Frente a una imponente estatua de Simón Bolívar, héroe de la independencia de Venezuela en el siglo XIX, Lilian Tintori, esposa del encarcelado líder de la oposición Leopoldo López, se prepara para enviarles un mensaje a los votantes: el gobierno está tratando de matarla, pero ella no va a ceder en su intento de ayudar a "liberar" a su país.
Puesto que se espera que el gobernante Partido Socialista reciba una paliza en las elecciones legislativas del 6 de diciembre, la mujer, quien se ha convertido en una voz líder de la oposición venezolana a pesar de que no busca un cargo, está ansiosa. "Si me sucede algo, será responsabilidad directa del presidente Nicolás Maduro", le dice el Financial Times en una entrevista en casa de la familia de su marido en una zona residencial de Caracas.
Los temores de Tintori se están convirtiendo en algo común entre los opositores al gobierno de Maduro, afectado por la crisis, conforme una espiral de violencia previa a las elecciones del domingo se apodera de la nación perteneciente a la OPEP y la deja herida por la polarización y el derramamiento de sangre.
En efecto, Tintori dice que Jorge Arreaza, vicepresidente de Venezuela, la llamó este fin de semana para advertirle que estaba en la mira de sicarios y ofrecerle la protección de los servicios de inteligencia que, según ella, la han perseguido e intimidado: "¿Realmente van a cuidarme?"
Arreaza dice que les ha ofrecido a ella y otros protección contra "grupos ultraderechistas" porque tiene información de que son "objetivos, para generar confusión y luego culpar al gobierno".
Pero muchos culpan al acosado presidente por enviarles su propio fuerte mensaje a los votantes "Hasta la victoria, cueste lo que cueste", dijo recientemente. "¿Entienden cuando digo 'cueste lo que cueste'?"
En un país inundado de armas y con la segunda tasa de homicidios más alta del mundo, algunos parecen haber interpretado esto como un llamado a las armas.
En el último y más sangriento de varios incidentes vinculados a la campaña electoral, Luis Díaz, líder de la oposición regional, fue asesinado a balazos la semana pasada en una reunión de campaña celebrada por Tintori en el estado central de Guárico. "Hubo una ráfaga de 10 disparos", dice ella. "Al principio, pensé que también me habían herido".
El gobierno culpó del tiroteo a la violencia de pandillas; razonamiento irónico dado que un video de la campaña del Partido Socialista muestra a una de las muchas amenazadoras bandas de motociclistas del país diciendo que movilizaría a los votantes a cualquier precio.
Henrique Capriles — el líder de la oposición y gobernador del estado de Miranda quien perdió por estrecho margen las elecciones presidenciales contra Maduro en 2013 — afirma que también hubo disparos en una de sus reuniones.
"La violencia se ha extendido tanto aquí, que inevitablemente se ha alcanzado este ámbito político altamente polarizado", dice Keymer Ávila, sociólogo y criminólogo de la Universidad Central de Venezuela. "Con órdenes directas o no, algunos matones se han tomado muy en serio el mensaje de Maduro".
La ONU y gobiernos desde EEUU y Colombia hasta Brasil — el aliado izquierdista de Venezuela — han condenado la violencia e instado a Caracas a ponerle freno.
Hay pocas señales de que Maduro esté prestando atención: cuando Luis Almagro, secretario general de la Organización de los Estados Americanos, se unió al coro de desaprobación, el presidente lo llamó "Sr. Basura".
En cambio, Julio Borges, un congresista en busca de la reelección con el bloque opositor, Mesa de la Unidad Democrática (MUD), dice que el gobierno está haciendo todo lo posible para intimidar a los votantes disidentes, ya que se enfrenta a perder el poder por primera vez en 17 años. "Esto es parte de su guion violento", dice.
Tintori señala que las encuestas están alimentando la ansiedad del gobierno. La última encuesta de Datanálisis puso el apoyo a la MUD en un 56 por ciento, con un 37 por ciento para el gobierno. Una encuesta de Venebarómetro sugiere que el 43 por ciento podría votar por la MUD, contra el 28 por ciento por el chavismo.
Los estrategas de la MUD creen que el bloque puede asegurar un margen de victoria de al menos 15 puntos en medio del descontento por el crimen rampante y una economía devastada caracterizada por la escasez generalizada y la tasa de inflación más alta del mundo.
Sin embargo, los analistas advierten que los números de las encuestas pueden en realidad no traducirse en escaños en el congreso.
Aunque parece seguro que el 7 de diciembre se verá una recalibración de las fuerzas políticas, no está claro lo que esto significa. Una estrecha victoria del gobierno en términos de números de escaños podría empeorar la actual atmósfera de anarquía; una estrecha victoria de la oposición podría provocar un estancamiento político que podría alimentar aún más la polarización.
En una asamblea de 167 legisladores, una mayoría simple de 84 o más le permitiría a una legislatura dominada por la MUD destituir a Diosdado Cabello, el poderoso jefe socialista de la asamblea, y vetar el presupuesto nacional. Con una mayoría más fuerte de 101 o más, podría censurar ministros.
Una supermayoría de 111 o más le permitiría cambiar la constitución y elegir los miembros de la Corte Suprema y del consejo nacional electoral. Pero se prevé que ante todo la MUD redacte un proyecto de ley concediéndoles amnistía a los presos políticos como López.
Después de la entrevista, Tintori se dirige a un pequeño grupo de simpatizantes en Caracas quienes, al tiempo que exigen la liberación de su marido, se cuidan de no convertirse en víctimas de la ola de violencia política. "No queremos más sangre ni más balazos", dice Tintori.
A pesar de la ansiedad, aquellos allí reunidos tienen esperanzas: "El cambio está llegando", responden. "No tenemos miedo".