a Xi que esté dispuesto a bajar la presión política sobre el ejército”.
En la última gran reunión de la dirección de China, a finales de 2022, todos los miembros del buró político de 68 años o más fueron obligados a jubilarse, con la excepción de tres hombres: Zhang, el veterano diplomático Wang Yi y el propio Xi.
La generación que le sigue
Los académicos y diplomáticos que intentan predecir quién será el próximo líder de China están estudiando a una generación más joven de funcionarios del partido, que parecen ser en su mayoría un grupo de hombres de entre cincuenta y sesenta años.
Por primera vez desde los años 90, en el último congreso del partido bajo el gobierno de Xi no se designó a ninguna mujer para el buró político y nunca se ha designado a ninguna mujer para el exclusivo comité permanente. Los académicos dicen que esto se debe a la falta de estímulo a las mujeres para que asuman puestos políticos locales, lo que reduce sus posibilidades de llegar a la cima.
Las vías tradicionales para llegar al poder siguen siendo los ascensos a altos puestos gubernamentales y del partido, incluso en las principales ciudades y provincias chinas.
Los candidatos en esta categoría incluyen a la jefa del partido de Beijing, Yin Li, de 62 años, y Chen Wenqing, de 65, un ex oficial de inteligencia que ahora supervisa el sistema legal de China.
Yin y Chen son ejemplos de líderes que han trabajado con Xi durante años y aparecen con frecuencia en los medios estatales, además se les permite reunirse con funcionarios extranjeros en China y fuera de ella: señales notables para los expertos que evalúan a quién podría ascender Xi en el futuro. También son, según algunos expertos, sólo dos miembros de un grupo informal de leales a Xi con vínculos con Fujian, donde Xi pasó gran parte de su carrera.
Los observadores de la política del partido también se centran en los cuadros en ascenso, cuyas carreras dan cuenta de las prioridades políticas de Xi de garantizar la independencia tecnológica y la fuerza militar de China frente al mundo occidental, y también de gestionar la agobiante deuda de los gobiernos locales de China.
Wu Guoguang, que trabajó como asesor del ex primer ministro chino Zhao Ziyang y ahora está en la Sociedad de Asia, dice que Xi tiene un historial de instalar en puestos de liderazgo a hombres con experiencia en tecnología, finanzas y defensa.
En toda China hay ahora más de 20 vicegobernadores provinciales con una profunda formación en tecnología y ciencia, incluidos quienes vienen de las principales instituciones de investigación del país, especialmente la Universidad de Tsinghua, donde estudió Xi.
Entre ellos se encuentran el vicegobernador de la provincia de Anhui, Zhang Hongwen; el jefe del partido en Shanghái, Chen Jining; y el alcalde de Beijing, Yin Yong.
Wu afirma que, si se analiza el escenario de sucesión en el medio plazo, políticos como Zhang, nacido en 1975, cobrarían especial importancia. “Los nacidos en los años 70 podrían ser actores realmente importantes para el cambio generacional del liderazgo nacional en los próximos 10 años”, afirma.
En última instancia, Payette, de Cercius, cree que Xi está frente al “dilema del prisionero”, al tener que equilibrar la elección de un sucesor para el partido con su propia seguridad en la vida posterior y su legado más allá de eso.
“Hemos visto exactamente lo mismo en los años 70. Una vez que murió Mao, las personas que pretendían ser amistosas se dieron la espalda en un instante”, añade Payette.
A pesar de la gran importancia de la sucesión, Xi apenas menciona el tema.
En febrero de 2022, Xi repitió sus comentarios sobre la sucesión que hizo originalmente en 2014: “Para evaluar si el sistema político de un país es democrático y eficaz, el criterio principal es si su liderazgo puede ser reemplazado de manera ordenada y legal”.
De la mano de la historia reciente
Sin embargo, pocas personas están más familiarizadas con las maniobras de alto riesgo durante algunas de las batallas de liderazgo más tensas en la historia del partido que el propio Xi.
Su padre, Xi Zhongxun, fue visto como un ejecutor principal de la mano derecha de Mao, Zhou Enlai, en la década de 1950, y tres décadas después desempeñó un papel similar para el asesor clave de Deng, Hu Yaobang.
Algunos observadores externos consideran que la era de Deng es un modelo a seguir para Xi, dada su percepción positiva de las reformas económicas y la liberalización cultural de China en los años 1980 y 1990.
Sin embargo, este también fue un período de alteración en el partido. Bajo el liderazgo de Deng, el partido llevó a cabo campañas despiadadas para "eliminar la contaminación espiritual" y la "liberalización burguesa" mediante purgas de alto nivel. También enfrentó protestas masivas de estudiantes y trabajadores que terminaron en la masacre de Tiananmen en 1989.
Ante esto, Torigian considera que, frente a las lecciones de primera mano que recibió del padre de Xi, el líder chino conoce los riesgos de ambos caminos: entregar el poder a un sucesor demasiado pronto o, al igual que los líderes supremos Deng y Mao, aferrarse al poder hasta su último aliento.
“Irónicamente, la historia de Xi Jinping ilustra por qué Xi Jinping probablemente esté tan preocupado por la política de sucesión”, dice. “Porque es muy difícil adivinar qué hará la persona que viene después de ti”.